Cerro Leones y el reflejo de cómo la tranquilidad de un barrio puede ser avasallada por la inseguridad
Por un lado los vecinos apuntan al depósito judicial y municipal de motos, ya que permanentemente sustraen rodados de allí y rompen los alambrados de los campos aledaños. José Andraca, quien alquila el predio de la cava de Cerro Leones, consideró que el descuido del depósito es “propagar e incentivar el delito, porque es fácil sacar una moto de ahí, venderla y empiezan desde chicos a manejar dinero ilícito”. También plantean que nuevos asentamientos situados en inmediaciones a la Ruta 30 podrían tener que ver con los robos. Otros apuntan también a las cavas.
El depósito judicial y municipal de motos de Cerro Leones viene causando trastornos a los vecinos desde hace muchos años. Sucede que, ante la vulnerable seguridad que dispone el amplio predio, diariamente se acercan personas que ingresan al lugar y sustraen motopartes y motocicletas con gran facilidad. Una de las vecinas aseguró que el depósito fue lo que permitió que se conociera el barrio como un lugar tranquilo, sin demasiadas medidas de seguridad, habilitando los robos que se fueron incrementando progresivamente.
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Tras ingresar al depósito, rompen alambrados de campos aledaños y también se registró una cantidad muy importante de robos en toda la barriada que alzó su voz, considerando que su característica principal históricamente fue la tranquilidad.
En cuanto al depósito, se utiliza tanto desde el ámbito judicial para vehículos secuestrados como desde el área de tránsito del Municipio. El año pasado, ante las reiteradas quejas vecinales, el Municipio cerró con planchones el sector de las motos secuestradas por Control Urbano Vehicular y arriba de los mismos colocó alambres de púa. Sin embargo, en el sector más cercano a la calle se observa claramente que esos alambrados fueron cortados, e incluso se nota el camino por el cual los ladrones se llevan las motos, porque de tanto circular por ese sector quedó un camino de muy fácil circulación, que incluso ingresa al campo que está situado frente al predio.
En la parte que está cerrada con planchones, que corresponde a Control Urbano Vechiular, no hay ningún efectivo policial o personal de seguridad que controle. En el resto del predio, que consta de varias hectáreas, tiene un efectivo que cuida el lugar, lo cual resulta insuficiente pero desde la comisaría Segunda no logran dar abasto con el amplio territorio que tienen a cargo, lo cual dificulta que puedan disponer de mayor control.
El trastorno del depósito de motos
José Andraca, quien alquila el predio de las cavas de Cerro Leones y algunas hectáreas junto a las mismas, explicó que antes de la pandemia todos los días ingresaban personas a su predio, rompiendo alambrados y dejando motopartes en el lugar.
A partir de la cuarentena, admitió que mermó un poco pero eso significa que en vez de todos los días, ahora ingresan día por medio y cada vez que llueve porque esos días “se debilita la seguridad”.
“La problemática es que cuando ellos sacan las motos, para no pasar por el camino y por un par de cámaras que hay, usan el trayecto por entre el cerro. El depósito está en la zona oeste de estos dos cerros que es donde yo alquilo”, señaló.
Y explicó que “yo alquilo las cavas y un cerro mediante a otro campo. Hay otro vecino al que también le rompen alambrados pero cedió una parte para que pasen por ahí, cortó el potrero al medio”.
“Me da mucha impotencia”
“Se me hace imposible tener todo organizado, hay caballos que son de silla, otros de otras razas y hay veces que vengo y está todo mezclado y me da mucha impotencia. Por ahí andan caballos en la calle porque cortan los alambrados y se salen. Si bien no me han robado caballos, no puedo dejar nada de valor, porque se lo llevan”, admitió.
A su vez, señaló que “dejan partes de motos tiradas, hay lugares clave donde las desarman y al otro día las vienen a buscar, las limpian en el monte, las ponen en marcha y se van”.
Respecto al depósito de motos, graficó que “el predio es muy grande, los policías que están ahí tienen mucha responsabilidad y están tirados, no tienen señal, tienen un baño donde no hay agua, es increíble realmente”.
“Yo creo que el Municipio debería tomar medidas en el lugar donde guardan las motos, porque esto no lo van a parar más, son pibes los que roban las motos y por acá pasan borrachos o drogados, dejan botellas tiradas por todos lados”, sostuvo.
Y agregó que “el predio es muy grande para que lo controle una sola persona, tiene como 4, 5 hectáreas, las motos en realidad están literalmente tiradas ahí. Eso es propagar e incentivar el delito, porque es fácil sacar una moto de ahí, venderla y empiezan desde chicos a manejar dinero ilícito, me parece bastante preocupante”.
Las cavas, una plaza pública
Por otra parte, otra problemática de los vecinos son las cavas. A pesar de la cuarentena el predio se llena de gente los sábados y domingos. Muchos vecinos asocian los ilícitos también a ese fenómeno que atrae tanta gente, desde vecinos que simplemente buscan disfrutar del paradisíaco lugar (que es propiedad privada) hasta algunos que aprovechan su inmensidad para ocultarse luego de los ilícitos.
“Los fines de semana esto se convierte en una plaza pública”, afirmó José Andraca, quien alquila el predio de la cava de Cerro Leones.
“Yo a raíz de las visitas a las cavas, hay 20 hectáreas que no las puedo usar porque hay tránsito como si fuera un paseo público, entonces yo no puedo tener animales ahí porque entra gente con motos, con perros. Yo encuentro caballos lastimados, el tema es que cuando viene una moto cross se asustan, disparan y se lastiman”, señaló.
Y contó que el domingo pasado a pesar de la cuarentena vigente y de tratarse de un lugar privado “tenía cien personas ahí adentro, se meten, comen asados. No quiero pelearme con todo el mundo, pero sí me siento muy invadido porque yo lo alquilo al lugar y será muy lindo pero yo no me meto en el patio de los vecinos”.
“Es más, van mis chicos al San José y no le uso la playa de estacionamiento al Municipio que a veces la tienen sin utilizar pero a mí me usan el predio como quieren y no se puede entrar, está lleno de carteles, los pintan, los rompen”, manifestó.
En ese contexto, afirmó que “los fines de semana esto se convierte en una plaza pública, el domingo había cien personas ahí adentro. Cuando fui a salir por ahí me encontré con 30 autos”.
“Mi trabajo acá es domar caballos y yo quiero estar tranquilo, en un momento cuando llamaba seguido a la policía y los invitaba a salir me apedreaban, entonces ahora no me meto mucho, porque yo no tengo ganas de andar armado”, manifestó.
Y agregó que “con respecto a las cavas la gente nunca me respetó, siempre invadió totalmente el lugar. Me pone incómodo cuando salgo a recorrer mis animales y la gente está como en una plaza, me da mucha bronca”.
“En la cuarentena empezaron a
saquear”, dijo una de las vecinas
María Fernanda Dacosta, es una vecina que fue víctima de varios ilícitos. Contó que tiene una cabaña en Azucena 2665 y su hija está edificando adelante. A ambas les robaron varias veces.
“Justo cuando empezó al cuarentena el domingo me llamó mi vecino y me preguntó si podía ser que estuvieran abiertas las ventanas. Me pidió permiso para ver, entró y a simple vista se dio cuenta que me habían robado. Faltaba el Smart TV, la mesa, la garrafa, y durante la cuarentena robaron bolsas de cemento, bolsas de cal, herramientas que habían dejado los albañiles”, indicó.
“Se llevaron todo”
Y expuso que “en el mismo terreno yo tengo atrás la cabaña y ella adelante empezó a edificar, nada le quedó, se llevaron de todo, hasta la radio de los albañiles, en total cuatro robos fueron, el último hace tres semanas aproximadamente”.
Para ingresar forzaron una de las ventanas porque admitió que la puerta y los vidrios son corredizos, porque pensaban que era una “zona tranquila” y no imaginaban que esto podía suceder.
“Mientras se hizo la cabaña, que habrá sido entre agosto a octubre, los albañiles dejaban todo ahí, grifería, sanitarios y nunca pasó nada. Esto fue en la cuarentena que empezaron a saquear, y es fácil porque policía prácticamente no había, ahora hay, entonces mi zona es todo tipo bosque y nadie los ve. Esa cuadra no tiene iluminación, la calle no tiene una luz”, contó.
Admitió que como ahora hay un patrullero circulando por el barrio hace 15 días aproximadamente hubo menos robos porque antes de eso “todos los días le robaban a alguien, y ahora está más tranquilo, debe ser por tantos reclamos que hicimos”.
“La zona de un día para el otro se volvió insegura y a pocas cuadras hay un asentamiento, cruzando la Ruta. Es toda una manzana que tiene luz y todo y nosotros ni luz tenemos. Es gente que usurpó los lotes”, señaló.
Y recordó que “un día unos chicos iban cruzando en plena ruta con unas vigas, yo no presté atención y era de mi hija, y se la llevaron toda armada, la habían hecho los albañiles para la edificación. Tiene que ser gente que viva cerca porque se manejan a pie, a la luz del día”.
“Se manejan con una impunidad terrible”, expresó otra frentista
Paula Mafezzoli, una de las vecinas a quien el 18 de abril le desvalijaron la casa y quien se puso al frente del reclamo por inseguridad hace ya algunos meses, explicó que después de su robo nunca los notificaron de ningún allanamiento ni se recuperó nada de lo sustraído.
“Cuando fue lo mío, ya desde febrero veníamos pidiendo reunión con Protección Ciudadana, estuvieron bien predispuestos, logramos que se pusieran dos cámaras, tenían intención de trabajar con nosotros, pero lamentablemente las leyes no acompañan.
El mismo chico que le sacó un par de chapas a una vecina, que había estado preso un mes atrás, es el mismo que le robó los tirantes a otro vecino, los aprehendieron y luego lo largaron”, manifestó.
Las cavas, un “aguantadero”
Mafezzoli lamentó que el bar histórico de Cerro Leones haya cerrado “por la inseguridad”, y consideró que “el tema de las cavas de ir gente a bañarse es en el verano pero el resto del año es un aguantadero. En plena cuarentena el fin de semana estaba lleno de gente”.
Admitió que a partir de que se destinó un móvil policial permanente a la zona, tras el robo que sufrió, disminuyeron los delitos, pero no cesaron.
“Hay muchas obras a las que les falta material y demás, pero tampoco denuncian porque las cosas nunca aparecen. Hay que trabajar mas sobre la prevención”, señaló.
Una boca de lobo
Y aseguró que “los ladrones ya se dieron cuenta donde están las cámaras y entran por otro lado. Cuando pusieron cámara en Galicia empezaron a usar mi calle (Azucena) para entrar y salir al barrio y empezaron a haber más robos de nuestro lado. De noche es una boca de lobo en mi cuadra, no hay ni una luz”.
Y recalcó que “el depósito de motos y las cavas tienen que ver porque ellos cuando van para ahí observan todo continuamente. El primer mes de cuarentena hubo al menos 15 robos, a Andraca le entran casi todas las noches, y en lo que va de mayo mínimo cinco más, a un camionero le robaron las dos baterías en estos días”.
“Hay gente que esta poniendo cámaras en el barrio, porque las alarmas no alcanzan,
A una familia le llevaron seis sillas de algarrobo, a los diez días volvieron por la mesa, que es una mesa que entre tres personas la tienen que llevar, se manejan con una impunidad terrible. Ni siquiera un día adentro están, es el problema, que entran y salen”, sostuvo.
Recordó además que hace algunos meses presentaron una petición pidiendo un destacamento y el “traslado del depósito porque es lo que permitió que se conozca el cerro como algo tranquilo”.
“El deposito debe hacer al menos cinco años que esta ahí, y empezaron los robos, y las cavas también tienen que ver. Nosotros no estamos acostumbrados al alambrado o al paredón. Un día un vecino que había alambrado, le faltaba un lateral, hicieron la denuncia, a la siguiente semana fueron y le faltaba el resto del alambrado con la tranquera y todo”, finalizó.
Una problemática de larga data
Ya desde febrero, los vecinos de Cerro Leones se venían reuniendo con autoridades municipales para exigir respuestas ante la ola de robos que no cesaba. Los frentistas desde ese entonces apuntaban contra el depósito judicial de motos y las cavas como posibles espacios que facilitan los delitos.
En esa oportunidad, se reclamaba mayor presencia policial, iluminación y remarcaban que el depósito no estaba bien cuidado. “Es tierra de nadie Cerro Leones”, expusieron en ese momento.
Luego de la cantidad de robos que hubo en cuarentena los vecinos lograron que las autoridades destinaran un móvil policial en el barrio, lo cual admiten, mejoró al seguridad. Ahora falta que se hagan eco de la problemática que genera el depósito, que si no es posible que tenga la seguridad que corresponde, piden que se traslade a otra zona, lejos de la urbanización, para que no sea un epicentro que atrae el delito y le quita a un barrio la tranquilidad que siempre tuvo y que era su característica principal.