Graffitearon el frente de un comercio y quedaron registrados en las cámaras
El hecho sucedió en un local ubicado en San Martín entre Roca y Alsina. Dos jóvenes quedaron registrados en la cámara de seguridad del depósito mientras realizaban un graffiti.
Una indignante situación debió atravesar Germán Dorney al arribar a su negocio, ubicado en San Martín entre Alsina y Roca, y observar cómo la cortina metálica del mismo estaba graffiteada.
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Lo primero que hizo fue mirar las grabaciones de las cámaras de seguridad para ver si se advertía quiénes habían realizado el acto de vandalismo. En los videos, que luego compartió a través de las redes sociales, se distingue a dos jóvenes tomando vino y manchando el frente del negocio.
Resurge así nuevamente una vieja disputa entre quienes creen que el graffiti es una forma de expresión y de arte, y quienes sostienen que es un acto repudiable. La realidad es que podrían coexistir ambos pensamientos siempre y cuando el “artista” pidiera permiso para llevar adelante su obra. Pero en esta ocasión, como en tantas otras, Dorney no fue consultado y los chicos estropearon la fachada de su local.
El hecho sucedió en la madrugada, cuando no había nadie en el lugar. “Pintaron las firmas de ellos. En el video se ve que cada uno hace lo suyo; cada uno tiene su impronta y deja su marca en la cortina, hace su garabato”, señaló Dorney en diálogo con El Eco de Tandil.
En vez de realizar la denuncia, lo que decidieron hacer con su familia fue publicar las imágenes en el Facebook. Muchas veces la peor condena es la social, ya que te marca un estigma que difícilmente pueda ser removido. No obstante, según advirtió el damnificado, compartieron los videos para que llegara a muchas personas y si alguien los conocía, les avisara.
“Seguramente venían de la casa de alguien de la cuadra, o más arriba, y anduvieron haciendo esas maldades. Lamentablemente en el país en que vivimos nadie hace nada, los padres no hacen nada, y los chicos salen con esa educación. A todos les resbala la situación”, clamó con indignación y agregó que “a uno le cuesta tener el depósito en las condiciones que lo tiene, habilitado, con todas las reglas. Y bueno, pasan estas cosas. Como me ha pasado a mí, le han sucedido a muchos negocios, no soy el primero”.
Y ciertamente no lo fue. Meses atrás advertimos desde este medio que un comercio céntrico había amanecido con la persiana pintada luego de negarse a pagar por un servicio de “graffiti artístico”. Incluso, semanas más tarde se registró una situación un tanto más particular: no pintaron una pared o una puerta, sino que “estropearon” un camión. Según había manifestado el dueño del mismo, “quitar esa manchita” le costó alrededor de cuatro mil pesos.
Las cámaras no son un impedimento
Contó Dorney que está en aquel sitio desde hace aproximadamente seis años y que creyó que no le graffiteaban el negocio por el simple hecho de tener cámaras de seguridad. Sin embargo, el indignante hecho que vivió en las últimas semanas lo hizo cambiar de pensamiento.
“Yo pensaba que por el hecho de tener cámaras seguramente no me rayaban. Pero no, me tocó. Lamentablemente es así. Y veo que en Tandil pasa siempre lo mismo, y no hay una mecánica de acción, no se hace nada. A mí me pintaron la cortina, a un particular le pintan la casa, con el costo que eso conlleva”, exclamó el perjudicado.
Más allá del costo que pueda requerir el simple hecho de limpiar o tapar el graffiti, a Dorney lo que le molesta es el porqué: “¿Qué derecho tienen de hacer eso? Una persona de bien no lo hace, ni se le cruza por la cabeza. Pero es esa indignación de que en este país hermoso que tenemos hay este tipo de personas”.
Los videos fueron compartidos en Facebook hace algunas semanas con la intención de que llegara hasta algún vecino que reconociera a los vándalos. “A uno inocentemente le parece que va a venir una persona pidiendo disculpas o haciéndose cargo de eso. Pero en este país nadie se hace cargo de nada, ni de estas pavadas. Porque en definitiva es eso, hay peores cosas”, sentenció.
Al respecto, contó una anécdota de un comerciante amigo suyo que realizó el mismo procedimiento: robaron en su local, quedaron captados en las imágenes y las compartió en las redes sociales. Al día siguiente, el delincuente regresó, pidió disculpas, devolvió lo hurtado y pidió por favor que retiraran el video. “En definitiva uno busca eso, un poco de arrepentimiento”, reconoció Dorney.
Igualmente no es ese el único objetivo con el que publicaron las grabaciones, sino que también fue para que la gente se enterara de lo que estaba aconteciendo. “He visto personas que pintaron su casa porque los graffitearon y al otro día se la volvieron a rayar”, contó.
“No sé cómo reaccionaría”
La verdad es que uno no sabe cómo reaccionaría ante una situación como estas hasta que las vive. Mientras tanto, puede hablar u opinar de lo que haría.
En esta oportunidad fue Dorney quien lo sufrió pero se enteró al llegar a su local por la mañana. No pudo agarrar a los jóvenes en el acto. “Yo no sé cómo reaccionaría con un pibe de estos si llego a estar a esa hora y los encuentro haciendo eso”, evaluó.
Finalizó explicando que “a uno le cuesta un montón todo” y que indigna que estos chicos “que no tienen más educación que esa” te estropeen todo.