Terapia anticonvulsivante en animales: cuándo y cómo iniciar el tratamiento
El tratamiento de la epilepsia en mascotas debe ser abordado con un enfoque integral.
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La decisión de iniciar una terapia farmacológica anticonvulsivante en animales debe basarse en diversos factores, como la frecuencia y gravedad de las convulsiones, las características del cuadro clínico neurológico y la preocupación del propietario. En términos generales, no se recomienda medicar a un animal que haya presentado una crisis epiléptica única u ocasional, aunque sí es necesario realizar una investigación diagnóstica de inmediato.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn definitiva, el tratamiento de la epilepsia en mascotas debe ser abordado con un enfoque integral, priorizando el bienestar del animal y ofreciendo a los propietarios información clara sobre las expectativas y cuidados a largo plazo.
Está indicada principalmente en animales con epilepsia idiopática o criptogenética (se caracteriza por convulsiones recurrentes sin una causa aparente). No obstante, no debe aplicarse ante una crisis única u ocasional, aunque sí debe iniciarse rápidamente la investigación diagnóstica.
En casos en los que surgen por desórdenes cerebrales estructurales, se requiere una terapia adicional adaptada a la causa de la enfermedad. Asimismo, es importante evitar el uso de anticonvulsivantes cuando el origen de las crisis cerebrales es extracraneano, ya que en estos casos el tratamiento debe estar dirigido a la causa primaria de la convulsión.
Si bien la eliminación completa de las crisis epilépticas es lo ideal, un objetivo más realista es reducir su frecuencia e intensidad sin generar efectos colaterales que disminuyan la calidad de vida del animal.
Vale mencionar que la mayoría de los fármacos antiepilépticos pueden causar ligera sedación, polidipsia (sed excesiva), poliuria (producción de una cantidad excesiva de orina) y polifagia (aumento anormal de la necesidad de querer comer). Por ello, los propietarios deben estar informados sobre el período de acumulación de los medicamentos, su vida media y sus efectos sobre el metabolismo hepático.
Es común que se requieran evaluaciones periódicas y ajustes en la dosis para alcanzar efectos óptimos. A pesar de la terapia anticonvulsivante, entre un 20 y un 30 por ciento de los animales pueden no responder adecuadamente al tratamiento. En estos casos, es fundamental buscar alternativas pero sin abandonar la medicación, ya que los anticonvulsivantes, además de su efecto antiepiléptico, también poseen un efecto neuroprotector.
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Por estos motivos, aunque el animal no se halle por completo libre de crisis epilépticas, el daño que ellas provocan será considerablemente menor si se encuentra medicado, ya que se evita el deterioro neuronal progresivo.
La expectativa de curación es una inquietud frecuente entre los propietarios. Datos provenientes de la medicina humana indican que si un paciente tratado se mantiene libre de crisis por un período prolongado (3 a 5 años), con electroencefalogramas dentro de parámetros normales, puede reducir la dosis de medicación gradualmente hasta abandonarla en un lapso de 3 a 6 meses.
En estos casos, 1 de cada 4 pacientes logra una presunta curación, que implica el abandono completo de la medicación anticonvulsivante. Estudios en perros de raza Labrador retriever y en gatos con trastornos epilépticos sugieren que algunos animales pueden alcanzar este objetivo, aunque la mayoría requiere medicación diaria de por vida. El fenobarbital es considerado como la droga de elección en los caninos y en los felinos. Este fármaco es el prototipo del grupo de barbitúricos que poseen actividad antiepiléptica específica a dosis inferiores a las que producen sueño. Es eficaz en crisis tonicoclónicas.
Otro estudio llevado a cabo con base en una población hospitalaria indica que entre el 30 y el 40 por ciento de los animales epilépticos quedó libre de convulsiones con tratamiento antiepiléptico.
En un estudio sobre 30 gatos con trastornos epilépticos, luego del tratamiento, 7 de ellos no tuvieron más convulsiones, mientras que otros 6 mejoraron su condición en términos de alargamiento del período interictal.
Con respecto al momento de iniciar el tratamiento, existe cierta controversia sobre el periodo interictal (lapso de tiempo que transcurre entre dos crisis epilépticas). La propuesta más reciente, basada en el consenso IVETF 2015 de medicina veterinaria, sugiere comenzar la medicación cuando las crisis ocurren con una frecuencia menor a tres meses entre sí.
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