2 de octubre, Día de la Preservación de las Sierras
ARCA: el lugar donde un grupo de investigadores resguarda al “Sapito de las Sierras”
Se trata de una especie única del sistema serrano local, que se encuentra en peligro de extinción.
En el Campus de la Unicen, más allá de las aulas, de las oficinas, del gimnasio y de la biblioteca, existe una cabaña hecha de piedra y madera donde un grupo de investigadores trabaja en la preservación del sapito de las sierras. Se trata de una especie que sólo existe en la región de Tandil, y que por el avance sobre su hábitat se encuentra en peligro de extinción.
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En el lugar hay dispuestas peceras que recrean el paisaje serrano en las que los científicos resguardan ejemplares del anfibio a los que alimentan con diminutos insectos y así buscan generar las condiciones para que se reproduzcan y devolverlos a su entorno natural.
El espacio, al que denominaron Área de Restauración y Conservación Ambiental (ARCA), es una iniciativa que forma parte del Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable de la Facultad de Ciencias Exactas. Luego de tres años de trabajo, y de haber obtenido financiamiento internacional, presentarán el proyecto el próximo 6 de octubre a las 11 en la Biblioteca Central de la Unicen.
El Dr. Igor Berkunsky es el investigador responsable de ARCA y quien abrió las puertas de la cabaña a El Eco de Tandil para contar las acciones que llevan a cabo en pos de conservar lo que, estiman, es el “sapo más pequeño de Argentina”. Aunque todos los días se dedica a tratar con el sapito, a Berkunsky todavía le es dificultoso encontrar un ejemplar al momento de abrir una de las peceras.
Se trata de un animal diminuto –mide aproximadamente 1 centímetro-, al cual su color negro le permite camuflarse en la tierra y en las rocas. Sólo se lo reconoce por unas manchas que posee en el abdomen, y por un particular canto que. por su potencia, puede confundirse con el de un pájaro.
“El principal problema es que cada vez quedan menos sierras, entonces cada vez queda menos hábitat para el sapito y el sapito no es lo suficientemente plástico como para poder adaptarse y vivir en otros ambientes”, contó Berkunsky. Ante la amenaza de que la especie desaparezca, los investigadores se pusieron manos a la obra.
Rescatar al sapito
“El proyecto principal que tenemos en el ARCA es un proyecto de conservación del sapito de las sierras, es una especie endémica de las sierras de Tandil, es decir que no existe en ningún otro lugar en el mundo y es una especie que está en peligro de extinción. Nosotros estamos haciendo una serie de esfuerzos para tratar de entender cómo se reproduce, qué podemos hacer para aumentar la reproducción y si es posible aumentar la reproducción con individuos producidos en el cautiverio”, contó Berkunsky.
El investigador agregó que no es la única especie autóctona amenazada, ya que la misma situación enfrentan dos tipos de lagartija y poblaciones específicas de plantas, todas pertenecientes al pastizal serrano.
“Hoy su único ambiente son las sierras y como cada vez hay menos sierras o las sierras están cada vez más desconectadas porque entre medio de las sierras ya no hay pastizal, entonces las poblaciones quedan cada vez más chicas y desconectadas. Eso hace que entren en peligro de extinción”, precisó.
El sapito, indicó el investigador, es una especie muy difícil de hallar, ya que no se encuentra ni en árboles ni en charcas permanentes, sino sólo en el pastizal. La única manera que los científicos tienen para encontrarlos es durante los eventos de reproducción que se producen luego de una acumulación de agua.
“Esto puede ocurrir una, dos, diez veces al año como mucho, pero hay años que puede pasar todo un año entero sin que los sapitos se reproduzcan”, sostuvo el investigador. Por efectos de la sequía, los integrantes de la iniciativa estuvieron más de un año completo sin poder tener contacto con la especie.
“Nosotros buscamos los sapitos en la sierra cuando se están por reproducir y traemos algunas parejas al ARCA. Lo que hacemos es colocarlas en las peceras y ellas ponen los huevos, y al día siguiente o ese mismo día las regresamos al lugar donde las encontramos”, agregó. Pero el proyecto contempla además el seguimiento de cada ejemplar.
“Los sapitos tienen unas manchas en la panza y esas manchitas son únicas, casi como una huella digital. Gracias a la Facultad de Exactas hicimos una aplicación que nos permite identificar y asignarle un número a cada individuo, entonces podemos saber quién es quién. Así nosotros monitoreamos los sapitos que están en la naturaleza, cada año visitamos varias veces los lugares para ver si los encontramos y saber quién todavía están vivos y si hay nuevos”, relató.
En el ARCA conservan los huevos y crían a cada ejemplar desde su etapa de renacuajos hasta que “metamorfosean” y pasan a ser “juveniles” ya listos para ser devueltos a la naturaleza. El proceso incluye la alimentación, y para eso los investigadores probaron con diferentes métodos hasta que dieron con la solución. A los más pequeños les dan colémbolos, unos insectos microscópicos que crecen en el carbón, y a los más grandes le dan termitas. Una vez que crecen, los sapitos pueden llegar a comunicarse a través de un particular canto similar al de un pájaro.
Mientras continúan con su labor, los investigadores del ARCA proyectan a futuro disponer las peceras en las propias paredes de piedra del lugar, y que el espacio no sea sólo para preservación e investigación, sino que también funcione como un ámbito educativo al que puedan visitar y recorrer escuelas.