Combate Medieval
Federico Herrera de Prado, el impulsor del Combate Medieval en Tandil
Federico Herrera de Prado, un militar de la Fuerza Aérea, de 31 años, oriundo de esta ciudad pero que actualmente reside en Capital Federal, fue el principal impulsor de esta peculiar disciplina en Tandil. En diálogo con este medio, el hombre que supo representar al país en el Mundial que se desarrolló en Barcelona en el 2017 contó cómo se inició y cómo fue que comenzó a practicarse acá.
El Combate Medieval es una disciplina que en Tandil, y en la Argentina en general, no tiene una gran difusión pero que en el mundo, especialmente en los Estados Unidos y algunos países de Europa, crece notablemente.
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Se trata de un deporte de contacto pleno, símil al taekwondo o al boxeo, con la particularidad que los protagonistas visten réplicas exactas de armaduras y armas utilizadas en la Edad Media, las cuales, si bien son confeccionadas por ellos mismos, deben haber existido en un período histórico comprendido entre los siglos XIII y XV.
Los combates se dividen en duelos individuales en diferentes modalidades, como espada y rodela, espada y escudo heráldico o espada larga, tal como se advirtió en el evento llevado a cabo en esta ciudad, el pasado sábado 15 de febrer, en la Escuela Ernesto Sábato.
Quien se encargó de arrimar esta práctica a Tandil fue Federico Herrera de Prado, un militar de la Fuerza Aérea, de 31 años, oriundo de esta ciudad pero que actualmente reside en Capital Federal. Herrera de Prado pelea para el Centro de Entrenamiento de Combate Medieval desde el 2015 y, de hecho, fue parte de la selección nacional que representó al país en el Battle of the Nations -mundial del deporte-, en 2017, en Barcelona, España.
En diálogo con El Eco de Tandil, Federico contó cómo surgió la agrupación Centinelas de las Sierras, el único equipo tandilense, y brindó algunos detalles del extravagante deporte que cada vez más personas se atreven a practicar.
Internet, el inicio
Confesó el propio Herrera de Prado que conoció el deporte una noche en Ezeiza, cuando con algunos amigos se encontraban mirando videos en YouTube. “Estábamos mirando peleas de la ‘Cobrita’ Rueda y a un costado, donde aparecen las sugerencias, vimos que en un ring había dos personas con armaduras, pegándose. Nos llamó la atención y nos interiorizamos”, comenzó relatando.
Las imágenes iban pasando una tras otra cuando, de repente, se toparon con que estaban observando el Mundial de 2014. “Y miramos bien y vimos una Bandera de Argentina. Entonces empezamos a googlear ‘combate medieval’, y así fue que me uní al Centro de Entrenamiento de Combate Medieval, más conocido como ‘Las Águilas’”, recordó.
A los dos años de haber comenzado a entrenar, en 2016, pudo empezar a pelear en torneos nacionales y al año siguiente le llegó la oportunidad de representar al país en el Mundial de Barcelona.
Indicó que los resultados en la competencia no fueron los mejores pero que la experiencia fue inigualable. “Quedamos afuera en la fase de grupos, pero igualmente nos fuimos contentos porque nos tocó en la zona con Rusia, Estados Unidos y República Checa, las tres potencias. Entonces, por un lado ya sabíamos que no íbamos a pasar, pero estábamos contentos porque nos íbamos a medir con los mejores del mundo”, refirió.
El arribo a Tandil
Manifestó Herrera de Prado que tiempo atrás ya habían iniciado los entrenamientos en un club de Tandil, pero que luego dejaron de llevarse a cabo y cuatro alumnos tuvieron que trasladarse al patio de la casa de uno de ellos. Le expresaron a Federico sus deseos de continuar con las prácticas y acordaron empezar a encontrarse en una plaza. La elegida en un principio fue la del Calvario.
“Y así empezó todo”, señaló el principal impulsor del deporte en la ciudad y agregó: “En su momento hicimos un torneo pequeño, en el marco de un festival de música metálica. Ahí se sumaron algunos alumnos, y a principio del año pasado pudimos hacer un torneo de duelo para que los ganadores tuvieran el derecho a representar al país en el Mundial”.
Esa fue la primera competición que organizaron como Centinelas de las Sierras y, tras el encuentro, el número de alumnos se incrementó a 15: “Gracias a eso, hoy ya tenemos a dos representantes con armaduras completas y próximamente seremos cuatro”.
La disciplina aún no tiene el reconocimiento que sí posee en otra parte del planeta, pero poco a poco va creciendo y más gente se va sumando al proyecto. De cualquier forma, reveló Herrera de Prado que la etapa de la competencia no es fácil: “Entrenar puede hacerlo cualquiera, porque tenemos equipos ‘soft’ para que se peguen y no duela. Pero la complicación aparece a la hora de hacer la armadura. Si bien todos pueden hacerse una ya que no es difícil, lo que realmente cuesta es conseguir los materiales, como placas de hierro o de acero inoxidable, y remachar todo a una tela”.
Armaduras
Las armas y armaduras pasan previamente por un exhaustivo control de seguridad e historicidad antes de ser aprobadas para competir. Deben cumplir ciertos requisitos, como por ejemplo, que las espadas no tengan ni filo ni punta. El chequeo lo llevan a cabo los Marshals –árbitros- que son quienes están capacitados para brindar la seguridad de los peleadores.
En cuanto a los registros históricos -cumplimentar que una armadura haya existido en el tiempo y no sea de fantasía- es el Comité de Historicidad del ente que regula el deporte, Historical Medieval Battle (HMB).
“Los zapatos son de cuero, similares a alpargatas con botitas incluidas. Tienen que tener una suela mínima, de uno o dos centímetros, y no pueden ser suelas modernas. Como mucho se le puede poner un suelín”, informó Federico.
Sobre ellos se colocan los zapatones, una protección metálica. Luego las grebas, que son también de metal y cubren las canillas, las rodillas y los muslos. En el torso se utiliza una pechera y en los brazos una protección completa desde los hombros hasta el antebrazo, para luego poder calzarse los guanteletes. Para cubrir la cabeza se emplea un casco.
“Hay muchos tipos de casco, pero cualquiera que uses te reduce la visión y la respiración; tenés que saber aguantarla, por eso enseñamos algunas técnicas para eso también. Además te quita la audición, no escuchás nada”, aseguró Herrera de Prado y ejemplificó: “Cuando me preguntan qué se siente pelear así, les digo que se tapen los oídos, se pongan lentes oscuros y se tapen la boca y la nariz”.
El reglamento
Los combates pueden ser duelos individuales, donde gana el participante que mayor cantidad de golpes asesta con su arma principal; o grupales -5vs5, 12vs12 o 30vs30- en los que sale victorioso el conjunto con el último hombre en pie.
En las categorías individuales se puede utilizar espada de una mano y escudo heráldico; espada de una mano y rodela; o espada larga. Las peleas son a round único que dura un minuto y 30 segundos. Quien más golpes contundentes asesta a su rival, gana. No obstante, no valen piñas ni patadas, y tampoco impactos en la nuca.
En cambio, en los grupales hay una mayor variedad de armas, como masas o hachas, por ejemplo, y vale todo: piñas, patadas, agarrones, derribos, y más. Una vez que el luchador cae, no puede volver a levantarse. En estos casos son tres rounds de cinco minutos cada uno.
“Los combates son reales, los golpes son reales. El único detalle es que las espadas, por cuestiones de seguridad, no tienen filo ni punta. Pero hay muchas normas que cumplir, como por ejemplo que las armas hayan existido”, advirtió.
Los entrenamientos
Como en cada deporte, cada club tiene su forma de entrenar. En el caso de Centinelas de las Sierras, se reúnen los lunes y los martes una hora y dividen la práctica en tres etapas: una primera de entrada en calor y trabajos fisicotécnicos; luego, una exclusivamente física y finalmente, una más técnica.
“La idea de Centinelas es que cualquiera que ingrese se pueda adaptar de manera rápida al grupo”, reveló Herrera de Prado. Respecto a la parte más intensa del entrenamiento contó que apuestan a la resistencia, ya que el desgaste en los combates es “muy grande” puesto que las armaduras pueden llegar a pesar hasta 30 kilos y deben estar acostumbrados a pelear de manera intensa en lapsos pequeños de tiempo.
Por otra parte, reconoció también que dividen los entrenamientos en tres: normal, medio y full armour. El primero de ellos es más liviano y con ropa cómoda; el segundo, con ciertos elementos de la armadura; y el tercero, con el equipamiento completo.