Con duras acusaciones contra los delegados de Loimar, exoperarios piden volver al trabajo
El dilatado conflicto laboral en la emblemática fábrica de ladrillos sumó un nuevo capítulo. El grupo de operarios que quiere volver a trabajar con la nueva firma, vertieron duras acusaciones al rol de los delegados gremiales. También pasaron factura por la indiferencia de las autoridades políticas y judiciales.
Víctor González, exempleado de Loimar, en representación de sus compañeros, reunidos el viernes por la tarde en el jardín interno de la Municipalidad, leyó un texto que intenta clarificar la situación de aquellos trabajadores que quieren y necesitan trabajar, pero que aún no pueden hacerlo. Hubo durísimas acusaciones, hasta hoy inimaginables, contra los delegados de la exLoimar.
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“Los que no bloqueamos la fábrica necesitamos que nos escuchen”, inició la lectura el operario de la extensa nota rubricada con aplausos por sus compañeros.
“Somos los trabajadores de Loimar, los que no estamos en el piquete y nunca nos hicimos escuchar hasta hoy. Estamos cansados del miedo y del silencio; nuestra necesidad de trabajar ahora puede más. Hoy vinimos a contar la verdad, la que hasta ahora nadie contó”.
González reseñó que en octubre de 2019 despidieron a diez compañeros y “tras ello hicimos una asamblea. Allí, todos estuvimos de acuerdo en hacer un paro por tiempo indeterminado pidiendo por la reincorporación de los despedidos. Todos levantamos la mano en una foto que quedó como una postal de un trofeo sindical y el lema fue “todos o ninguno”. Era muy difícil estar en desacuerdo. Se suponía que era un acto de compañerismo”.
En ese tren, se quiso dejar aclarado que en la asamblea citada “nunca debatimos los motivos por los cuales se habían producido los despidos. Cada uno conoce su conciencia y todos sabemos la verdad”.
“El clima laboral era denso y complicado desde hacía mucho tiempo y la presión de los delegados para que tomáramos una u otra postura empezó a no tener lógica –dijeron-. A esta altura de los acontecimientos nadie debería sorprenderse demasiado; nada pasó de un día para otro”.
Se aclaró también “que el dinero de las indemnizaciones siempre estuvo a disposición, pero los delegados se negaron a que los despedidos los fueran a cobrar. El objetivo siempre fue impedir el ingreso a la fábrica y así presionar las reincorporaciones”.
Aceptaron que creían, como otras veces, que “la empresa tomaría a los despedidos y que en pocos días volveríamos a trabajar. Quizá, debimos imaginarnos que la paciencia del empresario también tenía un límite y que con esta situación ese límite se sobrepasó. Entre la falta de ventas, y los conflictos internos constantes, este último piquete fue el final y la empresa decidió apagar el horno. Loimar dejó de producir”.
A continuación señalaron que “la falta de trabajo, la angustia, la incertidumbre y los años que llevábamos en Loimar, nos puso irremediablemente a reflexionar, pero ya no de manera colectiva, sino en el seno de cada uno de nuestros hogares. Es horrible sentarse a la mesa y mirar a la familia con tanta angustia. Todos hemos llorado por llegar hasta acá”.
Haciendo un repaso de la relación laboral, se indicó que “la fábrica no se portó mal con nosotros; siempre cumplió. Teníamos muchos beneficios, asistencia para la educación de nuestros hijos, becas, combi, ladrillos a bajo costo y mucho más. Nunca dejaron de atender una necesidad. Sin embargo, muchos de esos beneficios se fueron perdiendo por un mal manejo de los delegados en el día a día y esto lo sabemos todos, incluso los que hoy están bloqueando el ingreso”.
Así, describieron que “después del conflicto de 2008 las cosas fueron cambiando y los delegados tomaron una postura cada vez más combativa dentro de la fábrica. Empezamos a vivir situaciones muy extrañas, como por ejemplo si en un turno de producción de ladrillos faltaba uno de los cuatro operarios centrales, los delegados impedían el reemplazo de ese puesto y el horno quedaba prendido sin producir; en ese momento se iniciaba una negociación con la empresa y hasta que no se ponían de acuerdo o hasta que no ingresara el próximo turno, el horno quedaba sin producir. El horno ha llegado a estar tres días o quizás más en esa situación y en los últimos dos años esto se convirtió en cotidiano. Era obvio que las pérdidas que se producían por esto eran enormes”.
“Si un foguista faltaba o entraba tarde –siguieron-, a quien estaba terminando el turno anterior no se le permitía hacer horas extras y continuar; parecía que el objetivo era detener la producción en vez de buscar la solución”.
Los delegados son culpables y no víctimas
Los operarios ampliaron recordando que “en enero y febrero de 2019 estuvimos dos meses en esa situación; la gente lo tiene que saber, esta situación tiene a los delegados como culpables de todo lo que pasa hoy, no como víctimas”.
Consideraron que “el revanchismo fue creciendo día a día y algunas cuestiones parecían personales entre los delegados y el gerente, hasta que un día llenaron de pallets de ladrillos el estacionamiento del ingeniero, como un mensaje mafioso, como intentando demostrar quién tenía el poder”.
Denunciaron que “las carpetas médicas empezaron a ser moneda corriente, incluso algunos, que lesionados fuera de la fábrica, entraban a sabiendas de los delegados para reclamarlo como accidente laboral. El clima era tan complicado que algunos se fueron con retiro voluntario por no aguantar. Otros, los que aún estamos acá y hoy decidimos hablar, tenemos en promedio 30 años en Loimar y casi todos exhibimos con orgullo un legajo con cobro de premios por asistencia y no con abundancia de licencias ni carpetas médicas”.
“Vamos muchachos…
todos sabemos la verdad”
Añadieron sobre este accionar que “todos sabemos que los privilegios de algunos eran diferentes si eras amigo de los delegados o al menos obsecuente con ellos”.
“Todos sabemos que se les fue la mano y que hoy somos rehenes del absurdo, de llevar las cosas al extremo y aun así, en este momento y pese a todo, intentan convencernos de ir por más, de ir a fondo… ¿Hasta dónde, muchachos? ¿Hasta dónde quieren llegar?, resulta que hoy queda a la vista que ustedes, los delegados, no estaban capacitados para administrar el poder sindical”, indagaron.
Siguieron acusando de que “manipularon la información gracias a nuestro silencio, pero eso se acabó, hoy estamos todos dispuestos a declarar incluso en la justicia si alguien nos pide explicación, como dijo un compañero, “con la verdad no temo ni ofendo´, se acabó”.
Asimismo, se expuso que “nos patotearon a los que quisimos tener diálogo con la empresa”.
Al decir de este grupo de operarios, “la empresa quiso pagar, y de hecho los que quisieron, ya cobraron, pero ustedes presionaron para que no haya arreglo, son ustedes los que nos piden no cobrar las indemnizaciones para poder decir que Loimar no las quiere pagar”.
“Todos sabemos que TandilCeram no es una empresa fantasma como ustedes les hicieron creer a muchos; lo que pasa es que saben que los nuevos inversores no pondrán la fábrica en marcha con ustedes adentro. Ya lo dijeron. Es un límite que no están dispuestos a pasar, y por eso ustedes nos arrastraron a hasta acá”, definieron.
A la vez, no dejaron de mencionar en la misma dirección que “intentaron quedarse con la fábrica, primero con un proyecto de cooperativa y después como fábrica recuperada. Todos sabemos de las gestiones que venían haciendo para quedarse con la fábrica, hasta habían armado una comisión directiva. ¡Cuánto delirio!”.
“¿Hasta dónde, muchachos?”, preguntaron, “en algún momento hay que poner algo de racionalidad, aunque deban asumir las consecuencias de tanta irresponsabilidad”.
En otro párrafo, señalaron que están “viviendo momentos de mucha turbulencia, donde a quienes queremos trabajar se nos acusa de buchones, se nos patotea y se nos amenaza, personal y telefónicamente”.
¿Quiénes se creen que son?
Insistiendo en al nocivo rol de los delegados se preguntaron: “¿Pero quiénes se creen que son?, ¿De verdad creyeron que la cuerda no se iba a cortar de tanto tirar?”
Luego, indicaron que esperan “un poco de sensatez de quienes acompañan el piquete y no quieren arreglar, son ellos los que ingenuamente habilitan el juego perverso del doble discurso que llevan adelante los delegados, los mismos que en cada reunión corren la línea y que ahora la volvieron a correr, pidiendo lo que saben que la fábrica no hará”.
A la vez aguardan por “un poco de sensatez por parte de los delegados que, rozando el delito, han llevado este conflicto al cierre de una fábrica de casi 50 años”.
“Esperamos un poco de sensatez por parte del sindicato, que quizá con el fin de mantener la estructura sindical, y sin conocer la verdad, mantiene una posición que nos cuesta entender ya que se supone que nosotros también pertenecemos a él”, añadieron.
También dijeron que esperan “un poco más de las autoridades, no puede ser que no hagan nada, precisamos que alguien pueda ponerse en el medio y frenar esta locura. Necesitamos trabajar, la empresa está dispuesta a volver a empezar y producir, pero en este momento, el silencio del sindicato avala el piquete y solo está sentenciando de muerte a la fábrica que tanto nos dio”.
También hubo críticas para el rol de la Justicia. “Esperamos más, pero mucho, mucho más, ya que por estas horas y por no actuar, solo garantiza el derecho a quienes nos bloquean el ingreso a trabajar, cuando entendemos que debería obligarlos a defender sus reclamos en los ámbitos que corresponde”.
Subrayaron que “somos simplemente trabajadores, con sueños, con ganas de volver a trabajar en un clima cordial, como era antes de que se desdibujen los roles y la autoridad. Ya no queremos delegados autoritarios que mientan y oculten, que dividan, que transmitan el mensaje según sus conveniencias, que se crean dueños de la fábrica o jefes nuestros. Ya no queremos delegados que cubren a sus amistades si se duermen en sus puestos o no cumplen con las normas de seguridad. Ya basta, nunca más, solo queremos trabajar, estamos desesperados, necesitamos que la fábrica vuelva a producir y todo vuelva a andar”.
“Nosotros somos simples laburantes, que perdimos el miedo desde hoy y decidimos hablar, necesitamos que alguien haga algo, necesitamos que nos cuiden de la violencia y los forcejeos si queremos entrar a trabajar; necesitamos que alguna autoridad se ponga al frente y resuelva con justicia y con verdad. Ojalá nos escuchen”, cerraron.