Con protocolos y alegría generalizada, los alumnos de localidades rurales volvieron a las clases presenciales
Tras el permiso excepcional que brindó Provincia, las escuelas rurales volvieron a abrir sus puertas a los estudiantes. La escarcha, las banderas en alto y las sonrisas fueron un denominador común. Sortearon así los problemas de conectividad, falta de dispositivos y ratificaron la tranquilidad de poder cumplir con los protocolos. Desde la Jefatura Distrital les acercaron medidores de dióxido de carbono.
Para donde se mire la helada ha blanqueado el paisaje, faltan pocos minutos para las 8 de la mañana y el sol es demasiado tímido como para calentar, pero sin importar los grados bajo cero de sensación térmica que se registraron el miércoles, jueves y viernes en las zonas rurales de Tandil, los chicos lucieron sonrisas por volver a las aulas y encontrarse con sus compañeros y maestros.
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El pasado domingo el gobierno de la Provincia de Buenos Aires emitió un nuevo decreto que ratificó a Tandil en Fase 2, sin embargo la resolución tuvo algunas novedades, entre ellas la vuelta de la presencialidad en las escuelas rurales.
El permiso excepcional dijo que a partir del pasado miércoles 16 en este partido los establecimientos de Iraola, El Mosquito, El Remanso, Santa Ana, La Porteña, Azucena, Gardey, Arroyo Seco, Avellaneda 447-Vela, El Destino, La Numancia, Los Mimbres, Santa Teresa, El Centinela, Los Huesos, Pinar de la Sierra, San Antonio, Desvio Aguirre, La Pastora, Fulton, Ruta 226-Km 132, De La Canal, Cerro Leones, El Molino y La Pesquería podrían volver a recibir los alumnos en las aulas.
Las banderas volvieron a izarse y la vuelta a la presencialidad se realizó con el estricto cumplimiento de las medidas de cuidado y el esquema vigente del mes de marzo, que además significó la colocación de medidores de dióxido de carbono para saber si el aire está viciado.
La felicidad fue lo que unió a la mayoría de los estudiantes que asisten a las instituciones fuera del área urbana, ya que muchos de ellos no podían cumplir con el programa educativo de manera virtual por diversas razones, principalmente por la conectividad.
Como señala el Plan Jurisdiccional para el Regreso Seguro a Clases Presenciales, lo hicieron con el uso correcto de tapaboca en todo momento, los agrupamientos respetando el distanciamiento requerido, los ingresos y egresos escalonados para evitar la concentración de personas y la alternancia de grupos, en los casos necesarios. Además, a pesar del frío, en las aulas se garantizó la adecuada ventilación de los espacios.
Vale decir que la Escuela 17 de La Numancia, el CEA 712 e María Ignacia (Vela), la 48 de Los Huesos y la número 30 de La Pastora aún no pudieron iniciar con las clases.
El caso de la escuela olvidada
La Escuela Primaria 51 “Mariano Moreno” está ubicada en el Paraje El Destino y es una de las más lejanas del Partido, está a 75 kilómetros de Tandil, y desde que la pandemia llevó a suspender las clases presenciales nunca más ha recibido alumnos, ni siquiera cuando a principio del ciclo lectivo en curso se habilitaron.
Falta de auxiliar, luego de docente a cargo, y así los chicos seguían sin poder educarse. Finalmente, el 14 de mayo le asignaron maestra que tanto necesitaban para poder reabrir la escuela, pero fue cuando Tandil bajó a Fase 2 y no podían reactivar la presencialidad.
Este miércoles, el orgullo y la felicidad se hicieron carne nuevamente en El Destino, con el plantel docente necesario y la bandera flameando, las aulas recibieron a los alumnos. La nueva docente se llama Maribel Dublan, quien estudió y terminó la primaria en esta institución, por lo que la alegría es doble, según dijeron.
“La escuelita 51 tiene vida, tanto luchar para las clases presenciales y se dio gracias a todos los que les pedí ayuda y me respondieron”, dijo entusiasmada Cristina Almandoz, presidente de la cooperadora.
Ella describió que ver a los chicos subir a la combi para ir a la escuela contentos la hace muy feliz. Así como aseguró no tener palabras para explicar lo que significa para la comunidad ver todas las mañanas flamear la bandera.
“Me siento muy contenta, la maestra esperando a sus alumnos y la auxiliar que también viene contenta a cumplir con su deber”, sostuvo con alegría y esperando esta posibilidad se replique para todos.
La felicidad en la cara de los chicos
Griselda Salomón es directora con sala a cargo del jardín de Infantes 921 “El Ceibo” en De la Canal y maestra de sala de tercera sección en el Jardín 913 de Estación Azucena, y constató que la realidad que se vive en los establecimientos de zonas periurbanas o campestres es diferente a las de la ciudad.
Cuando recibieron el comunicado de que las instituciones rurales regresarían a las aulas el miércoles 16 de julio los docentes sintieron “un gran alivio”. “La realidad del contexto rural es muy desigual, más que en la zona urbana, porque muchas familias no cuentan con dispositivos para poder conectarse en una clase virtual, o tienen solo uno y le dan prioridad a los que están en primaria o secundaria, y la señal tampoco es la óptima”, describió Salomón, entre algunas de las dificultades que debe afrontar el alumnado.
Por eso desde el Jardín 921 se ocupan de enviar propuestas que los alumnos puedan realizarlas de forma autónoma. Por ejemplo, en relación a lo literario, habitualmente hacen llegar a través de sus padres cuentos o poesías en formato de video o audio. Las docentes se graban contando la actividad, leyendo libros y realizando las destrezas físicas que los chicos deberán practicar en sus hogares.
“El miércoles, cuando comenzamos, se podía ver en el rostro de nuestros pequeños la alegría”, compartió con orgullo la directora de las salas de “El Ceibo”, incluso contó que los mismos chicos en medio de las actividades les manifestaron ese contento de estar de nuevo en el aula. Asimismo, las familias les transmitieron esa felicidad que encontraron en sus hijos al enterarse que volverían a la escuela y estar con sus compañeros. “Es muy positivo, estamos todos muy contentos”, aseguró.
Vale explicar que el Jardín de De la Canal cuenta con una matrícula de 21 alumnos de entre 2 y 5 años, y como no hay espacio suficiente como para cumplir con los protocolos de cuidado para todo el grupo a la vez, han dividido a los chicos en dos agrupamientos para intercalarlos en las semanas de asistencia. Justamente ayer, recibieron la visita de la jefa Distrital y regional con motivo de entregar el dispositivo que mide el dióxido de carbono, como se está realizando en las demás instituciones.
En tanto, la realidad del de Azucena es diferente, allí el jardín es nuevo, tiene SUM y una sala que es el comedor, por lo que los alumnos tienen dos salas que se comunican y se utilizan como una. Los alumnos de sala de 5 tienen solamente clases presenciales, mientras que en la sala multiedad están trabajando con dos burbujas.