Casi un año después, el nene de 9 años que recibió un tiro corre riesgo de perder el ojo y los culpables siguen en libertad
El hecho ocurrió en julio del 2018, hace ya casi un año. Sin embargo, pese a que los agresores que dispararon con una escopeta están identificados, siguen libres. Su padre clama que se haga justicia y pide la ayuda de la comunidad para poder sobrepasar el difícil momento. Mientras tanto, el nene está con constantes dolores de cabeza y con riesgo de perder su ojo.
El 14 de julio de 2018 Raúl Giménez, un niño de 9 años, recibió perdigones de escopeta en su cara y, producto del impacto, perdió la visión completa de su ojo izquierdo y parte de la del derecho. A casi un año del hecho, el agresor continúa en libertad y el pequeño, que cumplió años mientras le efectuaban una complicada operación, vive con constante dolor y sufrimiento.
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Indignados y con una amarga sensación de impotencia al ver que no pueden hacer nada, sus padres claman por el apoyo de los vecinos para que puedan ayudarlos una vez más, como lo hicieron hace 10 meses, aproximadamente, cuando se unieron y defendieron la causa de manera conjunta para evitar que culpen a un menor de edad siendo que todos sabían quién había sido el responsable.
En diálogo con El Eco de Tandil, Raúl Giménez, el padre del nene baleado, contó que se cansó de ir a la Fiscalía y obtener las mismas respuestas una y otra vez. “El fiscal no hace nada. Todos me dicen que tienen que ir preso, pero acá eso no va a suceder. Ni ahora ni después del juicio. Esto me parece que está todo acomodado”, señaló con frustración.
Mientras tanto, el pequeño sigue con controles, pasando por quirófano, utilizando costosas gotas y sin poder llevar adelante su vida normal, como lo hacía antes. Encima, para empeorar el cuadro, recientemente se le juntó agua en el ojo y tiene presión ocular, lo que hace que se le distorsione la vista. Por tal motivo, debe utilizar anteojos “casi para todo”.
Como si nada hubiese pasado, los agresores circulan por el barrio y “le hacen sonrisita y carita” a su mujer. “Ella los pone en su lugar, pero me parece que está totalmente desubicado”, clamó.
Según reveló Giménez, la causa no está caratulada como intento de homicidio: “Fue casual, no quiso matar a mi hijo. No es intento de homicidio si querés matar al de al lado…”, ironizó al respecto y añadió: “Si disparás a la cabeza y le pegás a otro por error, es intento de homicidio igual. Porque vos le tiraste a uno, aunque no le hayas pegado al que querías. No gatillás por error, no se te escapa el tiro. A 30 metros no impactas por error en la cabeza”.
Lo concreto es que los hermanos Carlos y Luis Miguel Martínez, quienes dispararon (una de las descargas dio en las chapas) continúan en libertad debido a que “no han estado en la cárcel. Tienen algunos antecedentes en la comisaria, pero no fueron a la cárcel”.
“Hoy lo cruzo a Luis Miguel y tanto él como yo agachamos la cabeza. La única que me mira a la cara es su mujer. No se da cuenta el daño que causaron; no se da cuenta que le pudo haber pasado a su hijo. Esa clase de gente, no sirve”, señaló con dolor. Además, narró que el fiscal le aseguró que por cualquier hecho que él realice, irá preso ya que es el padre del niño herido.
“Da gracias a Dios que mi hijo me necesita. Entonces tengo que seguir trabajando, vendiendo, molestándolo a Lunghi para que me ayude porque no alcanzo a cubrir los gastos; no me da”, expuso. Asimismo, se preguntó quién hubiera cuidado a su hijo si él se hubiese tomado revancha e hizo saber que lo que busca es que paguen con la condena que les cabe en el penal: “Ahí adentro, que les digan a los otros presos que los metieron por pegarle un tiro a un nene de 9 años. Quiero ver cuántas ganas de volver a hacerlo les quedan”
“Estoy pasando el peor momento como papá”
Para que se haga justicia, evaluó que deben estar todos los vecinos unidos y pidió el apoyo de ellos. Empero, remarcó que “ni loco” van a ir presos, alegando que “está todo tapado”.
“Yo ahora necesito que la gente me ayude, porque esto viene todo feo. Y estoy teniendo, lamentablemente, el peor momento como papá. Estoy viendo cómo se está destruyendo mi hijo. Vive sufriendo, llora continuamente, se enoja. Ya no sé qué hacer, y no puedo hacer nada. Esto es como jugar a la tapadita y, lastimosamente, yo no tengo la figurita grande, tengo la chiquita”, se lamentó Giménez.
Por otra parte, destacó el accionar del Municipio y subrayó que si no hubiese sido por “la mano” que le brindó Miguel Ángel Lunghi, el niño de 9 años hubiese perdido su ojo. Recalcó en ese mismo sentido la relevancia que le dieron las personas al asunto, ya que cuando arribó al Palacio Municipal, el intendente estaba al tanto de todo lo que había ocurrido.
El chico sigue sufriendo
En un primer momento, Raúl debió ser trasladado de urgencia a Mar del Plata a un centro de alta complejidad. “Ahí se hizo lo que se pudo. Pero me dijeron ‘llevalo a la Clínica Zambrano, es lo más caro que hay, pero es el único lugar donde te van a dar soluciones’”, relató su padre.
Debido a lo costoso que serían el traslado y la operación, Giménez no dudó en acercarse hacia el Municipio para pedir colaboración y, para su agrado, la respuesta fue más que satisfactoria: “Lunghi se portó como un señor. Me dijo ‘no tenemos nada que hablar, está todo solucionado’, y se hicieron cargo de los gastos”.
Dentro del quirófano, la situación se complicó. En medio de la operación notaron un importante detalle que aún no había sido esclarecido: el perdigón entró por debajo de su ojo, rebotó en el hueso e impactó por detrás al globo ocular. Gracias a la capacidad de los doctores y de la tecnología con la que disponían pudieron evadir el inconveniente.
Debido al suceso, Raúl perdió la visión completa de su ojo izquierdo y parte de la del derecho, según pudieron detectar en la Zambrano. Mientras tanto, continúa realizándose chequeos médicos casi periódicamente ya que pueden aparecer complicaciones como la que ahora afronta, que le encontraron que tiene agua en el ojo.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta hoy es que no tiene seguridad punto para agarrar los elementos. Por ejemplo, intenta tomar un vaso y lo choca y lo tira, o cierra la mano y no consigue sujetarlo. “Son detalles a los que yo creo que con el tiempo se va a ir acostumbrando”, evaluó su papá y sentenció: “El nene sigue sufriendo y al fiscal y al juez no les importa”.
Le limitaron la vida
Lamentablemente, una de las alternativas que se barajan en este momento es extirparle el globo ocular para frenar con los intensos y recurrentes dolores de cabeza que presenta.
Al respecto, Giménez sostuvo: “Estoy rezando para que no pase eso. Debe ser una tontería esto, quiero pensar. Si llegan a tomar esa decisión, voy a llorar mucho y él más todavía. Y ya no me va a importar más nada, porque no solo van a arruinar a un nene del todo sino que van a destruir a mi familia, a mis hijos, a mi señora, a mí…”.
En ese sentido, reveló cuando le pegaron un tiro al nene, él sufrió un infarto. “Y sigo infartado, voy cada vez peor. Pero yo les dije a los médicos: ‘Voy a vivir hasta que me hijo esté bien. Si después tiene que reventar, que reviente’”.
La impotencia que le genera al inocente pequeño hace que muchas veces se golpee la cabeza o se insulte a sí mismo por no poder hacer algunas cosas. Recientemente, enunció que quería ser policía. Con tristeza, su padre le explicó que no podía serlo alegando que “no ponen a alguien quebrado, ¿van a poner a un tuerto?”. En ese aspecto, exclamó: “¡Ellos limitaron la vida de un pibe de 9 años!”.
Por último, reconoció que le cambió la vida, que lleva casi un año esperando que el nene este curado. “Así estoy yo, yendo de un lado para el otro, de un médico a otro”.
Lo sucedido
El 14 de julio del 2018, en una vivienda ubicada en quintana 2045, una pelea entre dos familias vecinas tuvo consecuencia un nene de 9 años herido de bala, que primero fue internado en el sector de guardia del Hospital de Niños “Debilio Blanco Villegas” y luego derivado a un centro de mayor complejidad.
Una semana antes del hecho, quienes vivían en esa dirección, de apellido Scafide, golpearon al padre de los hermanos Luis Miguel y Carlos Martínez.
A modo de venganza, decidieron amedrentar a sus vecinos con disparos efectuados con una escopeta. Desgraciadamente, terminó viéndose involucrado un niño que nada tenía que ver, que solo estaba en la casa de visita. “Si el nene te cuenta la historia, te largás a llorar”, relató el padre.
“Quedate tirado que se va a armar quilombo”, contó Giménez que le habían dicho a su hijo. Como había pasado mucho tiempo y nadie aparecía, el chico se levantó para ir a ver qué ocurría y fue entonces cuando recibió el disparo.
En contraposición con lo que manifestó el padre del niño baleado, tras la pesquisa efectuada a fines de julio del año pasado al decir de la fiscalía se logró determinar que quien gatilló la escopeta cuyos perdigones dieron contra el rosto del nene fue un menor de 16 años, por lo que las actuaciones pasaron al Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil.
Para el fiscal Gustavo Morey fueron dos personas las que efectuaron los disparos, pero fue el menor quien en última instancia, y con la misma escopeta, disparó desde unos 25 metros en dirección a la vivienda.