Historias por el mundo
"¿Qué hace un argentino en este pueblo?": la vida del tandilense Nicolás Iraola en Polonia
El entrenador de tenis Nicolás Iraola recaló en una ciudad polaca después de vivir cinco años entre Australia y Nueva Zelanda, e irse a probar suerte a España. El joven de 33 años empezó a pegarle a la pelota en el club Uncas y vivió varios años en Olavarría antes de migrar. El encanto de conocer nuevas culturas y experiencias, y la nostalgia de la amistad "a la argentina", algo dificil de conseguir en otras partes.
En Polonia ahora es invierno y la temperatura se mantiene por debajo de los cero grados. La arquitectura brutalista permanece impávida bajo la nieve. En una localidad llamada Siedlce, a 100 km de Varsovia, vive desde hace unos meses Nicolás Iraola, tandilense de crianza que se gana la vida como entrenador de tenis. Pero antes de desembarcar en Europa, estuvo cinco años en Oceanía. Y antes de eso, enseñó tenis en Olavarría. Y mucho antes, cuando tenía 8 años, se mudó con su familia a Tandil.
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Nicolás Iraola nació hace 33 años en La Plata, pero el trabajo de su padre a mediados de los años 90 se trasladó con su familia a las sierras. Educado en el colegio Sagrada Familia, a los 11 años empezó a jugar al tenis en Uncas y a los 18 empezó a dar clases. La raqueta y su tenacidad le permitieron recorrer el mundo y vivir diversas experiencias, que compartió desde Polonia con El Eco de Tandil.
“Jugaba más que nada en Uncas, pero también entrené en Independiente, hubo un tiempo que entrené en el Hípico; entrené con la academia del Negro Gómez -cuando estaba en Independiente- y con Luis Delgado y Emiliano Peralta en Uncas. Cuando tenía alrededor de 21 años me fui a Olavarría y la parte laboral de tenis me formé más que nada en esa ciudad. Estaba en Loma Negra, el pueblo donde está la fábrica, y ahí ayudé a refaccionar unas canchas de tenis que había abandonadas y volví a dar clases de tenis. Me dediqué toda la vida a la parte de competencias, si bien he hecho la parte de escuelita, o la parte social de adultos, siempre el foco mío estuvo en la parte de competencias, en los chicos que compiten”, compartió.
Después de algunos años en Loma Negra, se fue a trabajar al club El Fortín de Olavarría, donde construyó cuatro canchas con ayuda de su familia. La vida transcurría calma entre el club y los entrenamientos, hasta que le surgió la posibilidad de migrar a Nueva Zelanda en 2019.
“¿Por qué me fui a Nueva Zelanda? En un principio porque quería aprender inglés, nunca había estudiado inglés, no sabía hablar inglés, y sentía que era un paso importante para lo que yo me dedicaba, poder hablar dos idiomas. Por otro lado, un amigo mío se fue primero para allá, me contó cómo vivía, cómo era la situación. Tengo la suerte de tener la nacionalidad italiana, lo que me facilitó mucho la visa Work and Holiday, y el hecho de tener un amigo allá también me hizo las cosas más fáciles porque tuve a dónde llegar”, expuso.