Primera temporada, capítulo ocho
HUERTA DOMICILIARIA: El clima, como factor influyente en los tiempos de crecimiento de las plantas
Todas las semanas, una entrega más en El Eco de Tandil, en la web y en nuestro canal de podcasts en Spotify.
La temperatura es un elemento esencial en el cultivo y desarrollo de las plantas. Junto con los niveles de luz, dióxido de carbono, humedad del aire, agua y nutrientes, la temperatura influye en el porvenir de la huerta y la productividad de las cosechas.
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Lo que detallaremos ahora desde Hábitat y Conciencia es información complementaria que te resultará valiosa para conocer más sobre la diversidad de factores que pueden interferir negativa o positivamente en la prosperidad del huerto. Así como hablamos de la cantidad de horas de exposición al sol, el reparo ante el viento, la disponibilidad de agua, aporte de nutrientes y control de plagas; las distintas estaciones del año y las temperaturas predominantes de cada ciudad, también resultan variables considerables.
Sergio Zermoglio, quien ha tenido experiencias de culivos en el sur del país y también en estas sierras, distinguió las condiciones climáticas de esta ciudad, señalando que si bien Tandil tiene una temporada fría larga que restringe un poco la época de verano, durante el otoño, el invierno y parte de la primavera es muy viable llevar adelante una huerta si se da con las variedades correctas.
“En general no hay inconvenientes, lo que puede suceder es que en el invierno las plantas tengan un desarrollo menor porque los días son más cortos y hay menos cantidad de horas luz; por el contrario en temporada estival la capacidad de fotosíntesis aumenta notablemente”, aseguró.
Entre cálido y frío
La influencia del clima es uno de los factores más importantes en la toma de decisiones en horticultura. Es por eso que, dentro de la agricultura, la horticultura ha buscado las herramientas para modificar factores climáticos y conseguir condiciones propicias para los cultivos, como ser invernaderos, túneles y mantas térmicas.
Incluso, a otros niveles, se han desarrollado modelos para modificar la luminosidad y así conseguir más horas de luz mediante lámparas especiales o incluso adaptar el nivel de dióxido de carbono (CO2), en lo que se conoce como fertilización carbónica, para mejorar el desarrollo y productividad de las plantas.
“En Tandil suele helar desde abril hasta mediados de noviembre, por eso es recomendable tener el recaudo de cultivar especies de verano luego de esa época, o bien conservar las plantas en macetas bajo techo, en la galería, pero con luz solar, para que no se quemen los brotes”, aconsejó Zermoglio.
Asimismo, puso en relieve la gran calidad de la tierra que posee esta zona, la cual es sumamente provechosa para la nutrición de cualquier cultivo. Al caso, aportó que para poder disfrutar de los frutos que da la temporada de verano -que en invierno resultan realmente imposibles- una buena opción es procesarlos en conservas para consumirlos a lo largo de todo el año. Sin embargo, en este tema puntual profundizaremos capítulos más adelante.
Sí, es indispensable recalcar algo que venimos mencionando a lo largo de todos los episodios de Hábitat y Conciencia, y es la importancia de estar atentos, observar concientemente las plantas que estamos cultivando y todo lo que ocurre en ese ecosistema. Esto permitirá reconocer por ejemplo, más allá de las condiciones de frío o calor, el estado de humedad de la tierra y los requerimientos de riego.
Observar todo el tiempo
De todos los componentes climáticos, la temperatura es, sin duda, el más relevante. De ella dependen todos los procesos de crecimiento de las plantas. Las plantas tienen un punto óptimo de temperatura para su crecimiento. Por encima o por debajo de este punto, y a medida que las mismas van siendo más extremas, se llega a un punto de desarrollo cero.
A partir de ahí, si continúa subiendo o bajando, se llega a un estado crítico en que cada variedad demuestra su límite de supervivencia. Mientras que el tope para el frío lo marca la congelación de la planta, para el caso del calor lo evidencia la desnaturalización de sus proteínas.
En este sentido, Zermoglio advirtió que así como mencionó que las heladas pueden jugar una mala pasada al huerto, los extremos del verano pueden provocar problemas de crecimiento. “Esto se da por factores fisiológicos, de estrés por falta de agua y/o secamiento, así que un reparo en esos casos o cualquier recurso que evite la sobreexposición de las plantas al sol yal viento resultará benéfico para obtener mejores finales”, indicó.
Además, un dato no menor es que a mayores calorías más propenso se vuelve el entorno a la presencia de bichitos y plagas; condición que se acentúa si la temporada está acompañada de sequía. Esto llevará a estar “más encima¨de los cultivos, con un ojo agudo para advertir presencias que no queremos y puedan generar daños en raíces, tallos, hojas o frutos.
No te olvides que podes repasar todos los episodios de esta primera temporada en el canal de Spotify de El Eco Podcast.
Las heladas, una condición muy tandilense
La temperatura es uno de los factores en que el horticultor suele intervenir más, para modificarla en lo que se denomina cultivo hortícola forzado. Por ejemplo, con un pequeño invernadero podremos conseguir temperaturas más agradables para nuestras plantas en producciones más tempranas.
Asimismo, existen tipos de plantas más o menos exigentes en temperatura para su buen desarrollo que nos marcarán las producciones en función de la época del año en que nos encontremos. Básicamente estableceremos plantas para producciones de invierno, como por ejemplo, habas y coliflores; y de verano, como los tomates o los pepinos; aunque también podremos producir ciertos cultivos durante todo el año, como las lechugas.
Mención aparte merece un concepto climatológico como son las heladas. Cuando la temperatura del aire desciende de los cero grados centígrados se produce una helada, tanto más severa cuanto mayor es el descenso térmico y su duración. La helada afectará a la planta según su temperatura mínima de supervivencia.
Una forma efectiva de establecer nuestro calendario de siembra es conocer la época libre de heladas de nuestra zona de cultivo. A medida que va avanzando el año y las temperaturas se suavizan, en función de nuestra latitud sabremos cuándo el riesgo de heladas es bajo. Ese será un buen momento para marcar en nuestro calendario de cultivo el inicio de la plantación de las plantas más delicadas, por ejemplo lo que llamaremos el huerto de verano: tomates, pimientos, berenjenas, pepinos, calabacines, entre otros.
Como señaló Zermoglio, en los tiempos más fríos, que son los predominantes en Tandil, lo recomendable es poner las macetas bajo techo o con alguna cobertura que evite que las plantas se quemen por las heladas, incluso las sombrillas o paraguas pueden resolver bastante. Siempre deberán tener exposición al sol, con lo cual los cobertizos deben ser movibles.
En caso de que estén a suelo directo, en patio, existen recursos como las telas anthieladas o los pequeños túneles con nylon que permitan igualmente pasar la luz y tengan abertura para oxigenar. Igualmente, hay variedades, como las kales, que soportan muy bien el crudo invierno.