Día de la Memoria
A 48 años del Golpe de Estado, protagonistas de la época recordaron el 24 de marzo de 1976 en Tandil
“El Tte. Cnel. J.J. Zanatelli se hizo cargo de la Comuna” tituló El Eco de Tandil 48 años atrás.
La mañana del miércoles 24 de marzo de 1976 Tandil amaneció fresca y despejada. Poco después de las 7, un comando del Ejército encabezado por Julio Zanatelli ingresó al Municipio y destituyó al Intendente Jorge Lester. Como en todo el país, comenzaba en la ciudad la dictadura cívico militar que se extendió hasta 1983, y que dejó como saldo miles de detenidos desaparecidos -decenas de vecinos en la ciudad- por los que hoy se conmemora el Día Nacional por la memoria, la verdad y la justicia.
Recibí las noticias en tu email
Tras los reiterados golpes de Estado desde 1955 en adelante, una nueva toma del poder de parte de las Fuerzas Armadas era un hecho del que gran parte del país esperaba que se concrete en cualquier momento, en un clima de creciente represión y violencia política.
“Las FFAA no someterán al país a un baño de sangre” y “Nada termina, todo sigue su marcha, dijo Balbín. Si los militares toman el poder, creerán que cumplen su deber”, eran algunos de los titulares de los días previos.
¿Cómo se vivieron esos días en la ciudad? ¿Se intuía algo de lo que podía llegar a pasar? Para acercarse a conocer alguna de las posibles respuestas, El Eco de Tandil dialogó con dos vecinos que fueron, desde distintos espacios, protagonistas.
Roberto Mouillerón se desempeñaba como concejal – “soy el único de los 18 concejales del 73’ que sigue vivo”, dijo- mientras que Victorino Pugliese, referente del radicalismo local, era abogado y había presentado habeas corpus por casos de detenciones ilegales por motivos políticos. Ambos compartieron su testimonio, a 48 años del comienzo del último golpe de Estado en el país.
El primer día de dictadura en la ciudad
El Cine Avenida proyectaba El Padrino 2, y Ronald Reagan se imponía en las primarias republicanas en Estados Unidos, según informaba la Agencia Télam. Se pronosticaba un leve ascenso de la temperatura para horas de la tarde, y El Eco de Tandil titulaba “Sin resistencia alguna cayó el gobierno de Isabel Perón. En sobria ceremonia asumieron los tres integrantes de la junta militar”.
La página 3 del matutino se destinaba a las noticias locales, cuyo título principal fue “El tte. Cnel. J.J. Zanatelli se hizo cargo de la Comuna”. El jefe del Distrito Militar de Tandil, que había nacido en Batán en 1930, comenzaba el primero de sus dos períodos como interventor municipal. Finalizada la dictadura sería electo a través de elecciones en tres ocasiones por tres partidos políticos diferentes entre 1991 y 2002.
En entrevista con El Eco de Tandil, Zanatelli declaró que se encontraba realizando “una evaluación de todo el movimiento que se opera en la Comuna”, y precisó que “tenemos especial interés en conocer los recursos presupuestarios de todas las pareas pero en particular en lo que hace al hospital municipal cuyos servicios merecerán la mayor consideración de nuestra parte”.
El teniente coronel había jurado “por los santos evangelios” desempeñar su cargo y prometido “observar y hacer observar fielmente las disposiciones legales que no se opongan al logro de los fines y objetivos de la Revolución”. Minutos después anunció su primera medida, la disolución del Concejo Deliberante.
El Intendente Lester, que había asumido en 1973, fue notificado de que los ediles podían retirar sus pertenencias personales de los despachos si así lo deseaban. La noche anterior, promediando las 23 habían sido desalojadas las confiterías y locales bailables. Pocos después se designó al equipo de gobierno y al interventor de la Universidad Nacional del Centro, el doctor Héctor Absalon Varas.
Con el correr de los días se fueron confirmando las restantes designaciones de interventores, y otras noticias comenzaron a ganar espacio en las páginas del diario. El FMI aprobó un préstamo, continuaba el desabastecimiento de vino, y se reiniciaron las clases. Entre invasiones de mosquitos y el resultado del último partido de Excursionistas, podía leerse el titular “El país vive y trabaja con toda normalidad”.
“Acá vienen los muchachos”
Roberto Mouillerón estaba a punto de cumplir 30 años cuando fue electo como concejal en las elecciones del año 1973 por el Frente Justicialista de Liberación, el Frejuli. El Legislativo se encontraba entonces compuesto por diez peronistas, cinco radicales, dos conservadores y un edil del Partido Intransigente.
Nacido en Guaminí, vivió en La Plata y recaló en Tandil. Trabajaba como bancario, hacía teatro y participaba en el club Santamarina. “Todos trabajábamos. Si vos no tenías un trabajo, si vos no estabas en la institución, ni sueñes con ser concejal. Hacía una vida pública muy fuerte. Creo que eso me valió de que no me pasara nada”, contó sobre una época que tuvo un punto significativo de quiebre aquel 24 de marzo.
La generación de Mouillerón vivió, como dijo, “de golpe en golpe”. Y el comienzo de la dictadura pudieron haberlo atravesado con diferentes sensaciones, pero no con sorpresa.
“Todos sabíamos que el golpe se venía. Estaba preanunciado. Y nos fuimos a dormir la noche anterior sabiendo que a la mañana nos íbamos a levantar con el golpe de Estado. Y así fue. Recuerdo que me levanté y ya la radio estaba con los comunicados. Me fui al mercado municipal a comprar azúcar, porque en ese momento también había todo un complot contra el gobierno, con desabastecimiento. Y ahí en el mercado todos me miraban con cara de, ‘¿Qué andas haciendo por acá?´”, relató.
Poco después llegó al Concejo Deliberante, donde le anunciaron que al otro día debía retirar sus pertenencias. “Acá vienen los muchachos, me dijo el presidente del Concejo, Mario Pérez, de MPH, el que colocaba ablandadores de agua”, sostuvo.
Por la tarde se reunieron en la casa del ex intendente Lester. “Don Jorge nos dijo que las cosas venían difíciles, todos lo sabíamos. Pero lo peor vino después”, señaló. Zanatelli, contó, no era una persona conocida en la ciudad más allá de ser el Jefe de Distrito. Salvo la de 1955, las dictaduras previas no habían ejercido el nivel de violencia que sobrevendría.
“Yo nunca adherí a los sectores armados del peronismo. No quiere decir que uno no tuviera contactos, conversaciones con gente que estuvo comprometida en la lucha armada. Yo creía en Perón, creía que venía Perón y que Perón podía reordenar el país y que a partir de allí podíamos despegar. Eso era lo que creíamos aquellos que formamos parte de la Juventud Peronista. Fue una época de gran debate”, agregó.
A partir de entonces, Mouillerón - y Lester que vivía muy cerca- contaban con una posta de vigilancia en la esquina de su casa. Debieron comenzar a dar cuenta e informar a la Comisaría de viajes, cambios de domicilio y hasta de automóvil. En alguna oportunidad intentó volver a los ensayos pero se presentó un uniformado para ordenarle que podía seguir con Santamarina pero que deje el teatro. Por estar en listas negras llegó a pasar algunas semanas fuera de la ciudad.
“Los que estaban en la lucha armada hicieron lo que hicieron. Y los demás, lo que tratábamos era de seguir adelante, seguir haciendo una vida cívica lo menos conflictuada posible, por decirlo de alguna manera. De política, obviamente, no se podía hablar. Aunque sí lo hacíamos de manera clandestina, pero era todo un problema. Esta era una ciudad donde todos nos conocíamos”, concluyó.
“Se demostró que no era lo mismo”
Victorino Pugliese, referente del radicalismo local, hijo de quien fuera ministro y senador nacional Juan Carlos Pugliese, asumió como concejal tras la recuperación democrática de 1983, pero sus vínculos con la política se remontan tiempo atrás.
El 24 de Marzo, planteó, ya forma parte de la agenda nacional, aunque consideró que desde los 70’ a la fecha “hay muchísimos nuevos derechos humanos, como la alimentación y la salud, que no tienen la misma preocupación. Esto empezó con un movimiento importante de buscar la verdad y justicia en los inicios del gobierno de Alfonsín. Y después se fue politizando y creando distintas instituciones que, como tantas cosas en la Argentina, generaron antinomias en un tema al que deberíamos estar de acuerdo”.
Pugliese contó cómo durante los años previos al 76’, ya se vivía un clima de violencia política que motivó su participación activa en el movimiento de derechos humanos, en particular presentando junto a su hermano habeas corpus por detenidos políticos.
“Esto no empezó el 24 de marzo, empezó antes. Fue cuando la triple A, con López Rega a la cabeza, empezó la represión. En ese momento, como estábamos en democracia, había cierto estado de derecho, y los jueces fueron liberando a los que habían detenido”, señaló.
“Nosotros fuimos sus abogados, a pesar de no coincidir ideológicamente, trabajamos en lo que se llamaba la Juventud Política Argentina, y tuvimos una discrepancia de fondo con la Juventud Peronista en el ejercicio de la violencia. Ellos empezaron como nosotros se convirtieron lentamente en el brazo político de los montoneros. Nosotros eso no lo compartimos”, sostuvo.
El de 1976 fue, según estimó, su “cuarto o quinto golpe militar durante mi vida, entonces lo tomamos como un golpe militar más”. El 24 de marzo entonces, “fue un día más, un día como hoy”. Sin embargo, tiempo después, “se demostró que no era lo mismo. Esta fue una dictadura”.
Zanatelli, explicó, no era una persona conocida en la ciudad. “Era el jefe del Distrito y era normal que ocupara ese lugar. No lo conocíamos, no era de Tandil tampoco. Apareció como intendente y en eso tuvo cintura para comunicarse con la sociedad”, planteó.
Si bien recuerda algunas manifestaciones de fuerza de parte de las Fuerzas Armadas, como movilizaciones de tanques, “al día siguiente abrieron los negocios”. Para Pugliese “es difícil entenderlo después de 40 años de democracia”, concluyó.
Recibió amenazas telefónicas, e incluso tuvo que alejarse algunos días de la ciudad. Pero continuó ejerciendo como abogado y en el año 1983 asumió como concejal durante la reapertura democrática, en el marco de un momento y un contexto nacional que recuerda como uno de los más significativos de la historia argentina.