Día del Ejército Argentino
En primera persona: el relato de un soldado argentino
El relato de Luis Noailles French, en el Día del Ejército Argentino.
El Ejército Argentino data del 29 de mayo de 1810, cuando la Primera Junta de Gobierno dio nacimiento formal a la fuerza al reconocer el trabajo de las tropas militares durante el proceso revolucionario, y "elevó a Regimientos a los batallones existentes y reorganizó las unidades dispuestas en todo el territorio", recuerda la Universidad de la Defensa Nacional (Undef).
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El 28 de mayo de 1810 "se había gestado el Departamento de Gobierno y Guerra, cuyo secretario fue Mariano Moreno. De inmediato, se expidió un Bando de la Junta que ordenó la entrega de armas de cualquier tipo en poder de los particulares, con el propósito de asegurar el armamento de una fuerza orgánica", rememora.
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De esa forma, continúa, "se institucionalizaron las fuerzas existentes, se dieron los primeros pasos hacia la formación del Ejército Patriota que luego comenzaría el camino hacia la Independencia, declarada seis años después".
En el marco de un nuevo aniversario del Ejército compartimos lo expresado en un escrito por el Mayor de Caballería D. Luis Noailles French
"A fines de 1933 volvíamos de la Cambai situada al Norte del río Mocoretá, en la Prov. de Corrientes. Luego de realizar unas maniobras muy lluviosas, atravesamos el nombrado río, con 1.000 metros de ancho a nado y 5 kms de bañados, cansados y con la ropa húmeda.-
A la cabeza de la columna marchaba el Tte. Cnel. Donovan con su ayudante el Subteniente Espinosa.- Atrás de ellos me encolumnaba yo con la bandera de guerra enfundada, luego los 5 escuadrones.- Serían las 11 de la mañana y el sol rajaba la tierra y la humedad era insoportable. Desde una lomada vimos un grupo de chicos, acompañados por una maestra de no más de 20 años que corrían hacia el camino. Al fondo se divisaba una escuela rancho y su bandera.
El Tte. Cnel. Donovan ordenó al corneta dar “órdenes de alto”, y el Regimiento se detuvo. Luego hizo tocar Prepararse para desfilar, y a mí me ordenó: “Subteniente, desenfunde la bandera”. Hizo pasar la banda al frente y esperamos que la Señorita maestra llegara con los chicos al alambrado. Comenzó a tocar la banda y él se dirigió hacia el grupo de alumnos, y saludando a la Señorita le pidió permiso con su sable desenvainado para iniciar el desfile.
“Los chicos eran una sola boca abierta” y la maestra no paraba de llorar por la emoción.
Cuando el Jefe regresó a su posición, todo el Regimiento 6° de Caballería rindió honores a la maestra y a sus alumnos, mientras las lágrimas brotaban silenciosas y ése grupo humano argentino miraba absorto a las armas de la Patria que reconocían sus sacrificios por hacer cada día algo por la Argentina.
Fue para mí el más brillante desfile de toda mi carrera militar, que hoy a mis 86 años (1998) me emociona hasta las lágrimas, cuando recuerdo el momento que Dios me permitió vivir."