Un verano en Tandil, con la selección de Bilardo
En los primeros días de 1988, el equipo que se preparaba para los Juegos Olímpicos de Seúl se concentró durante 10 días en la ciudad, con figuras incipientes como Caniggia y Redondo y el particular estilo del DT campeón del mundo
Apenas cuatro días habían pasado desde el comienzo del nuevo año, pero para Carlos Salvador Bilardo no era tiempo de disfrutar de las vacaciones, esas que lo “aburren”, según confesó alguna vez. Apenas concluidas las Fiestas, el entrenador del seleccionado argentino se ponía al frente de la preparación del combinado Sub 23 que disputaría los Juegos Olímpicos de Seúl, y para ello llegaba a Tandil para una concentración de 10 días en aquel enero de 1988.
Recibí las noticias en tu email
“¿Cuál es la cancha, ésta o la que está allá atrás?”, preguntaba el “Narigón” apenas ingresado al Agustín F. Berroeta, el lugar en el que el equipo nacional haría su primer entrenamiento. Inquieto, movedizo, obsesivo, no perdía el tiempo para comenzar con los primeros movimientos, secundado por el tandilense Daniel Romeo, uno de los artífices de la elección de la ciudad para realizar los trabajos.
El combinado argentino llegaba con varios nombres conocidos, algunos que se destacaban en esos momentos en el fútbol local, y un par de joyas que un tiempo después alcanzarían un lugar de privilegio en el fútbol internacional. Claudio Caniggia, que todavía alternaba entre la titularidad y el banco de suplentes en el River de Carlos Griguol, era uno de ellos. El otro, Fernando Redondo, con apenas 18 años y el talento inocultable a pesar de ser el más joven del plantel.
Argentina se había clasificado para Seúl con un segundo puesto en el Preolímpico, detrás de Brasil, y no tendría una actuación destacada en los Juegos, quedando eliminado frente a los mismos brasileños en octavos de final. Pero para los tandilenses esa breve preparación en la ciudad fue una excelente ocasión para seguir de cerca al DT campeón del mundo y a varios futbolistas que integraban sus equipos preferidos y que representaban la renovación en un plantel que había alcanzado la gloria en México, de la mano de Diego Maradona. La lista de jugadores que llegó a la ciudad se completaba con los arqueros Sergio Goycochea y Fabián Cancelarich; los defensores Guillermo Ríos, Néstor Lorenzo, Pedro Monzón, Pablo Erbín, Carlos Mayor, Roberto Sensini y Néstor Fabbri; los mediocampistas Pedro Troglio, Fabián Basualdo, Daniel Aquino, Darío Siviski y Hernán Díaz; y los delanteros Oscar Dertycia, José Luis Rodríguez, Fernando Lanzidei, Mauro Airez y Alejandro Russo. La delegación también tenía al recordado “Profe” Echeverría, al utilero “Tito” Benros y al administrativo de la AFA, Rubén Moschella.
“Elegimos Tandil porque es una ciudad que tiene todas las comodidades para realizar el trabajo que hemos venido a hacer. En estas primeras horas nos han recibido de la mejor manera, la gente es muy cordial, así que estamos contentos. Queremos prepararnos con lo mejor para ir a Corea, porque es el único título que le falta al fútbol argentino y vamos a ir a ganarlo. Hay un grupo de muy buenos jugadores, que ya son figuras en sus equipos, y eso nos hace ilusionar”, decía Bilardo en sus primeras declaraciones ante la prensa, pocas horas después del arribo.
Simultáneamente con el arribo de la selección, llegó la Copa del Mundo obtenida en México 86, para ser exhibida en el Banco Comercial del Tandil, y a cuya presentación asistió Julio Grondona, que viajó especialmente para la ocasión. Pero más allá de esos actos protocolares, que también incluyeron un encuentro con el entonces intendente, Gino Pizzorno, hubo prolongadas prácticas en doble turno, donde Bilardo ensayaba y frenaba seguido las acciones para dar alguna indicación táctica, mientras los arqueros, sin el entrenador especialista que se utiliza actualmente, eran exigidos con remates de Romeo, de algún juvenil tandilense elegido al azar y hasta un jugador japonés que había llegado becado al país y viajó con el plantel. También se disputaron varios partidos amistosos, en los que el seleccionado se enfrentó con algunas formaciones de Independiente, Santamarina y Gimnasia y Esgrima, además del seleccionado juvenil serrano.
El “desafío” a Bilardo
El entrenador argentino había pedido expresamente que los equipos locales estuvieran integrados por mayoría de juveniles. Para muchos de ellos, fue la chance soñada de medirse con jugadores de primer nivel, y varios recuerdan hoy algunas anécdotas de esos días.
José Luis Mastronardi, ex delantero de Santamarina, integraba el seleccionado juvenil que unas semanas más tarde se consagraría campeón del torneo de la Federación de Ligas del Este, con Horacio Tear como DT, y tuvo la chance de enfrentar a la selección: “Jugamos dos partidos con Santamarina y uno con el seleccionado juvenil. Me saqué fotos con todos. Era algo soñado para mí. Me acuerdo de una anécdota graciosa. Para nosotros atajaba Alejandro Rossi, que lo tenía como ídolo a Goycochea, lo imitaba en todo, se vestía como él, tenía el mismo corte de pelo. Se parecía tanto que antes del partido se sacó una foto con Goyco, y cuando encaró para su arco lo siguió un periodista que lo confundió y le empezó a hacer una nota. Cuando se dio cuenta, arrancó para el otro lado”.
Silvio Río fue otro de los que ingresó a la cancha tanto con Santamarina como con el seleccionado juvenil. Con este último vivió una divertida anécdota en el estadio San Martín: “Era un día horrible, con lluvia y viento, pero empezó igual el partido. Después se largó más fuerte, inclusive caía piedra. Íbamos cero a cero, pero había mucha diferencia porque Bilardo hacia jugar hasta los alambrados, y por eso te sacaban más diferencia, era mucha intensidad para nosotros, porque físicamente te mataban. Bilardo se arrimó a donde estaba el mástil y le hizo señas a Mestelán, que estaba en la tribuna, preguntándole que hacía con el partido. Y ‘Lucho’ le contestó que lo terminara porque se iba a romper toda la cancha. Entonces Bilardo se dio vuelta y con mucha pena nos dijo que lo lamentaba, pero que no podíamos seguir, que le decían que paremos. Y yo, que estaba a 10 metros, de caradura le grité “¿Qué, se cag…?”. No sabés como se puso el “Narigón”, se agarró una calentura terrible. Agarró la pelota, la tiró para el lado de los defensores del seleccionado y les gritaba: ‘Dale, dale, vamos a meterles a estos’. Como diciendo, ahora van a ver lo que es la selección. Así que jugamos 20 minutos más, se enojaron y nos hicieron dos goles. Estuvo bárbaro el partidito. Pero me encantó ese espíritu amateur que mostró Bilardo”.
“Tato” también recuerda otra faceta del DT: “En otro partido, en cancha de Santamarina, me lo crucé a Bilardo en el entretiempo y le dije algo así como ‘muchas gracias Narigón por el campeonato del mundo’ y Bilardo me respondió ‘muchas gracias Tato’. El tipo se conocía los apodos de los pibes que jugábamos contra la selección, ponía mucha atención en todo”.
Otra manía del “Narigón”
Independiente, con mayoría de juveniles y algunos refuerzos mayores, era el sparring más frecuente del equipo de Bilardo, y allí quedaron algunos momentos con el sello del particular entrenador. Luis Pérez Pinto alternó en el arco en esos encuentros: “En el primer partido que jugamos en el Berroeta eran todos juveniles, menos el ‘Negro’ Cantero y yo. Nos pelotearon todo el partido, pero en una contra aislada les hicimos el gol. Supuestamente íbamos a jugar 40 minutos, pero como ganábamos 1-0, el partido se alargaba. Me acuerdo que Cancelarich le hizo un ‘penalazo’ a Adrián Alonso y Bilardo no lo cobró. Al otro día fui a atenderme a la kinesióloga y había varios jugadores de la selección. Ni se enteraron que yo había atajado contra ellos el día anterior. Y escuchaba que contaban que a Bilardo no le gusta que el equipo pierda en los entrenamientos. Así que le dijo a Horacio Rodríguez que sacara a los más grandes de nuestro equipo y jugó como 30 minutos más hasta que nos ganaron 2-1”.
Adrián Alonso, que también integraba el seleccionado juvenil en esos días, conserva un par de anécdotas. “Lo primero que nos dijo Horacio Rodríguez en el vestuario fue que si hacíamos un gol no lo festejemos. Pero bueno, íbamos 0-0, me tocó hacer el gol, y lo grité como loco. Me abrazaba con todo el equipo. No todos los días se le hace un gol a la selección”.
El exdelantero rojinegro también tuvo un cruce con Erbín, el áspero defensor que pasó por Boca, River y Estudiantes: “En una jugada fui a trabar fuerte contra Basualdo, y vino Erbín y me dijo de todo, me amenazó, me apretó mal. En la jugada siguiente vino la pelota de un lateral, la paré con el pecho y como vi que me venía de atrás Erbín, le tiré un sombrerito y me la llevé. Me pegó una patada que casi me mata, y a la pasada me volvió a put…, por las dudas”.
Cuentan que en uno de esos encuentros en Independiente, uno de los juveniles que había sido reemplazado se sacó los botines y se calzó unas ojotas para seguir el partido al borde de la cancha. Cuando lo vio, Bilardo paró el partido y le dijo que se fuera, porque si lo llegaban a pisar iba a estar un mes sin jugar. Así que el chico obedeció algo avergonzado, ante la mirada de todo el seleccionado.
Sergio Toth, arquero de Independiente y del seleccionado juvenil por esos días, también cuenta lo suyo: “Fue uno de los mejores partidos de mi vida. Me atajé todo. Me acuerdo que le saqué dos cabezazos de gol a Sensini. Bilardo estaba como loco, la pelota pegaba en el alambrado y dejaba seguir porque la selección no podía hacer un gol”.
Guillermo Dabós también disfrutó de aquellos entrenamientos: “Había una diferencia física tremenda. Me tocó marcar a Erbín en los corner y cuando saltaba parecía que tenía un misil encada pierna. Metió un cabezazo tremendo que pegó en el palo y cruzó toda la línea. Pegaron varios tiros en los palos, nos pelotearon, pero no nos podían hacer el gol y Bilardo lo alargaba. Nosotros teníamos a Marcos Lorenzo, que creo que estaba al mismo nivel de los jugadores de la selección, hacía de todo, parecía Patoruzú. De ellos me impresionaba Redondo, por la calidad que mostraba a esa edad.
Había una brecha muy grande entre esos jugadores y los del Interior. Me acuerdo que fui confiado a una pelota que tiraron larga, porque pensé que llegaba tranquilo, y cuando puse la pierna firme pasó Troglió que tenía una velocidad tremenda y le pegué un patadón. No sabía cómo pedirle disculpas”.
Patricio Alonso recuerda que “una vez Bilardo paró la práctica porque uno de nosotros estaba con los brazos en jarra. A mí me tocó marcar al ‘Puma’ Rodríguez de entrada y después me pusieron a Dertycia. Eran unas bestias. Cuando saltaban a cabecear o cuando chocabas contra ellos había una diferencia física terrible. El ‘Loco’ Toth se atajó todo en ese primer partido y el ‘Narigón’ lo siguió hasta que lo dieron vuelta. Me hizo acordar a Aldo Villar cuando ibas a jugar a la quinta. Hasta que no empataba o ganaba no lo terminaba (se ríe)”
Fin de la estadía
El 14 de enero, el seleccionado partió rumbo a Buenos Aires, ya sin algunos de sus integrantes, que se habían unido a los equipos que disputaban la Libertadores, como Independiente (“Luli” Ríos, Monzón) y Newell’s (Sensini, Basualdo). Fueron 10 días de prácticas totalmente abiertas, sin los protocolos actuales, donde la gente tuvo acceso ilimitado a sus ídolos, pidiendo autógrafos y fotos sin restricciones. Disfrutando de la cordialidad de los jugadores, que aprovechaban los tiempos libres para pasear por la ciudad y mezclarse con los tandilenses.
“No es fácil recordar después de 32 años, pero fue un momento hermoso. La gente nos acompañaba a todos lados, aparecía en el hotel a pedirnos autógrafos y fotos. Vivía la emoción de tener ahí a todos esos jugadores jóvenes que ya se destacaban en Primera. Recuerdo mucho el club Independiente, donde jugábamos al fútbol y también nos invitaban a usar la pileta. La verdad, fueron unos días hermosos, con la ilusión de estar en la selección y en un lugar donde nos trataron de primera”, recuerda Pedro Troglio, que fue uno de los más buscado por los hinchas, sobre todo de River.
El actual entrenador de Olimpia, de Honduras, y Caniggia, eran inseparables. Se los podía ver caminando por el centro, buscando alguno de los locales de videojuegos para despuntar el vicio. Un hobby que un par de años después los iba a dejar afuera del equipo titular en el debut del Mundial de Italia ante Camerún. Es que Bilardo los pescó haciendo algo “imperdonable”: jugaban al Atari en la habitación que compartían en la concentración de Trigoria…