Falleció un gran hacedor, Demetrio Brutti
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Brutti nació en Bosco Chiesanuova, Verona, Italia, el 28 de julio de 1921 y residía en Tandil desde 1927. Realizó la escuela primaria y primer año comercial inclusive, en el Colegio San José.
Casado con Irma Rosa Blottner tuvo cuatro hijos: Mabel Teresa, Carlos Emilio Pedro, Miguel Omar y Enzo Juan, que le dieron ocho nietos.
Fue presidente de la Cámara Empresaria, en un período en el que Tandil empezaba a posicionarse y enfrentarse a intereses políticos y económicos que sólo él y otros dirigentes supieron afrontar.
Escribió el historiador Daniel Pérez precisamente sobre aquel hombre que cumplió todos sus deseos, incluso escribió un libro cual testigo privilegiado de casi un siglo, entre vivencias, historias familiares y de trabajo: “Don Demetrio Brutti es en Tandil más que un hombre común. Representa esa clase de personas que asumieron una vida de trabajo y compromiso con la sociedad, sin esquivar iniciativas que fueran al servicio de la comunidad”. “La fuente documental plasmada en aquel libro presentado el año pasado no hace más que pintar a un hombre de acción, un hacedor”. Dijo Pérez que Brutti “trajo desde la Italia de la posguerra su apego al trabajo, la familia y la comunidad y en Tandil encontró la tierra fértil donde avanzar no sólo en proyectos personales sino muy especialmente comunitarios. Así la Cámara Empresaria, la Universidad, el deporte, la tercera edad, la Iglesia, entre otras instituciones lo han tenido y tienen como un colaborador desinteresado e incansable”.
Su injerencia en el medio le valió varios reportajes en este Diario, en el que dio cuenta de su vida y obra. Habló sobre sus preferencias, como la lectura de diarios, historia antigua a partir de la Biblia ("por todo lo que allí se habla sobre pueblos milenarios"); algo de artes plásticas, y también un amante de la música clásica, italiana, española, tango y folclore.
Se definió como simpatizante del fútbol, específicamente de Boca, aunque aclaraba que no era lo que se conoce como un “hincha, sino apenas un poco de simpatía”.
Además de ocupar la presidencia de la Cámara Empresaria, fue directivo de diversas instituciones, colaborador de entes comunales inclusive.
Con su hermano Ulises y su padre, fueron de los primeros comerciantes y talleristas de bicicletas que hubo en Tandil. Antes que ellos, en la década del veinte, estuvo Casa Bardelli.
Sobre Tandil, se autodefinía como un tandilense por adopción y se decía un enamorado de Tandil, ciudad que habitó desde el 23 de enero de 1927.
“Aquí se dan todas las condiciones para llegar a ser una gran ciudad. Pero lo mejor para mí no sería llegar a ser una ciudad demasiado grande. Tandil debiera continuar siendo lo que es hoy: una ciudad que lo tiene todo pero que a su vez tiene algo de pueblo, donde toda la gente se conoce, se saluda; una ciudad que no adquiera un crecimiento desproporcionado, sino que crezca con bases sólidas, con buena gente, buen trabajo, buenos pavimentos, obras públicas, etc.”, decía Don Demetrio en una entrevista a La Vidriera hace unos años. Su pensamiento seguirá vivo, como su obra, porque su paso no fue en vano.
Sobre el autor
Más de 142 años escribiendo la historia de TandilEste contenido no está abierto a comentarios