Hay distintas formas de medir la pobreza. La Argentina usa dos metodologías distintas, la pobreza por NBI y la pobreza por Ingresos (canasta). Ambas las mide el Indec.

NBI quiere decir Necesidades Básicas Insatisfechas. Un hogar es pobre si no cubre alguna de las 5 necesidades básicas. Esto se mide con el Censo de Población y Vivienda. Tiene de bueno que te permite caracterizar a todos los hogares del país y de malo que no se puede medir seguido. Además, como se centra en las características de la casa o la educación del jefe de hogar, suele ser una medida estructural, un poco rígida, que no sigue el termómetro de los ciclos económicos.

La segunda forma de medir pobreza en el país es por ingresos. Esta es la que se publicó recientemente para el primer semestre. El Indec mide por un lado los ingresos de los hogares, a través de la Encuesta Permanente (Continua) de Hogares, y por otro lado mide dos canastas, la canasta básica alimentaria (CBA) que mide en valor monetario un conjunto de alimentos necesarios para la alimentación y la canasta básica total que le suma a la de alimentos otros gastos necesarios para poder vivir. Estas canastas dependen de la edad y el género de cada persona. Todo se expresa en adulto equivalente, esto es, cuanto representa esa persona de la canasta de un adulto. Luego para cada hogar se mide el ingreso total familiar, que suma transferencias monetarias recibidas por el hogar como los planes sociales, y se determina el status según donde caiga su ingreso respecto a la canasta del hogar (sumando a todos los adultos equivalente). Si el ingreso del hogar no llega a la CBA del hogar, este hogar y todas las personas que lo componen se las caracteriza como indigentes o pobres extremos, si el ingreso supera este límite pero es menor a la CBT el hogar y sus integrantes son considerados pobres, y si el ingreso supera la CBT se los caracteriza como no pobre. Al tener en cuenta la edad, se tienen en cuenta las distintas necesidades calóricas y también los distintos gastos médicos (que son más altos para los adultos mayores).

Muchos economistas critican a la medida de pobreza por ingreso porque no está midiendo bien las condiciones de vida. Además la canasta se hace para un individuo mediano, y puede que la canasta para algunas personas no esté bien capturada por este individuo mediano (las canastas tienen variación regional para reﬂejar los distintos costos de vida pero también se critica a veces que esto no se hace bien).

Otra crítica es que no incluye ingresos no monetarios, como ser programas que dan alimentos, comedores, o la garrafa social. Al centrarse en el ingreso y el consumo no se tienen en cuenta otras dimensiones que son muy importantes para la calidad de vida, como ser el acceso a la salud, educación, enfermedades, etc.

Por estas razones se creó una tercera forma de medir pobreza, que es la que la mayoría en la academia lo considera mejor, que es la pobreza multidimensional. Esta forma de medir la pobreza es a través de la construcción de un índice que tiene en cuenta muchas dimensiones de las condiciones de vida de los hogares. El desafío de esta medición, que es mucho más informativa, es que se requiere muchos datos especiales, y son encuestas más largas que las típicas encuestas de empleo e ingresos como la EPH.

En la Argentina se hicieron dos de estas encuestas de condiciones de vida que se llamó Siempro, una en 1997 y otra en 2001, luego cuando tocaba hacer la tercera medición el gobierno de turno destino los fondos a otra cosa y se discontinuó, hecho lamentable porque no conocemos nada de las condiciones de los hogares de nuestro país. Los microdatos que dan las encuestas de condiciones de vida son muy útiles para analizar en detalle las condiciones actuales y diseñar mejor las políticas sociales. Ojalá algún gobierno entienda que generar buenos datos no es un gasto sino una gran inversión.

Por último, un aspecto que también es deseable de las encuestas es que existan datos de panel, esto es que no se encueste todo el tiempo gente distinta, sino que haya un seguimiento para poder evaluar políticas y para hacer un mejor análisis en general.