Mónica Pinto, una mujer en estado de derecho
Por sintético que uno pretenda ser a la hora de consignar el currículum de la doctora Mónica Pinto, la tarea puede resultar infructuosa. Porque esta joven mujer ?de palabras sencillas e ideas claras- acumula en su trayectoria como profesional una serie de títulos y pergaminos que ocuparían buena parte del espacio dedicado a esta nota.
Como docente colaboró con la Escuela de Derecho de Azul y una vez que ésta pasó a ser Facultad, habitualmente regresa para dar clases abiertas. Precisamente, lo hizo días pasados, oportunidad en la cual tuvo oportunidad de dialogar con La Vidriera.
Comencemos por decir que es abogada y doctora, graduada en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y concluyamos en que pasará a formar parte de la historia como la primera mujer en ocupar el decanato de esa unidad académica.
Sencilla, como dijimos, se define como ?la hija mayor de dos hermanos de una familia de clase media argentina. Una familia de origen judío?.
Su padre llegó a Buenos Aires a principios de la década de 1940, proveniente de Marruecos, en el norte de Africa. La mamá, argentina.
Dice que es un ?claro producto? de la educación pública de nuestro país. ?Hice el jardín de infantes, toda la primaria, toda la secundaria, la facultad y hasta el doctorado en la educación estatal, laica y gratuita?.
Sus hijas siguieron esa tradición ?compartida por su esposo-, aunque aclara que ?hicieron la primaria en una escuela privada, porque no conseguí que ingresaran a una pública que yo creía de calidad?. No obstante, ambas estudiaron el secundario en una pública, al igual que la universidad?.
Confiesa que tuvo ?algunas dudas? mientras estudiaba, pero cuando se recibió de abogada le ?encantó? su profesión. ?Al principio me dediqué a la investigación científica. Estuve en el Conicet, fui becaria de iniciación, de perfeccionamiento y miembro de la carrera?.
Una de las tantas crisis económicas que afrontó el país ?puntualmente, durante el gobierno de Raúl Alfonsín- hizo que tuviera que ?salir a buscar otra cosa porque teníamos salarios congelados. Yo venía llevando una carrera docente en paralelo. Desde que me recibí, básicamente, fui ayudante de cátedra en la Facultad de Derecho de la UBA, adonde entré en el 70 como estudiante y me quedé?. Hasta hoy, precisamente a punto de ocupar el lugar más alto al que puede aspirar un profesional académico.
?Tuve la posibilidad de hacer derecho internacional desde el Estado con dictámenes en el área de Derechos Humanos. Después me gané un puesto por concurso en la Dirección de DD.HH. de la Cancillería, donde me quedé hasta que el rector de la UBA me ofreció la presidencia de Eudeba (Editorial Universitaria de Buenos Aires?.
La carrera académica la recorrió peldaño a peldaño: ayudante de segunda, ayudante de primera, jefa de trabajos prácticos, profesora adjunta interina, profesora regular, profesora titular ?cargo que ocupa en la actualidad-. ?Fui secretaria académica por dos períodos con Andrés D`Alessio en la UBA -en 2002 y en 2004, y vicedecana del 2002 al 2006 en el primer mandato de Atilio Alperini?.
Asume que tuvo ?suerte? en poder dar clase en el extranjero en varias oportunidades y de darse cuenta ?de lo bueno y lo malo que tenía nuestra educación. Fui profesora visitante en Columbia en Nueva York dos veces, estuve de profesora visitante en París en el `97, en el 2005 y en el 2009. Di clases en la academia de La Haya?. Y sigue.
La posibilidad de estar al frente de un alumnado distinto al nacional, de preparar un programa, de dar un curso y de evaluar le permite asegurar que ?el estudiante de la UBA del segmento superior es el mejor de los mejores; en el segmento subterráneo está desapareciendo porque tenemos pautas de regularidad que hacen que cada día haya menos posibilidad de dar 18 veces una materia, y el pelotón del medio creo que tiene una buena formación?.
Allí encuentra un ?pero? y anticipa que ?una de las cosas que me propongo hacer en estos cuatro años de decanato es tratar de invertir para que su calidad de formación sea un poco mejor de la que es?.
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-Es conciente de que es protagonista de un hecho histórico, como la primera mujer en ocupar el decanato de Derecho de la UBA?
-A mí me caen muy lentamente las fichas. Todavía no he enloquecido de la alegría. Creo que es un proyecto que constituye un desafío mayor. Me parece que antes de esta candidatura mía al decanato, la facultad tuvo mujeres con las mismas o mayores capacidades que yo para poder candidatearse. Me parece que mi candidatura encontró un momento histórico que la hizo posible. Mentiría si dijera que tuve que pelear para lograr mi candidatura. Se fue instalando, no sé si sola; quizás sea el producto de más de 30 años en la facultad. Así como en algún momento pude percibir que todavía hay expresiones de la desigualdad entre hombre y mujer que están latentes, que son más o menos explícitas, mentiría si dijera que fue una batalla campal instalar la candidatura de una mujer.
También debería decir que establecer una candidatura mía para el decanato contó con el apoyo y `la bendición` de la mayoría de los hombres y mujeres sabios de la facultad. Todos los jurisconsultos y eméritos estuvieron a favor de esto. Creo que todo el mundo acompañó y lo vio como algo que naturalmente debía darse, lo cual es una cosa interesante porque no hubo que pelearse con nadie para hacerlo
-¿No hubo un grado de resistencia concreta?
-Inauguramos una lista de unidad que negociamos con quienes tradicionalmente se van a la minoría en estos períodos y la realidad es que cuando estábamos negociando yo le decía al colega que había venido a hablar conmigo, `mirá que este es un país que no tiene tendencia respetar las alianzas. Estas son las diez pautas de gobierno que yo creo que tendría que tener la facultad. Fijate si te cuadran, si querés que las cambiemos, si crees que las podemos hacer juntos. Y si esto te parece, vamos para adelante. Pero para adelante en un proyecto. Porque yo voy a ser la primera en reprocharte que al día siguiente de los comicios nos partamos`.
Le tengo mucha fe a esta lista de unidad y creo que la gente la legitimó. Porque de lo contrario hubiera sido una negociación entre diez o quince. Y de un padrón de 605 profesores regulares, vinieron a votar 403. Tuvimos 29 votos en blanco y 5 ó 6 nulos.
-Esto la posiciona para que el paso siguiente sea el rectorado. ¿Lo piensa así?
-No está en mis planes inmediatos. Eventualmente podría llegar a ser. Lo que digo es que hoy tengo ideas para manejar la facultad, que tienen que ver con el día a día. La facultad es un ámbito que llevo muy `caminado`. Caminar es una metáfora que va más allá del hecho físico de recorrerla. Para mí, caminar la facultad supone saber qué es lo que pasa, qué dicen los carteles en los pasillos, que pasa en las aulas. Es tomarle la temperatura. Y creo que este es un lugar al que le tengo tomada la temperatura hace un montón de tiempo. En base a eso, uno tiene ideas para la facultad. Nunca me puse a meditar una idea para algo más grande como puede ser el rectorado. Quizás venga solo. No lo sé.
Apuntalar la calidad educativa
-¿Podría citar tres o cuatro objetivos principales y concretos que piensa aplicar?
-La facultad está en muy buen estado edilico, administrativo y de gestión. Esto es algo para agradecerle a (el actual rector Atilio) Alperini. Porque lo que uno tiene por delante es hacer cosas que a uno le gusten y que le parezcan buenas. No hay que construir ninguna de las principales funciones de la facultad ni destruir nada para hacerlo de vuelta.
En el nivel de la enseñanza, deberíamos ponerle algunas fichas más a la calidad. Básicamente si pudiéramos apuntalar la enseñanza presencial con algunos métodos de educación a distancia que permitan que la gente pueda completar su trabajo de asistencial a clase. Y al mismo tiempo si pudiéramos ayudar al estudiante con una oferta más importante de práctica de la enseñanza de la que tenemos hoy. Al mismo tiempo sería una manera de darle a la sociedad un servicio jurídico gratuito. Si además pudiéramos conseguir fondos que permitieran financiar programas para estudiantes que solamente tuvieran que preocuparse por tener una buena calidad de aprendizaje, sería fantástico. La facultad tiene programas de intercambio con otras partes del mundo. Deberíamos contar con fondos para decirle a un estudiante `vos solamente tenés que rendir un examen, tenés que preocuparte por ser bueno. Y la facultad te puede dar el dinero para mantenerte los cuatro o cinco meses que tengas que estar en Nueva York, en Boston en Nueva Orleans, en París..`. De manera que esto no se restrinja como desgraciadamente está sucediendo hoy a que se candidateen los estudiantes de clase media alta que tienen la posibilidad de pagarse los cuatro meses afuera. O para que podamos enriquecer la enseñanza local trayendo profesores invitados. Preocuparse por elevar la calidad de enseñanza.
Al mismo tiempo creo que la facultad tiene que ser un actor de la vida nacional. Y como dice el estatuto, tenemos que estudiar los problemas que hay en la sociedad en lo que tenga que ver con el área del derecho. Porque es la sociedad la que nos paga, tenemos que estar en condiciones de esclarecerla sobre determinados temas de derecho o de plantearle las dudas que tenemos.
Por otra parte creo que a la facultad hay que darle una mejor inserción internacional de la que tiene hoy. Probablemente esto sea una deformación mía, ya que hago derecho internacional desde hace 30 años y no me cuesta hacerlo. Y sé que la Facultad de Derecho de la UBA está en condiciones de trabajar con las facultades de cualquier lugar del mundo y posicionarse más de lo que está.
Queremos implementar cursos de posgrado, que los profesores encuentren que la facultad su lugar de reunión. La idea es poder preparar profesionales con una formación básica muy sólida, que sean concientes de que viven y trabajan en un mundo que es plural, que tengan un sentido social interesante y que sepan que el principio y el fin de la vida del Estado es proteger la libertad y la dignidad de todas las personas.
La Facultad de Azul, un logro
-Desde la Facultad de Derecho más importante del país, como es la de la UBA, ¿se piensa en traccionar regionalmente con la Unicén y otras universidades?
-Creo que las universidades públicas estamos llamadas a trabajar juntas. La Universidad Nacional del Centro y su Escuela hoy devenida a Facultad de Derecho va a ser uno de esos lugares en los que uno tenga ganas de trabajar. Yo y varios profesores de la UBA llegamos a esta casa por el compromiso que teníamos básicamente con (la decana) Laura Giosa.
Laura se formó en una universidad pública, trabajó en Facultad de Derecho de la UBA y cuando vino a proponernos que viniéramos a dar clase acá y todos, yo incluida, alegamos que uno tiene muchas cosas que hacer y que Azul queda a 300 kilómetros de Capital, ella tuvo el argumento: `nosotros queremos hacer la mejor facultad de derecho. Si nos preocupamos por elegir los que consideramos que son los mejores en distintos temas y esos no tienen tiempo de ayudarnos, después no tienen capacidad para decir que las universidades del interior son menos idóneas que la Universidad de Buenos Aires`.
Y fue algo así como un tiro que dio en el lugar exacto. Y dije `esto hay que acompañarlo`. Creo que aquí se llevó a cabo un proceso muy interesante que permitió que varios profesores elegidos por la Escuela de Azul pudiéramos venir a contribuir y no a dominar; nadie vino a hacer imperialismo.
Recuerdo que cuando pasaron los concursos y ya hubo profesores regulares, varios profesores como yo dijimos `ya está, este lugar ya puede armar sus claustros docentes quizás no es tan necesario que uno siga viniendo?.
Creo que Azul quedó inexorablemente bajo el efecto del año 2006, con mucha turbulencia en las universidades de Buenos Aires, de La Plata y luego en Córdoba y que aquí hubo una tormenta importante a la luz de lo que es la dimensión de la Escuela de Derecho de la Unicén.
Estos acontecimientos fueron la que la propulsaron a Laura de la Secretaría Académica a ser la directora de la Escuela, a pedido del cuerpo docente y de los estudiantes. Creo que con una terrible juventud y en un momento que me consta no pensaba actuar en estas cosas. Fue un piloto de tormentas envidiable, que logró pasar la tormenta manteniendo la integridad de todo lo que le tocaba gerenciar y cuidar. Demostró un manejo político académico impecable, cuando logró que de escuela pasara a ser facultad. Tuvo la habilidad necesaria para hacerle comprender a todos que era importante crear una facultad de derecho, sin poder darle nada a cambio porque esto era una escuela. Creo que eso es un gran mérito de esta mujer.
Como estudiante era impecable, como docente es impecable, ha dado clases en el posgrado de la UBA este año y las evaluaciones de su curso, los comentarios han sido tan buenos como los que podría haber hecho uno.
Creo que la Facultad de Derecho de Azul ha tenido suerte, porque además tiene ese beneficio que no tenemos los más grandes que ella y es haber transitado por una universidad democrática a todo lo largo de su carrera. De haber estudiado con un plan de estudios diseñado por demócratas en democracia. Y esto da una soltura inicial que los más grandes, por más que queramos, no la tenemos
Yo aspiro a que Laura pueda seguir haciendo muy buenas cosas en esta Facultad.
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Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios