Primera temporada, capítulo doce
HUERTA DOMICILIARIA: reacondicionar el terreno, canteros o macetas para la nueva temporada de siembra
Todas las semanas, una entrega más en El Eco de Tandil, en la web y en nuestro canal de podcasts en Spotify.
El ciclo en nuestra primera experiencia de producción de alimentos en casa ha terminado, luego de trasplantar, cosechar, consumir y guardar algunas semillas, estamos cerrando esta etapa y la mejor manera de hacerlo es conociendo cómo liberar el huerto y preparar la tierra para la próxima camada de cultivos.
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Desde Hábitat y Conciencia propusimos doce capítulos (en el caso del diario El Eco de Tandil) y doce episodios (para lo que corresponde a los podcasts en Spotify) para que a lo largo de ellos puedas hacer posible una huerta en tu casa.
El inicio tuvo que ver con algo que mencionamos como esencial: el compostaje. Lo consideramos así de necesario, porque no solamente sirvió como primer paso, sino que a lo largo de distintas etapas debimos recurrir a él, y así también lo invocaremos al terminar este proyecto. En el medio, pasaron otro montón de cosas que también las repasaremos.
En la entrega anterior quedamos inmersos en lo que refiere al banco de semillas y la recolección y conservación de esos hijos de tus hortalizas más gustosas para poder hacer nuevas siembras más adelante, mejores y más sabrosas, de manera natural y saludable. Pero claro, algunas plantas todavía quedan en tierra, aunque seguramente sin mucha expectativa de consumo; así que será necesario removerlas y reacondicionar el lugar para comenzar nuevamente con otras variedades.
El último paso
Ya sea que hayas elegido desarrollar tu huerto en macetas, canteros o a suelo directo, a esta altura será necesario que mires bien las verduras que te quedaron y en qué condiciones se encuentran. Si todavía les queda fruto, hojas o raíz por entregar es recomendable que las coseches y recurras a las técnicas de conservación o cocina que nos compartió Verónica Nozieres capítulos atrás.
Una vez hayas aprovechado hasta el último tirón de tus cultivos, lo mejor es retirarlos a todos de raíz, liberando el espacio para empezar a recomponer la tierra. Aprovechá esa tarea y también extraé los yuyos y pastos que hayan crecido alrededor.
Ahora todos esos tallos, hojas y frutos van a servir para alimentar tu compost y seguir generando tierra de abono que, nuevamente y más que nunca, vas a necesitar para equilibrar el suelo.
Vale remarcar que en el caso de las especies aromáticas que hayas elegido tener, seguramente las veas vigorosas y es por eso que no las tenés que sacar. Éstas son generalmente de ciclos anuales y aunque por momentos se retraigan en su crecimiento, solas volverán a salir, incluso algunas son perennes. Dejalas, a menos que no quieras seguir teniéndolas entre tus plantas, pero no te olvides que son muy beneficiosas para tu salud y para las demás plantas.
Habiendo transcurrido ya una primera experiencia con el cultivo de tus alimentos, esperamos hayas confirmado que realmente no se requería de mucho espacio ni herramientas para lograr la huerta. Subrayamos lo que dijimos en aquellos primeros pasos, sosteniendo que solamente es necesario tener ganas de poner las manos en la tierra, experimentar y estar atento a la maravillosa ciclicidad de las plantas, que junto a la luna develan mucho sobre sus procesos, porque ahora tendrán que reforzar esa práctica.
Humus del compost
Luego de un ciclo productivo, es lógico que la tierra quede exhausta, ya que ha dado todo su potencial para que las especies crezcan y se desarrollen de la mejor manera, con la ayuda del agua, que riega y favorece la extracción de minerales.
Al momento de cosechar todo lo que ya no nos rinde, será importante que te enfoques en algo que sugerimos en otras oportunidades y es observar, sentir con tus manos la tierra y ser capaz de identificar ese antes y después.
Probablemente la notes más seca, dura y menos fluida, con formaciones más bien rocosas, claramente esas no son cualidades óptimas para dar vida a otros vegetales ni acompañar su crecimiento.
Siempre es bueno tener presente que la naturaleza organiza su propio ciclo de vida. Por ejemplo, cuando en el bosque, en otoño, las hojas de los árboles caen al suelo, junto con trozos de ramas, excrementos de animales o hierbas, pasan a una fase de descomposición en la cual intervienen muchos elementos como son, el frío, el calor, el agua, el sol, las especies vivas.
Así también ocurre con las plantas de huerta que llevadas a tu compostera se transformarán en humus, dando lugar a un sustrato de color oscuro con un característico olor a tierra de bosque, para contribuir a la continuidad del ciclo de vida y fortalecer los suelos.
A lo largo de este tiempo habrás notado que, como señaló Mario Parodi, el compost tiene ese gran valor añadido frente a los fertilizantes, mejorando notablemente la estructura de la tierra y aportando los nutrientes necesarios para empujar el desarrollo de las plantas.
Todo lo que resulte de ese proceso logrado entre nuestros restos orgánicos y el trabajo de las lombrices californianas servirá una vez más para iniciar una nueva etapa de siembra o trasplante con una tierra nutrida, resultando ser un recurso inagotable si se lo mantiene con los cuidados brindados en el primer capítulo.
Cómo reacondicionar la tierra
En principio, repasaremos que toda tierra de cultivo se compone de arena, arcilla y limo, que vendría a ser el barro pero compuesto con restos orgánicos. De hecho es gracias al limo que en numerosas ocasiones hablamos sobre suelos arenosos, arcillosos o con muchos nutrientes.
La tierra que podría entenderse como “perfecta”, deduciendo de todo lo anterior, es aquella que combina en partes iguales la arena que aporta soltura y buen drenaje; la arcilla que aguanta más la humedad sin excesos y aporta nutrientes, y el limo que equilibra la mezcla.
En verdad es difícil encontrar este tipo de suelo exactamente y mucho más cuando ya ha entregado su nutrición a una temporada de vegetales y alimentos cultivados.
Para quienes hayan desarrollado este proyecto en macetas, canteros verticales, cajones, baldes u otros recipientes esta etapa les resultará mas sencilla, ya que como en el principio, podrán comprar las bolsas de tierra y sustratos ya lista para una nueva tanda. Sin embargo, quienes tuvieron la posibilidad de ir a suelo directo, deberán trabajar un poco más paa lograrlo y buscar la forma de compensar, contrarrestar y estabilizar las cantidades según la textura que de cada terreno.
Para tener en cuenta, el dato importante es que un buen suelo se logra mezclando tierra negra con distintas proporciones de otros materiales, por ejemplo: 40 por ciento de tierra negra de buena calidad, 30 por ciento de arcilla y 30 por ciento de compost.
Luego de cada ciclo productivo, como en este caso y los que vendrán después, deberá reemplazarse parte del sustrato por material nuevo y aportar los nutrientes necesarios mediante fertilizantes orgánicos e inorgánicos.
Una vez repuestos los componentes, será de mucha ayuda mezclarlos con una pala y rastrillo para que se esparsan de manera pareja y queden bien intercaladas todas las partículas, posteriormente regar para que se incorporen. Así, tu lugar estará listo para recibir nuevas plantas, considerando elegir las variedades de acuerdo a la temporada y ubicándolas a una distancia adecuada.
No te olvides que podés revisar cada uno de los pasos y recomendaciones en las publicaciones de El Eco de Tandil y la web de El Eco, así como escuchar los episodios en El Eco Podcast en Spotify. Esperamos que lo hayas logrado con disfrute.