Alejandro Fairbairn, el tandilense que quedó seleccionado en un proyecto de la NASA
El joven tandilense Alejandro Fairbairn, junto a su equipo Galileo, fue seleccionado para participar de la etapa final de la NASA Space Apps Challenge, una competencia que organiza año a año este organismo del gobierno estadounidense y que ofrece como premio un viaje a Cabo Cañaveral para observar un despegue. En diálogo con El Eco de Tandil, Fairbairn contó cómo se enteró de este desafío, cuál es el proyecto que presentaron y qué expectativas tiene para el futuro.
El equipo argentino Galileo, que en sus filas tiene a un joven estudiante tandilense, fue elegido para participar de la etapa final global en el Desafío Internacional de Aplicaciones Espaciales de la NASA (NASA Space Apps Challenge).
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La competencia se realizó por primera vez en 2012 y desde entonces se ha transformado en el hackathon –encuentro de programadores- más grande del mundo, ya que involucra a miles de ciudadanos de todo el planeta para que, con datos abiertos de la NASA, busquen soluciones innovadoras a los desafíos que se presentan en la Tierra y en el espacio.
En esta edición participaron 2.067 proyectos en todo el mundo y sólo fueron seleccionados 36 como Global Finalist, divididos en seis categorías: Mejor uso de datos; Mejor uso de hardware; Mejor concepto de misión; Impacto galáctico; Más inspirador; y Mejor uso de la ciencia. El grupo Galileo se focalizó en el mejor concepto de misión.
El integrante tandilense es Alejandro Fairbairn, de 24 años, quien actualmente se encuentra finalizando la carrera de Ingeniería Química en la Universidad Nacional de La Plata.
Alejandro solía ser un apasionado por el golf. Sin embargo, cuando emigró a la capital de la provincia de Buenos Aires debió darle un giro a su vida y los amplios espacios verdes en los que acostumbraba a pasar sus tardes se transformaron en cemento y asfalto. La adaptación le costó, pero poco a poco fue acomodándose y dedicándose por completo a su carrera, la cual terminaría a mitad del 2020, puesto que sólo le restan tres materias.
Como complemento a sus estudios universitarios, el año pasado realizó un intercambio a Lille, Francia, donde cursó un cuatrimestre y trabajó en una investigación. En el Viejo Continente, y producto de su afán por realizar diversas tareas y perfeccionar sus habilidades, recibió una gran cantidad de becas para viajar por Europa. Fue así como participó de eventos importantes y conoció a personas de relevancia a nivel mundial. Por ejemplo, estuvo presente en una jornada sobre transición hacia energía renovable en el Imperial College de Londres, en donde sólo estaban habilitados para asistir 500 estudiantes de todo el mundo.
En diálogo con El Eco de Tandil, Fairbairn brindó detalles de su proyecto y contó cuáles son sus expectativas de cara al futuro.
-¿Cómo te enteraste de la competencia?
-Como estoy a punto de recibirme y todavía no tengo en claro qué es lo que quiero hacer, me estoy anotando en todas las charlas y competencias que hay como para ver hacia dónde puedo encarar. Mi hermana vio esta, que era en Buenos Aires, me avisó y yo, sin dudarlo, fui.
-¿Fuiste solo?
-Había que hacer un grupo, pero en mi entorno a nadie le interesaba. Entonces fui y empecé a preguntar para ver en qué equipo me podía sumar y en qué proyecto podía aportar lo mío. Había 25 desafíos y la verdad es que en algunos mi formación no me permitía sumar nada.
-¿Cómo eran los desafíos?
-Eran muy diversos. Algunos eran para resolver problemáticas en la Luna o en la Tierra, como por ejemplo la contaminación de plástico en los océanos, o un excedente de nutrientes en lagos, que es muy perjudicial; y otros para difundir información de la NASA y llegar a todas las personas. La idea principal de la competencia es utilizar datos libres de ellos y a partir de eso, resolver problemáticas.
-¿Y con quién hiciste equipo?
-Son todos chicos que estudian en Buenos Aires, pero tenemos gente de todos lados: hay una chica que es colombiana, otro es de Mar del Plata y el resto de Capital Federal.
-¿Cómo es trabajar con alguien que no conocés?
-Yo me conocí en el momento con ellos y, encima, como somos todos estudiantes, no tenemos mucha experiencia sobre cómo se trabaja interdisciplinariamente. Pero la verdad es que fue muy fácil, los chicos tienen muy buena predisposición y, además, entre ellos, la mayoría se conocía, entonces eso ayudó.
A mí me resultó más sencillo adaptarme con la gente que tenía formación científica, ya que hay tres geólogos y un doctor en robótica –que hablamos más o menos el mismo idioma-. Pero después también hay un chico de publicidad y una chica de diseño de indumentaria.
NASA Space Apps Challenge
-La competencia es a nivel mundial…
-Sí, ellos elegían un fin de semana –que era el mismo para todo el mundo- y abrían la inscripción para que se presentaran proyectos de todo el planeta. La competencia tiene alrededor de diez años, pero en Buenos Aires hace ocho años una persona dijo que la quería allí y desde entonces se empezó a hacer en Capital, siguiendo cierto protocolo y cumpliendo ciertas normas.
-¿En qué consiste el desafío?
-Primero tenés 48 horas para trabajar en un lugar en el que ellos proponen y luego cada grupo hace una exposición de tres minutos. Para mí es muy poco, porque en ese tiempo tenés que explicar la problemática, la resolución, todo. Y los que estamos formados en ciencias duras no somos tan buenos para eso (risas).
Había un jurado formado por gente muy capacitada, algunos del Conicet y otros de empresas de tecnología, que evaluaban cada trabajo y después definían a los ganadores de las seis categorías. Pero después, de esos seis sólo dos pasaban a la etapa global.
-Y ustedes fueron uno de los elegidos, ¿qué debieron hacer en la siguiente etapa?
-Una vez que terminó la competencia, que ganamos nuestra categoría y nos nominaron para participar globalmente, tuvimos que cargar toda la información del proyecto en una web en inglés y subir un video de 30 segundos explicando todo. El jurado global evaluaba todos esos proyectos ganadores a lo largo del mundo para profundizar los que más les interesaron.
-Y volvieron a ser seleccionados…
-Sí. Una vez que estaban todos los proyectos que habían ganado en cada sede, los miraron y eligieron seis finalistas en cada categoría, ¡Y nosotros quedamos entre los seis de la categoría mejor concepto de misión! Consiste en plantear la resolución desde el principio hasta el final.
-¿De qué se trata el proyecto?
-La problemática que nosotros elegimos es que los astronautas cuando van a la Luna, o próximamente a cualquier otro planeta, una de las misiones que tienen que hacer es traer rocas para estudiarlas en la Tierra. Pero ellos no tienen información suficiente para seleccionar cuáles son las pertinentes. Y, obviamente, los recursos allá son muy limitados, hay poco tiempo de recolección y poco espacio también. Entonces hay que optimizar mucho ese proceso.
Lo que planteamos fue enviar un rover -robot- con un software que haga ciertos análisis y, a partir de ahí, se mande la información a la Tierra para que, con una base de datos, se analicen, se comparen y se les dé un valor. A las muestras que más potencial tienen se las encapsula en un polímero y se les pone una identificación. Así, en la próxima misión tripulada, ya saben cuáles tienen que agarrar.
-¿Cómo sigue ahora la competencia?
-Ahora no tenemos que hacer nada, simplemente están los seis finalistas globales de nuestra categoría y hay que esperar un mes aproximadamente. Sólo uno de cada clase ganará.
-¿No hay fechas?
-Sabemos que en enero eligen, pero no sabemos nada más. No dan fechas. De hecho, para la primera selección de los finalistas habían anunciado una primera etapa pero no la cumplieron. Yo creo que se debe a que cada año es más conocida esta competencia y cada vez tienen más grupos para evaluar.
-¿Saben contra quiénes compiten?
-No. Como hay seis categorías y seis ganadores en cada una, están los 36 equipos pero no sabemos cuáles compiten contra nosotros. Cabe mencionar que de la Argentina hay otro equipo de Morón.
-¿Cuál es el premio?
-El premio es ir a Cabo Cañaveral a ver un despegue de la NASA. No tengo en claro si están cubiertos los pasajes, pero en la competición que tuvimos en Buenos Aires uno de los sponsors era la Embajada de los Estados Unidos, entonces quiero creer que sí.
Calculo que allá nos mostrarán durante algunos días las instalaciones, haremos algunos contactos y veremos cómo es ese mundo.
-¿Y el proyecto no lo siguen?
-No. Lo que nosotros creemos es que estos organismos proponen problemáticas que ellos tienen y ponen a gente de todo el mundo a pensar en soluciones. Entonces quizá encuentran una respuesta a un problema que ellos no habían visto. Ellos tienen ideas innovadores de todo el mundo y nosotros tenemos una muy buena experiencia. Nos sirve a las dos partes.
El futuro
-¿Cuáles son tus expectativas con este proyecto?
-Esto es súper motivador, nunca hubiese pensado que íbamos a estar seleccionados entre los seis. Es muy bueno para la confianza y da una base sólida para afrontar los problemas de cara al futuro.
¿Sería un sueño cumplido trabajar en la NASA?
-Tiene que surgir la posibilidad, pero la verdad es que sería muy interesante. Tengo una anécdota muy curiosa: una amiga de mi abuela, cuando yo era chiquito y le dije que iba a estudiar ingeniería química, me dijo ‘vos vas a terminar en la NASA’. Y yo pensaba que estaba delirando, que no tenía idea lo que era llegar a eso. Pero de a poco se han ido abriendo puertas y ahora ya no suena tan loco.
-Una vez que te recibas, ¿qué tenés pensado hacer?
-Creo que he aprovechado muy bien las oportunidades que tuve y me he abierto algunas puertas. Yo sé que a largo plazo me gustaría vivir en la Argentina, pero al corto o mediano estaría bueno tener otra experiencia. No sé en qué parte del mundo, hay que ver qué oportunidades surgen. Porque la verdad es que estas cosas que pasaron hace un tiempo fueron impensadas. Entonces ahora ya no planifico tanto y trato de hacer todo lo que sea posible.