Pese a los avances, el cannabis medicinal aún encuentra resistencias y falencias legales
La ONG Cannabis Medicinal Tandil retomó su agenda de actividades con el énfasis puesto en las capacitaciones a profesionales y la despenalización del cultivo.
En lo que parece ser una búsqueda consolidada para modificar la situación actual del cultivo y uso del cannabis en Argentina, la ONG Cannabis Medicinal Tandil retomó sus charlas informativas y continúan con sus actividades de cara a un año que se presenta como agitado en la materia.
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La referente de la agrupación, Ana María Fazekas, y la médica María Polifroni, quienes encabezaron el encuentro que tuvo lugar el último sábado en el Teatro de la Confraternidad, expusieron que aunque se ha avanzado mucho todavía quedan resistencias y opera el desconocimiento a la hora de recomendar los tratamientos.
“Hay desconocimiento y resistencia, los médicos nos basamos en evidencia científica pero no se pueden hacer trabajos de investigación porque es una sustancia ilegal” reseñó la profesional. Además, enfatizó en que es “injusto” porque para hacer estudios con pacientes deben suministrarles el cannabis a la mitad de ellos y al resto simplemente placebos para poder analizar los efectos. “A la gente que no le das el tratamiento la perjudicás”, observó.
Las falencias de la ley
En la ciudad se registran mil usuarios de cannabis medicinal y más de 120 médicos que acompañan la iniciativa, en exitosa comunión con importantes actores sociales como la Universidad Nacional del Centro, el Sistema de Salud Pública, el Estado municipal y la Asociación de Abogados local. Pero aún queda por vencer el escollo legal, que sigue penalizando el cultivo y criminalizando la tenencia para consumo. En ese sentido, Fazekas señaló que “es un año bisagra, apuntamos a que se empiece a trabajar con la despenalización y eso va a llevar tiempo”.
A fines de enero, la ministra de Seguridad nacional, Sabina Frederic, se reunió con referentes del uso medicinal de esta planta con el fin de modificar la reglamentación de la ley 27.350 y propiciar un acceso más justo a la sustancia, con un registro de cultivadores y la venta de aceite en farmacias incluidas.
Desde 2017, la ley 27.350 promueve la investigación médica y científica del uso medicinal de la planta de cannabis y sus derivados y tiene por objeto establecer un marco regulatorio para la investigación de su uso medicinal, terapéutico y/o paliativo del dolor. La legislación no contempla el autocultivo, que siguen estando en una suerte de clandestinidad. Esto se vincula al artículo 8, que originalmente buscaba crear un registro de usuarios y familiares para “eximirlos” de la aplicación del artículo 5 de la Ley 23.737 (de Estupefacientes) que, entre otras cosas, condena el cultivo.
De acuerdo a la normativa actual, no se prevé una autorización del autocultivo, ni mucho menos un mecanismo de cobertura ante eventuales allanamientos de las fuerzas policiales. En este caso, el Gobierno anterior optó por apostar a una reglamentación más restrictiva, que acota la utilización del cannabis para pacientes que padecen epilepsia refractaria –cuyo tratamiento está autorizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)–, y crea el “Programa nacional para el estudio y la investigación del uso medicinal de la planta de cannabis, sus derivados y tratamientos no convencionales”.
Capacitaciones
La ONG junto a la diputada provincial Melisa Greco están elaborando un proyecto para que Tandil sea sede de capacitaciones para profesionales en el tema. La capacitación de profesionales de la salud es otra de las aristas de capital importancia en la problemática, ya que prácticamente no existe un abordaje formativo en las currículas de la carrera. “Los médicos son los que acompañan al paciente con buena voluntad, pero hace falta formación”, expresó Fazekas.
Lo que sucede al respecto es que en general, en la formación académica, se aborda el consumo de cannabis como uso problemático, como droga de abuso y nunca como medicina. La idea es ampliar el conocimiento y que el personal de salud esté formado sobre el uso de cannabis medicinal, separado del uso problemático. Este nuevo abordaje resulta útil en el tratamiento de muchas enfermedades específicas si está bien indicado.
Vida sin dolor
Ana María puede narrar en primera persona su experiencia con el dolor y el alivio que le proporcionó la tintura de cannabis a su dolencia. El intenso dolor que sentía en todo su cuerpo –diagnosticado como fibromialgia- fue el punto de partida para comenzar a indagar acerca de los efectos del aceite cannábico y sus usos como paliativo.
“Me funcionó muy bien, hace un año que no estoy tomando más, me tengo que cuidar porque estoy diagnosticada. Pero cambió mi vida, yo no podía colgar la ropa, no podía levantar los brazos”, relató. Y añadió: “No puede ser que la vida sea dolor”.
Asimismo, Polifroni remarcó que el tratamiento con diferentes extracciones de la planta (vaporizador, comestible, aceite, tintura) funciona en una amplia variedad de casos. “El dolor es por lo que más se consulta y están cansados de tomar medicación. Tramadol, morfina, son medicaciones muy duras, pero el cannabis actúa como coadyuvante de la medicación, y con eso se sienten mejor. Hay distintas aplicaciones y diferentes mecanismos de acción”, explicó la médica.
Aceite industrial vs. autocultivo
Desde julio del año pasado, las farmacias bonaerenses están autorizadas a entregar aceite de cannabis a pacientes con prescripción médica, tras suscribir un convenio con el Estado provincial. Esta medida solamente alcanza a pacientes con epilepsia refractaria resistente a los tratamientos disponibles. El aceite de cannabis que contempla el convenio es el Charlotte’s Web, destinado a este tipo de patología.
En este punto, ambas bregaron por la importancia del autocultivo y la preparación de las sustancias, además de la extensión del uso a otras patologías y síntomas.
En esa línea, valoraron la producción casera y artesanal por encima de la producción industrial, que le quita propiedades a la planta. “El producto que haces con tu planta tiene un efecto séquito, además de los cannabinoides, cuando se hace un aceite con toda la planta se potencian las propiedades y actúa de forma integral. No se ha logrado industrializar ese efecto séquito”, detalló la especialista.
“Está bien que esté al alcance de la gente en una farmacia, en una universidad, en un hospital público, pero también que se permita el cultivo”, refrendó Fazekas.
Cannabis Medicinal seguirá en 2020 con sus reuniones mensuales abiertas a todo público los primeros sábados de cada mes a las 10 en el Centro Cultural Universitario, Yrigoyen 662.