Una charla con Beatriz Harispe
Conocida mujer de nuestro medio, creadora y amante de la cultura. Escritora, psicóloga, esposa, madre y abuela que actualmente colabora con sus nietos en tiempos de la educación virtual. Y a pesar de los tiempos oscuros que se viven, siempre tiene una sonrisa a flor de labios apostándole a la esperanza de un mundo mejor.
“Psicóloga educacional, interesada desde siempre por los temas educativos, apasionada por las cuestiones inherentes al lenguaje, atraída por los procesos mentales que se desencadenan dentro del aula, se ha dedicado, con enorme paciencia, a estudiar los normales progresos que los niños realizan al aprender”.
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-Remontémonos a su infancia, la de los abuelos en casa ¿cómo los recuerda?
-Nací en 1942, luego de mi hermano Carlos. Papá era odontólogo, entrerriano y mamá maestra primaria. Crecí con los abuelos maternos Persson y Fernández Sánchez: él atendía molinos, baterías en campos, era armador de radios y radioaficionado. Colocó el equipo de comunicación en Nueva Era, tuvo taller mecánico con sus hermanos. De allí que mamá nos enseñara a amar los grandes inventos de los siglos XIX y XX. La abuelita Adelina de Santander, era poeta y cantarina, les exigió a sus tres hijas mujeres que estudiaran.
-¿Cuál era su vecindario?
-Vivíamos en Paz y Sarmiento, entre el Colegio Sagrada Familia, los hoteles Maritorena y Kaiku. Las compras las hacíamos en El Bilbaíno que quedaba justo en la esquina de Paz y Mitre. Fui a estudiar, como muchos de los chicos de entonces piano al Conservatorio D’Andrea, tomé clases de inglés y de folclore.
-¿Tenía muchas amigas?
Pocas. Los chicos de entonces teníamos mucho resguardo hogareño. Salíamos a una quinta, a ver el TC, a trepar sierras, a la plaza de juegos de Uriburu. En casa se hacían reuniones los fines de semana con tíos, primos y abuelos.
-¿Dónde estudió, quiénes eran sus compañeras?
-La primaria la hice en Sagrada Familia con Ana Erausquin, Alicia Perrone, Ferrarese, Islas Aquerreta, Susana Kaffka… las maestras que recuerdo: Consuelo, Aída, Aniceta, Agueda, Delfina, la señorita Lacchiondo… La secundaria fue en la Escuela Normal, con Teresa Gardey, Chichí Carreira, Graciela Grieco, Silvia Marcolín, Susana Rabal, Susana Freire, Ana María Carrera, entre otras.
-¿Cómo describe el secundario de entonces en una escuela pública?
-El curso de magisterio fue crucial, por el contacto directo con el de aplicación primaria. Ver los pequeños en los pasillos, observar aulas, maestros y clases modelo, las prácticas docentes bien planificadas de antemano… El Normal respiraba aromas de enseñanza, con técnicas variadas y amenas. Recuerdo los títeres de Alicia Corbetta en jardín de infantes, ¿escribir con palabras generadoras o método global?, las herramientas de geometría, el laboratorio cuidado por la señorita. Manzzolido, la mapoteca, los saltos de cajón en educación física, marchar en escuadra para los desfiles patrios bajo la mirada del Juan Carlos Yotti, lo coral con Isaías Orbe, el doctor Zarini y la historia de la educación, las prácticas docentes, el doctor Tuñón y su caja de huesos, las actividades prácticas con Cota Hargouas… Nuestros días estaban ocupados y mucho estudiando y preparando materiales.
-Terminó el secundario y se fue a La Plata a estudiar psicología ¿por qué esa carrera?
– Pucky Elissondo nos entusiasmó con nuevos estudios de psicología y allí marchamos varias hacia La Plata, En 1960. La carrera tenía tres orientaciones: clínica, laboral y educacional, inspirada en el modelo de la UBA de 1956. Desde allí los profesores y el mundo editorial que respaldaba esta ciencia del siglo XX -Paidos y Eudeba, especialmente- fue una época de grandes manuales fundacionales.
Por amor a las artes
-¿Qué relación existe para usted entre el canto y la escritura?
-En los noventa conozco a Susana Platero -ex alumna de mamá en escuela 1- se reencuentran, me toma gran afecto y me invita a cursar la carrera de canto en el Conservatorio Isaías Orbe. Yo era profesora de piano y amaba cantar (folclore y canto infantil, entonces). Curso un plan de 27 materias, me otorgan diploma y ella organiza actuaciones permanentes en templos, teatros, Aula Magna -nos da un gran protagonismo, en géneros variados-, acompañados por María del Carmen Alonso y Elvira Repetto. Fueron 15 años de gran actividad.
Sobre el 2000 conozco a Griselda Crespi y su Taller de Creación Literaria Quebrantahuesos, me incorporo, llevamos 20 años de producción allí.
-¿Cuántos libros ha editado?
-Tres: “Al Azar, cuento para padres”, “Nueva dimensión” (poesía) y “Metazoarios” (colección Khipu). Desde los tres años anduve entre libros y escrituras, atado a lo escolar y a la profesión. El Quebrantahuesos me permitió otra dimensión: lo poético, con un mundo de autores sugeridos, modelos de inspiración. Dejar el lenguaje técnico y meterme en el literario. La Biblioteca Rivadavia permitió y permite bucear en lecturas juveniles perdidas y buscar lo nuevo.
“Eramos jóvenes y queríamos cambios”
-¿Cómo fue su época universitaria? Eran años revueltos…
-En el país y el mundo. La universidad se interesaba, éramos jóvenes y queríamos cambios. El primer trabajo me permitió conocer realidades y tener independencia económica. Viajaba a escuelas de Lomas de Zamora, Florencio Varela, gané concursos en la UNLP como ayudante diplomada y JTP con la profesora Berta Perelstein de Braslavsky. Pero encontré a Roberto (Mouillerón, oriundo de Guaminí), conoció Tandil y quiso que nos radicáramos aquí. En el ´68 nos casamos, con ayuda de los padres, hasta tener el propio techo allá por los ´70. Y nacieron nuestros 5 hijos (Leonardo en 1969, Emiliano en 1972, Federico en 1974, Evangelina en 1980 y Ezequiel en 1981). Aquí pudimos educarlos y hacerlos crecer. Estudiaron en La Plata y Buenos Aires, todos tienen su carrera universitaria.
-En el mientras tanto ¿qué pasaba con usted?
-Teabajando siempre en psicología pediátrica del Hospital Municipal Ramón Santamarina, llevada por el doctor Lisardo Cabana y también en gabinetes de escuelas primarias, más cátedras en educación superior (vinculando teoría psicológica y práctica profesional). Fueron lugares de exquisito aprendizaje.
-¿Tiene alguna receta para llevar el matrimonio adelante con un político tan comprometido como lo fue Mouillerón?
-Mi esposo hizo su propia carrera con gran responsabilidad, viajando por veinte años, en roles de concejal municipal, ministro, diputado provincial y nacional. Tuvimos independencia laboral, con respeto, bregando por sentimientos de servicio. Así nos conocimos y ello nos unió: la vida se proyecta hacia otros, a quienes nos debemos, atenderlos en sus necesidades y demandas. Para ello se crearon la Casa Peronista, el Centro de Estudios Luis María Macaya, junto al debate de ideas múltiples. Y en tal camino seguimos.
Orgullo de lengua en el mundo hispano
-Estudió en una época en que la educación pública tenía un gran valor ¿Qué pasó después, por qué se devaluó?
-Argentina tiene una rica historia de escuela pública (Ley 1420 de 1880), obligatoria, laica. Sarmiento y su “Educación Popular” (1840), trayendo maestras a dirigir normales y formar maestros, los normales nacionales creados por las provincias, el método de lectura gradual… Mamá era maestra en 1930, la rememoro con su leccionario y carpeta diaria que supervisaba el director. Las escuelas de planta sencilla: maestros de grado, un portero, un superior. Con edificios nuevos en 1950 (Escuelas 2, 7, 5, 1) de una y dos plantas. En los años ´70 se transforman los normales, pasan a terciario y vespertino, invalidan cursos de aplicación, las prácticas en escuelas diversas, los títulos de profesor. Comienza una hipertrofia del sistema educativo, ciclos de reformas regulares, “aprender 13 letras en primer grado”, “redactar en infinitivo”, pedagogía por objetivos, invalidar la calificación por notas usando S y ANS… cambiar grados por ciclos, psicologizar la escuela, “el diseño curricular de 1500 hojas”, constructivismo versus conductismo, los expertos de la UBA con los EGB 1, 2, 3 y polimodal (que la CABA nunca implementó, impreso en papel biblia cual guía telefónica micrográfica).
Me pregunto por qué nos permitimos tales cosas. Por qué la Universidad no se involucró con la educación básica. En el resto del mundo no es así, resulta tema de interés de investigación y propuestas…Tandil llegó a tener cincuenta secundarias en ciclos de tres años… Creo que hoy un 40% de los docentes está frente al grado; el resto, en tareas burocráticas. Aquéllos son los únicos verdaderos para festejarles el día. Mientras, las pruebas de evaluación (PISA, Aprender) muestran pobreza en lectura y comprensión de textos, en un país que tuvo orgullo de lengua en el mundo hispano.
Esperanza planetaria
-Tandil, como buena parte del país, está sin clases presenciales. De modo que los escolares, tanto chicos como adolescentes tienen una relación virtual con sus docentes y compañeros ¿cómo se arreglan ustedes con su numerosa familia?
-¡El año 2020 y su peculiar destino, a nivel mundial! Aislamiento y encierro preventivos, educación on line. Posibilitó algunas cosas: estudiar en intimidad y tranquilos, recrear modos laborales, lo casero y hogareño, el campo y el huerto…Y otras graves: desempleo, aumento de pobreza, poca vida social, aprender sin maestros presentes, sin amigos, exceso de tecnología… Con variantes entre grandes urbes, pequeños pueblos o campos, dejando secuelas diversas. Tandil tiene su movilidad: paseos de niños y padres, desplazamientos vecinales, caminatas, plazas… Nuestra familia está en una quinta donde viven hijos y nietos, con juegos y espacio verde.
-¿Cómo es un día familiar en estos tiempos?
-Mis tareas, las comidas y meriendas, apoyo en tareas escolares y recreativas, canto y música, juegos de mesa. Aunque es difícil tener autoridad: aman a sus maestros y lo que ellos disponen, no gustan de otras opciones. Los jóvenes practican algún deporte en soledad, caminatas serranas, hay excesivo apego a TIC (Tecnologías de la información y comunicación). Los adultos buscan ocupaciones, nuevas opciones, lecturas y TV. Roberto, hábil para todo, cuida y mejora nuestro predio, es alambrador, parquero, tiene un taller de pintura de cuadros y de carpintería (ahora abocado a Juguetes de Madera, con unos sobrinos). En los ´90 levantó las cabañas del Complejo Rocas Descanso con sus manos, ayudado por alguien, hasta hizo un desayunador en pirca, piedra sobre piedra.
-Es una gran lectora ¿Mira televisión?
-Tengo una nutrida biblioteca y no dejo de releer a Saramago, García Márquez, Saer… y tantos otros. Me gustan las biografías (Nureyev, Zeffirelli), la novela histórica, Isabel Allende, la poesía de Mairal, Poniatovska… y sí miro tele: Film y Arts, Cinear, I Sat, Encuentro, Documentales. Atiendo dos cursos en escuelas de arte, tenemos classroom.
-Betty ¿cómo cierra la nota?
-Este 2020 es incierto, uno o sabe qué puede pasar mañana. Tenemos dos hijos que quedaron sin empleo en ventas y complejos turísticos, ya que se han invalidando múltiples viajes de egresados de Buenos Aires y su entorno, luego que montaran una infraestructura de servicios tan rica, con un parque de aventuras como es Treeland… Nos afligen sus destinos, inciertos. Un nieto de 17, tenista profesional, con sus alas restringidas… como tantas gentes y jóvenes expectantes. Tratando de conservar salud, optimismo, esperanza planetaria. Así cierro.
¡Bienvenida, sorpresa!
Hablar con un extraño o hacer preguntas que nadie ha hecho nunca, exponerse a veces a situaciones no del todo gratas, darle pasada a las ingratitudes, escuchar a todos sin emitir juicios personales, obtener siempre información valiosa y aprender lo máximo que se pueda, son sólo algunos de los aspectos más salientes de Beatriz Harispe, Betty, para quienes estamos cerca y podemos disfrutar tanto de su generosa amistad como de su curiosidad sin límite. Abierta a que la vida la sorprenda, sonríe mucho, disfruta de vivir en familia, ver una película, recorrer baratillos y ferias, escribir en cafeterías y desentrañar misterios acerca de los vínculos humanos.
Incansable y activa, juega a recorrer diferentes geografías y elige colores vivos, collares grandes y llamativas flores en ocasiones de cantar, recitar, tocar el piano o festejar un aniversario.
Psicóloga educacional, interesada desde siempre por los temas educativos, apasionada por las cuestiones inherentes al lenguaje, atraída por los procesos mentales que se desencadenan dentro del aula, se ha dedicado, con enorme paciencia, a estudiar los normales progresos que los niños realizan al aprender.
Con vasto conocimiento en el ejercicio de su profesión en diferentes niveles del ámbito educativo, su deseo fue siempre, vincular lo teórico y lo práctico, evitar que estos dos aspectos marchen escindidos y provoquen confusión.
Dolorida por el deterioro de una escolaridad primaria que desde su experimentada apreciación descuida los primeros años de los niños, propone a los adultos (padres y maestros) reflexionar acerca de la escritura y la lectura, retomar las diarias prácticas de lectura en voz alta, dar a conocer la poesía y rehabilitar la interpretación y la memoria.
Esperanzada y entusiasta como pocas, libreta en mano, sigue batallando por aquello en lo que cree, haciendo oír su voz por diferentes medios y descubriendo en los amados libros, respuestas que la lleven hacia nuevas preguntas.
Griselda Crespi.