CIENCIA ARGENTINA
Alertan por la presencia de restos de medicamentos en el Langueyú
Las investigadoras de la Unicen Agustina Cortelezzi y Estefanía Paz, explicaron cómo llegaron a este hallazgo. Advierten por la falta de financiamiento para completar los trabajos.
En 2011, la licenciada en Biología y doctora en Ciencias Naturales de la UNLP, Agustina Cortelezzi, comenzó a realizar estudios de calidad de agua en distintos arroyos de la región. Durante su investigación, desarrollada en el Instituto Ecosistemas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Unicen y le llamó la atención el grado de contaminación arroyo Langueyú.
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Por eso, desde el 2015 profundizó sus estudios sobre este ecosistema acuático.
En 2019 se sumó la doctora en Ciencias Naturales (UNLP), Estefanía Paz también integrante del Instituto Ecosistemas. Las investigadoras, en conjunto con las Dras. Rosario Barranquero (CINEA) y Nathalia Othax (IHLLA- Azul), tras obtener diferentes subsidios de investigación pudieron comenzar a desarrollar los muestreos para evaluar la posible presencia de compuestos farmacéuticos en el arroyo Langueyú.
Para su sorpresa, en 2022, pudieron determinar que efectivamente el arroyo Langueyú contiene residuos de fármacos.
Cómo van a parar los medicamentos al arroyo
A partir de diferentes trabajos internacionales consultados sobre esta línea de trabajo, las investigadoras afirmaron que “las plantas de tratamiento no están capacitadas para degradar compuestos farmacéuticos”.
Según explicaron, cuando una persona ingiere algún medicamento, entre un 30 y un 50 por ciento es eliminado por orina o por defecación dependiendo del compuesto. Estos van a la red cloacal y llegan a las plantas de tratamiento, pero allí no se retienen esos compuestos. “Ninguna planta de tratamiento cloacal está diseñada para retener fármacos, no hay en Latinoamérica una que esté diseñada para eso”, detallaron.
Según explicaron, esto se registra en el mundo. En Argentina hay tres trabajos solamente que registran los compuestos farmacéuticos en arroyos.
Qué detectaron
“Lo que lleva el agua de los arroyos urbanos un poco nos cuenta la historia de las poblaciones, porque depende de los compuestos que encontramos. Si hay más hipertensivos, antidepresivos o antibióticos, eso nos habla de la ciudad”, aseguró Cortelezzi, que se desempeña como investigadora del Conicet y es la actual directora del Instituto Ecosistemas.
La doctora sostuvo que la gravedad de este descubrimiento no solamente está asociada a la contaminación del arroyo para las poblaciones, sino también porque encontraron compuestos farmacéuticos en el agua superficial y también en el agua subterránea, “que es la preocupación mayor porque es lo que tomamos en nuestras casas”.
“Toda el agua que tomamos en Tandil proviene de pozo: o sea, el agua corriente son aguas de pozos municipales y varios de ellos están cerca del arroyo Langueyú”, alertó en este sentido Paz. La gran presión de extracción ha provocado que el agua del arroyo Langueyú llegue a las napas de agua subterránea, por esto, la presencia de diferentes contaminantes es un gran problema para la ciudad de Tandil (Cortelezzi).
“Nosotros nos enfocamos más a compuestos farmacéuticos porque es un tema más de punta a nivel mundial en la investigación, y porque decimos ¿qué estamos tomando?. No solamente estamos tomando plaguicidas -que ya se sabe que hay- sino que además estamos tomando bajas concentraciones de compuestos farmacéuticos”, sostuvo Cortelezzi.
En detalle
Según puntualizaron las investigadoras a este medio, durante la investigación detectaron compuestos farmacéuticos en el arroyo Langueyú y 16 agua subterráneas.
Los tres compuestos que más encontraron fueron paracetamol -un antifebril que se dio mucho por el covid-; cafeína -que es un marcador de contaminación urbana por consumo de café o coca cola-; y la ciprofloxacina -un antibiótico de amplio espectro que es muy común-.
El misterio de la ciprofloxacina
En este punto se abrió una nueva línea de investigación a través de la cual se van a enfocar en los antibióticos, porque hallaron que “hay muchos que se venden sin receta
Durante el estudio, el equipo de la Unicen pidió al sistema de salud local que les brinde información sobre los quince medicamentos más dispensados durante el período de muestreo. Sin embargo, en esos datos brindando no aparecía la ciprofloxacina.
“De esto se desprenden dos hipótesis. “Una es que es un compuesto muy recalcitrante, o sea que permanece en el ambiente mucho tiempo; y la segunda es que hay un consumo masivo que no está siendo detectado por el sistema de salud, es necesario que sigamos investigando al respecto” explicó Paz.
Las investigadoras pidieron al Colegio de Farmacéuticos que les manden los medicamentos más vendidos, pero sólo tenemos información de cinco farmacias. “El resto no nos quisieron informar, o por alguna razón no nos llegó”, mencionaron.
“Un mundo, una salud”
Otra de las líneas que se desprenden del trabajo que vienen realizando tiene que ver con la resistencia de las bacterias a los antibióticos.
Como expusieron, cuando una persona se enferma y toma un antibiótico, a veces notamos que con el tiempo ya no hace efecto. “Eso mismo pasa en el arroyo: ese antibiótico mata las bacterias que son sensibles, pero las resistentes quedan”, explicó Paz.
Esto significa que “entonces hay cada vez más genes resistentes dando vueltas en el ambiente y en nosotros”.
“Eso es una problemática importante”, subrayó Cortelezzi, porque “cuando la persona después toma agua con bacterias resistentes; los antibióticos ya no hacen efecto porque van quedando las más fuertes”.
"Esto tiene que ver con el concepto de un mundo, una salud. La salud no es sólo humana. También tiene que ver con la salud del ecosistema y de los otros organismos", dijo. “Al arroyo lo tenemos que pensar como un ser vivo”, sintetizaron.
En esta línea, recordaron que hay farmacias en la ciudad que están encargadas de recibir medicamentos vencidos para desecharlos de la manera correcta.
Una posible remediación
Ante este panorama, el equipo de investigadores pensó qué se puede hacer para remediar el impacto, y apuntaron a una manera económica de depurar el arroyo.
Por eso, otra de sus líneas de investigación tiene que ver con la fitoremediación, la principal línea de investigación de la doctora. Paz. Las plantas acuáticas de los arroyos generan retención de compuestos contaminantes. Conociendo este factor, “íbamos a empezar una experiencia de laboratorio para ver el grado de captación que tienen las plantas nativas de los arroyos, para ver si en algún momento se puede hacer algún tipo de manejo plantando esas plantas en el arroyo, y ver si realmente mejoran algún sentido”.
Sin embargo, esa línea la tienen frenada por el tema del financiamiento. En rigor, toda la investigación, con lo impactante que es, está a la espera de la decisión política que puede llegar a tomar el gobierno nacional en materia de ciencia y tecnología.
El problema del financiamiento
Las investigadoras sostuvieron que “hoy la ciencia está pasando por un momento bastante crítico porque se la cuestiona mucho y se la está desfinanciando”.
El panorama de incertidumbre no es sólo por los sueldos, sino por los subsidios de investigación. “Para hacer cualquier tipo de determinación química, necesitamos los subsidios”, explicaron.
Ante este panorama, están buscando financiamiento internacional para avanzar sobre otra etapa. Además de la fitoremediación, el próximo paso era ampliar los muestreos tomando muestras de agua de canilla de los hogares. “Sabemos que los compuestos farmacéuticos están en el agua subterránea, y necesitamos saber si todo el proceso de potabilización los elimina o no”, dijeron.
Sin embargo, en este contexto, recalcaron que “es muy difícil continuar en esta circunstancia, no sabemos si el presupuesto va a llegar a junio”.
Ciencia en duelo
Pese a todo este avance realizado en materia de investigación, y conociendo el impacto social que tiene, las investigadoras se ven forzadas “a esperar un poco”.
Primero porque el proyecto fue aprobado en el 2019, y con la inflación y la devaluación el financiamiento quedó atrasado.
Y segundo, por una cuestión fundamental e irreversible. El equipo de trabajo contaba con la colaboración del doctor Damián Marino, un investigador reconocido a nivel mundial, “no solamente por su trabajo científico sino también por su calidad humana”, ya que se dedicaba a analizar muestras de agrupaciones sociales y trabajaba en el programa Ciencia Digna en la lucha contra los agrotóxicos. “Estaba siempre al pie del cañón”, contaron.
Marino murió el 9 de diciembre pasado, a los 46 años. Trabajaba en el Centro de Investigación Medioambiental (CIM) de La Plata, y fue codirector de carrera de Paz en su planteamiento de determinar si las plantas acuáticas podían absorber estos compuestos farmacéuticos.
“Dos días antes de morir tuvo un pico depresión asociado también a toda esta realidad, que estamos viviendo en el país, y lo internaron y terminó muriendo. Él estaba muy preocupado, no solamente por la situación del país sino por todas las líneas de investigación que no podían continuar por la cuestión económica; y mucho más preocupado estaba por todos sus becarios del CONICET. Por eso digo que es el primer científico que se cobra el gobierno de Milei”, sostuvo Cortelezzi.
“A partir de su fallecimiento estamos tratando de reorganizarnos”, contaron.
El Langueyú, entre la mejora habitacional y el agravamiento ambiental
El arroyo Langueyú nace en Tandil, donde recibe los desechos de las fábricas ubicadas en el Parque Industrial y las descargas de las plantas de tratamientos cloacales. Luego, sigue su recorrido.
Como comentaron las investigadoras de la Unicen, el caudal es bajo y no llega a autodepurarse por la cantidad de contaminantes que recibe. “Se colapsa y termina siendo un caño de transporte de agua contaminadas, o una cloaca a cielo abierto porque no cumple ninguna función como ecosistema”, sostuvo Cortelezzi.
Esto significa, además, que los barrios que están ubicados en los márgenes “sufren esta contaminación, porque el arroyo está lleno de ratas, además de los olores, la basura y las enfermedades que transporta el agua. Algunos chicos se bañan en el arroyo, pescan”, alertaron.
Sin embargo, desde el inicio de la investigación en 2011, hasta ahora, “la mejora es más bien de tipo visual”.
A través del trabajo de la cooperativa El Laurel se limpió el cauce: hay menos bolsas, no hay ramas ni residuos, “pero la calidad del agua en realidad no se mejora”, sostuvo Paz. Según explicó la investigadora, es porque las industrias siguen volcando sus desechos, y también porque el arroyo está impactado por las descargas de las plantas de tratamiento cloacal.
“Hay una mejora en lo que es calidad de hábitat, pero en lo que es calidad de agua, no”. De hecho, “creemos que en un punto cada vez está peor”.
La falta de controles
En 2015 la Autoridad del Agua (ADA) realizó algunos estudios y aplicó multas "que no tenían mucho sentido en cuanto a los monetario para esas empresas. Después ya no hubo más controles de vuelcos", explicaron.
De hecho, el equipo tiene pedidos de informe al ADA, en cuanto a la calidad de agua y de los vuelcos de diferentes industrias desde hace años “y ni siquiera nos contestan”.
Mientras tanto a nivel municipal, de igual modo, "en general contestan que no hay información".
Ante este escenario, las investigadoras de la Unicen y del Conicet lamentan que ante las reglamentaciones y los vericuetos legales “queda todo inconcluso”.
Es decir, desde el equipo “trabajamos para que esa información que generamos se use, y eso no pasa. Entonces por más que uno quiera presionar al municipio o al ADA para que hagan algo, nosotros decimos que esa información queda cajoneada porque no termina de ser utilizada”.
A esto se suma la falta de un abogado ambientalista que nos pueda dar una mano como para seguir”, manifestaron.