Con identidad barrial y una propuesta libre de violencias, volvió el Villa Gaucho Rock
La 8va. edición del festival empezó ayer y seguirá hoy desde las 15 en el Polideportivo Limache. El valor de la entrada es un alimento no perecedero. Karamelo Santo cerrará esta noche. Desde la organización apuestan a fortalecer la identidad cultural del barrio.
Este fin de semana el Polideportivo Limache, situado en Lester al 1700, volvió a latir al ritmo de las 26 bandas que formarán parte de la octava edición de Villa Gaucho Rock.
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Con una abultada grilla que reúne a diferentes bandas locales, zonales y nacionales –este año contará con las actuaciones de Karamelo Santo y Chala Rasta- el barrio se preparó para recibir a partir de las 15, a todos los que quieran compartir este evento, que ya está inserto en el corazón de la ciudad. Con entrada libre y gratuita, sólo se pide la colaboración de un alimento no perecedero, que será repartido en distintos comedores.
Marco Núñez, uno de los organizadores de la propuesta, en conversación con El Eco de Tandil contó con orgullo que la murga “Los adoquines de Fulano de Tal” lleva 11 años repiqueteando en las esquinas del barrio y la idea de hacer un festival surgió en 2008, con el propósito de recaudar fondos para comprar instrumentos. En ese primer evento, que no tuvo nombre, se generó algo que no había pasado nunca antes: la unión de los vecinos y las ganas de ser parte de algo.
La movida no se agota en el plano musical y también se disponen 40 puestos de artesanos, show de circo y una artista, Lucrecia Lunar, pintando en vivo, para acompañar las actividades.
“Esa identidad año a año la fuimos bancando, empezó a tomar forma y ahora vamos por el octavo festival. Es una puesta que para nosotros es un orgullo mostrar, crecemos y nos adaptamos”, señaló el joven, quien valorizó el espíritu colectivo que domina cada una de las acciones que emprenden.
Sin violencias
A tono con los tiempos que corren y preocupados por las demandas de la sociedad, este año Villa Gaucho Rock se presenta como un encuentro libre de todo tipo de violencias, en especial aquella ejercida hacia las mujeres y disidencias.
En este sentido, Núñez se pronunció enérgicamente en contra de cualquier comentarios machista, misógino o burlón que se vierta en contra de colectivos oprimidos.
“No lo vamos a permitir de parte de la organización, y generamos un compromiso social con las bandas para que arriba del escenario no se reproduzcan estas conductas. Las apologías, letras, arengas. Generamos consciencia y nos comprometemos con diferentes instituciones para que haya cambios reales en los comportamientos”, graficó.
Y agregó: “Incursionamos en todo lo que creamos y crean que es bueno, hay que aggionarse y ver lo que está pasando; hay lugar para todos en Villa Gaucho”.
La autogestión como emblema
Sin fines de lucro, “Los adoquines” se mueven en el campo de la autogestión como peces en el agua, pero Marco reconoció que “se hace cuesta arriba” juntar peso por peso el dinero para llevar adelante las iniciativas. En esta oportunidad, recibieron el apoyo del Municipio y la Unicen, pero gran parte de los recursos empleados para solventar gastos proviene de la capacidad de ellos de generar fondos.
“Con los pibes y vecinos todos los años se hace cuesta arriba, siempre redoblamos la puesta y no nos queremos quedar en el tiempo. Juntamos dinero vendiendo rifas, comida, tocando en algún lado, también tenemos colaboraciones del Municipio y la universidad pero no alcanza, aunque las colaboraciones siempre son bienvenidas y agradecemos. Entre todos hacemos frente y logramos las cosas. Eso habla del trabajo mancomunado y las ganas de conservar la identidad cultural”, describió.
De Villa Gaucho a todas partes
Si bien el festival lleva el nombre del barrio, hay instituciones y grupos de otras barriadas que son parte de esto y ponen también la garra y el corazón para que sea posible vivir un fin de semana a puro rock and roll.
“Inconscientemente estamos abriendo el panorama para que todos se sientan parte de esto. Es un trabajo arduo pero el placer que nos da ver a una banda nacional entrar al barrio no se puede explicar. Nos hace creer que el trabajo, aunque jamás tengamos ganancias, vale la pena porque marcamos una identidad cultural. Es el tiempo de las luchas de los barrios”, sintetizó.
En este tren, Núñez levantó la bandera de los barrios populares de Tandil como una espada capaz de tajear la cortina de prejuicios que separa y sesga.
“Hay que proclamar el amor y buscar un cambio. Aceptar y cambiar, porque todos los días nos toca vivir esa realidad, vivimos el flagelo de la droga, la violencia, violencia machista, diferentes cosas, para mostrar una manera de cambiar tenemos que adaptarnos, compartir, brindar información, conversar”, consideró.
Piel de vereda
En 2018 el festival recolectó 970 kilos de alimentos que fueron distribuidos en ocho comedores de la ciudad, como Los nietos y el Territorio Cultural, y este año apuntan a superar la marca. Lo que se recaude será repartido por ellos mismos, en sus propios vehículos, a pulmón, entre los que necesiten satisfacer la demanda alimentaria.
“Es un garrón tener que juntar alimentos para un comedor pero la realidad es que se necesita. Si uno no está en el día a día quedan como comentarios de lo que pasa. En los barrios la realidad es otra”, expuso.
Luego de que pasen las dos jornadas musicales y artísticas, el martes 24 junto a Papá Noel, repartirán caramelos en un carretón para todos los “pibes” y “pibas” de Tandil, y con el inicio del nuevo año se pondrán a trabajar en los trajes que lucirán en los carnavales de febrero.
Con tanto afán de hacer y de consumir la vida a borbotones, a golpe de redoblante y paso de murga, esperan poder en el futuro contar con cierta holgura económica que les permita pensar en más actividades culturales y recreativas, y no estar tan pendientes de garantizar de alguna manera los recursos monetarios.
“Nunca pensamos en la vida que íbamos a hacer un festival así, que iban a venir todas estas cosas, vamos por el camino correcto”, cerró.