“Vivir una pandemia del otro lado del mundo es una locura”, afirmó una tandilense en México
Delfina Grasso (20) viajó el 9 de diciembre a Estados Unidos por un programa de work and travel de la Unicen. El último tramo de su travesía transcurrió en México y tenía vuelo para regresar al país el 20 de marzo por Latam. El caos la llevó a refugiarse en la casa de una amiga, en Baja California Sur, y hace un mes que aguarda una solución para regresar a Tandil. Los detalles de una experiencia que no olvidará.
Con sólo 20 años, la tandilense Delfina Grasso transita este momento histórico para la humanidad lejos de su familia, refugiada en la casa de una amiga en México. Su espíritu entusiasta y sus ganas de abrirse paso al mundo la llevaron a emprender un viaje que comenzó el 9 de diciembre y que debía finalizar el 20 de marzo pasado. Ahora, con valentía y entereza, en plena pandemia, aguarda una oportunidad para regresar a Tandil.
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Los jóvenes de esta ciudad que quedaron varados en diversos países del extranjero están conectados y siguen las noticias de la suerte que corre cada uno de ellos. En situación de vulnerabilidad, todos comparten el dolor por ciertas opiniones de una parte de sus vecinos que los juzga y agrede por haber viajado al exterior sin previsiones sobre la dimensión que iba a cobrar el coronavirus. Sin embargo, la desesperación es grande y se animan a contar los detalles del caos que transitan.
Hubo una conexión entre los cuatro trabajadores del software varados en Cancún, la pareja que está en Lisboa (Portugal) y Delfina Grasso. Todos ellos se comunicaron entre sí y con este Diario para dar detalles de su situación.
La joven de 20 años, estudiante de tercer año de la Facultad de Económicas de la Unicen y sobrina del concejal radical Luciano Grasso, partió de la Argentina el 9 de diciembre a un programa de intercambio para trabajar que promueve la Universidad. Culminada esa experiencia, el 9 de marzo viajó a Ciudad de México y tenía un pasaje de regreso a la Argentina para el 20 de marzo, con la empresa Latam.
“Con todo esto que pasó, no me podía mantener sola en Ciudad de México, que es el triple de caótico que Buenos Aires, y fui a la casa de una amiga que vive en Baja California Sur, una península mexicana, y acá estoy, esperando tener noticias del regreso”, relató.
“Eran tres meses de puro trabajo en Estados Unidos y con la plata que ganaba, me iba de vacaciones a México sola, porque tengo muchos amigos acá”, dijo y explicó que en 2016 viajó a Polonia a un intercambio, donde conoció a varios mexicanos. “Después de 3 años, venía a verlos”, agregó y aclaró que “pensaba quedarme diez días y después volverme a Tandil porque de hecho ya empezaba las clases en la Universidad”.
Sin vuelo ni respuestas
Con temple, Delfina Grasso explicó que el anuncio del cierre de las fronteras argentinas “fue una locura” y le avisaron un día antes que no saldría su vuelo. “El 19 me mandan un mail de Latam que estaba cancelado. Igual, me lo venía venir. En ese momento, lo primero que se me ocurrió fue ir a la casa de mi amiga porque dentro de todas la circunstancias, estoy con su familia, contenida, acompañada, hasta saber bien qué es lo que tengo que hacer”, indicó.
“Eso fue un viernes y vengo a pasar el fin de semana, me llaman de Latam y me dicen ‘si te querés volver a Argentina, ándate ya para Ciudad de México que los vuelos salen únicamente de allá y si estás interesada en volverte a tu casa, ya venite’”, agregó.
Así fue que de inmediato, voló a Ciudad de México, justo cuando el presidente Alberto Fernández salía en una entrevista por Telefe, con Verónica Lozano, donde anunció que cerraría las fronteras, aunque aún no había firmado el decreto. “Ahí ser arma el revuelo”, dijo en relación a la decisión anticipada que tomó la aerolínea.
La estudiante permaneció tres días en la capital, donde recorrió las oficinas de Latam y del consulado argentino, donde el portero le mostró un cartel impreso que decía que estaba cerrado por el Covid-19 y que debía entrar a la página web. “Esa era la única respuesta de cancillería y del consulado. A todos nos pasó lo mismo, y no es que lo vi en Facebook, Twitter o Instagram, fui personalmente y encontré las puertas cerradas, tanto en Latam como en el consulado”, señaló.
Gestiones en pleno caos
Los argentinos varados en México superaban los 2 mil, aunque hubo algunos vuelos de repatriación. Los compatriotas se mantienen comunicados a través de grupos de Whatsapp, entonces los administradores se contactan con cancillería y los mantienen informados a todos.
“El proceso que tuvimos que hacer fue anotarnos en la lista de cancillería, que se dividía no sé con qué criterio, y otros se anotaron en la embajada. Esa lista se la mandan a Aerolíneas Argentinas y ahora, por suerte, también a Latam que la autorizaron a repatriar”, informó.
En ese sentido, contó que “te anotaban en la lista de cancillería y nos decían que nos iban a repatriar con Aerolíneas Argentinas, pero para irte en ese vuelo se comunicaban vía Whatsapp o mail y te mandaban un link de pago que salía 51 mil pesos argentinos ese pasaje. Pero yo ya tengo mi pasaje, por qué tengo que pagar otra vez”, cuestionó, al tiempo que explicó que muchos argentinos ya no tenían el dinero para afrontarlo, incluso estaban pidiendo ayuda económica, comida y alojamiento.
Por otro lado, se mostró confiada porque “ahora autorizaron a Latam a hacer lo que le dicen vuelos humanitarios, que son exclusivos para pasajeros Latam. Pero otro de los inconvenientes es que solamente salen de Cancun y la realidad es que hay muchos varados en Ciudad de México. Como hay gente que no puede ni comprar comida, tampoco pueden pagar un pasaje hasta Cancun”.
En ese sentido, confirmó que hay dos vuelos previstos, uno para el 22 abril de Aerolíneas y otro para el 26 de Latam, pero les confirman dos días antes si están en la lista. “Se va viviendo el día a día, no es tan programado”, señaló.
Altibajos en la pandemia
Sobre la situación que se vive en tierra azteca, describió que “no se están tomando muchas medidas. Por suerte para mí, porque si no estaría también varada acá. Hay muchos vuelos nacionales y demás. Si me llega a surgir algún vuelo, también lo puedo hacer gracias a que no cerraron nada de lo aéreo. Sí bajaron la cantidad”, relató.
En cuanto a su estado de ánimo, admitió que “al principio estaba más desesperada, ahora estoy más tranquila. Entiendo que la desesperación no es sólo de los que estamos acá. Es una situación que nos excedió a todos, que ni siquiera el Gobierno sabe bien cómo manejarla, tampoco las aerolíneas, pero la verdad es que es desesperante. Mi mamá y mis amigos me cuentan cómo es la situación allá, lo desesperante que es estar encerrado en una casa, pero vivir una pandemia mundial del otro lado del mundo es una locura”.
Agradeció a la familia Rendón Alverde, que la aloja durante estas largas semanas y valoró la solidaridad de los mexicanos y de los argentinos radicados en ese país, que contrasta con la ausencia de la cancillería.
“Tengo el privilegio de estar en una casa acompañada, no me falta nada. Lo único malo que me pasó, por llamarlo malo, es perder un cuatrimestre en la facultad, que era lo que entraba en mis planes: irme el verano a trabajar, llegar justo para empezar la universidad, mis clases, seguir mi año lectivo, y lo perdí”, contó.
Sin embargo, reconoció que “tampoco es tan grave, es un cuatrimestre, cuando hay gente que está perdiendo el trabajo. A veces lo leo en los diarios y parece tan ajeno; ahora estoy viviendo en primera persona que la gente está desesperada, diciendo que necesita volver porque no tiene los medicamentos, que están haciendo tratamientos oncológicos, cardíacos, asmáticos, y están perdiendo no solamente la salud sino también el trabajo. Es una locura”.