FRASES EN LA HISTORIA
“¡Se armó la de San Quintín!”
“¡Se armó la de San Quintín!”
(Frase popular española)
Recibí las noticias en tu email
Las llamadas Guerras Italianas (1494-1559) involucraron durante más de sesenta años a casi toda Europa e incluso, al Imperio Otomano, al Papa y sus dominios.
Francia buscaba recuperar el Reino de Nápoles, que Aragón le había quitado más de cincuenta años antes.
La historia identifica nueve guerras de distinta duración con sus respectivos intervalos de paz. En ellas se mezclaron, como es habitual, intereses dinásticos, económicos, territoriales y disputas entre diversas ciudades estado de la península italiana que dirimían en el conflicto sus cuestiones no resueltas.
Naturalmente, las acciones bélicas no se limitaron a Italia. Hubo luchas en Boulogne Sur Mer, Soissons y Calais. Y muchos hechos quedaron como hitos en la historia. Como por ejemplo que Francisco I, rey de Francia derrotado en Pavía, estuviese apresado en España; que Roma fuera saqueada por las tropas de Carlos V; que un papa, Clemente VII, fuese prisionero en Castel Sant´Angelo, y que Florencia quedara en manos de los Medici.
En 1556, Enrique II de Francia ordena invadir Nápoles y provoca la reacción de Felipe II, el rey de España, desatando una nueva guerra cuyas batallas no serían libradas en Italia, dado que éste ordena a sus tropas en Flandes invadir Francia.
Felipe II obtiene ayuda de Inglaterra, en libras y hombres. Reúne soldados de diversas procedencias con los famosos tercios españoles, en un total de 42 mil hombres y 80 piezas de artillería.
La frase surge como consecuencia de una terrible batalla que se libró el 10 de agosto de 1557 (día de la festividad de San Lorenzo) en la pequeña ciudad de San Quintín, cercana al río Somme.
El ejército francés contaba con alrededor de 30 mil hombres y 20 cañones y subestimó, por desconocimiento, la cuantía del ejercito atacante.
En el inicio de los movimientos las tropas de Felipe II simularon dirigirse en otra dirección, lograron engañar a los franceses y posicionarse mejor para atacar la ciudad. Los franceses no pudiendo sostenerla con una operación limitada intentaron cruzar el río desplegando todas sus fuerzas, lo que permitió al ejército de Felipe II, al mando del fiel aliado Filiberto de Saboya, sorprenderlos en la operación y realizar una matanza en el campo de batalla y luego en la misma ciudad. Se calculan 12 mil muertos, 2 mil heridos, la toma de 6 mil prisioneros, toda su artillería y hasta su jefe, el Almirante Coligny, fue capturado por un soldado español.
Se había afianzado la hegemonía española, lo que se confirmaría luego en la paz de Cateau-Cambrésis.
Felipe II, lamentándose ante su padre Carlos I por “no haber estado allí pues me pesa lo que Vuestra Majestad pueda pensar, no puedo dar relación de lo que pasó sino de oídas”, celebraría la victoria construyendo el Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, emblemática obra arquitectónica que es mausoleo de los reyes de España. Y San Quintín quedaría en la memoria popular como una descomunal acción bélica de los ejércitos de España.