Frases en la historia
“Que consten esas risas, para que se sepa con qué clase de necios he tenido que lidiar"
Por Daniel Xodo
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(Domingo Faustino Sarmiento, 1811-1888)
Sarmiento es uno de los hombres que hizo grande a la Argentina. Con sus aciertos y errores, tuvo la clara visión de cuál era el camino a seguir para el progreso de una nación que aún no sabía definirse a sí misma y en la que convivían realidades culturales muy distintas y expectativas contrapuestas respecto a futuros deseables.
El “Padre del aula” -como reza el himno que le es dedicado- defendió sus ideas con la fuerza y los argumentos que su carácter y sus enemigos u ocasionales opositores le inspiraban. En gran medida autodidacta de vastísima cultura, polemizó con conocimientos fundados sobre temas educativos, legales, económicos, militares y hasta religiosos.
En sus diatribas a los enemigos incluye consideraciones socioeconómicas de la realidad nacional. “¿Qué son Rosas, Quiroga y Urquiza?, apacentadores de vacas, nada más… las vacas dirigen la política argentina”, brama.
Derrotado Rosas por Urquiza en Caseros, se indigna por la continuidad en el uso de la divisa “punzó” que hasta destacados enemigos del Restaurador y amigos suyos usaban. Irritado con Urquiza, al que ve como continuador del régimen anterior, se va a Chile.
Con Alberdi sostiene una feroz disputa relacionada con la oportunidad de establecer una organización nacional cuyos fundamentos y estructura eran fijados en las “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina” y que Sarmiento consideraba inoportunas pues aún no se había librado el país de caudillos que la harían peligrar. Trata al autor de “doctorcillo” y le anuncia que escribirá los “Cimientos” para que sean las bases cuando no haya escombros.
En una carta suya a Mitre señala en el torbellino de la lucha: “Urquiza debe desaparecer, cueste lo que cueste, Southampton o la horca”. En Southampton estaba exiliado Rosas.
Discrepa también con San Martín que veía en Rosas a un defensor de los intereses nacionales.
Sarmiento luchó en todos los frentes y en todos los temas posibles que hacían a nuestro desarrollo como nación.
Viajando por encargo del gobierno chileno a Europa y EE.UU. se maravilla de la sociedad estadounidense y sus avances sociales donde no existían las diferencias en el trato dentro de los transportes públicos, como el ferrocarril, que eran notables en Francia e Inglaterra.
Hay temas que son un fiel reflejo de la historia argentina y que de algún modo exhiben crudamente nuestras realidades, luchas, éxitos, derrotas y todas las circunstancias que los propiciaron. Los ferrocarriles son uno de ellos. Paradigma de nuestro potencial y su realización entre fines del siglo XIX y principios del XX, pero también de nuestros desencuentros, fracasos, carencia de objetivos claros como nación, falta de unidad social, criterios de corto plazo en la elección del camino para el desarrollo económico y también intereses económicos distintos a los debían ser propios durante gran parte del XX y lo que llevamos del XXI.
Sarmiento supo percibir lo que representaba el “camino de hierro” para los países. En su viaje por EE.UU. y Europa, entiende cabalmente su importancia.
Fiel a ese convencimiento, lo impulsó y la actitud al defenderlo tuvo la fuerza y las rispideces de su carácter.
Analiza el modo en que eran asignadas las tierras adyacentes a las vías y se enzarza en una dura discusión con Mitre. En EE.UU. eran asignadas en forma alternada de modo tal que siempre el Estado tuviera un lugar junto al trazado vial. Y era menor la cantidad de superficie otorgada.
Luego de ser presidente, Sarmiento es elegido senador por San Juan.
Discutiendo una asignación de 800.000 pesos fuertes para construcción ferroviaria, sus colegas se ríen considerando exagerada cifra. Motiva esto la réplica afirmando que en realidad serían necesarios 8 millones. Francas risas en la sala. “No he de morirme sin ver que serán necesarios no 800 mil sino 800 millones”. Carcajadas generalizadas en el Senado. Sarmiento pidió que esas risas figuren en el acta. "Necesito que las generaciones venideras sepan que para ayudar al progreso de mi país, he debido adquirir inquebrantable confianza en su porvenir. Necesito que consten esas risas, para que se sepa con qué clase de necios he tenido que lidiar".