Vilas, y una victoria que se recuerda 40 años después
El argentino fue Campeón del Abierto de Australia en 1978 y 1979, el último título de un latino en el primer Major del año
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Eran otros tiempos, pero la magia era la misma y la competencia de los distintos protagonistas también era una lucha a ultranza. El escenario, sin embargo, sí era otro: no se jugaba todavía en Melbourne Park si no en el Kooyong Lawn Tennis Club, a menos de diez kilómetros del complejo actual, y sobre el césped, la superficie madre del tenis.
Allí Guillermo Vilas disfrutaba de competir, de dejar todo en cada pelota como era costumbre. Se sentía cómodo con el clima, le gustaban las playas (seguramente recordando a su Mar del Plata natal) y la forma de ser distendida y amena de los australianos, todo lo ponía en buena sintonía al argentino.
El ‘vínculo’ entre Vilas y Australia comenzó a crecer de forma exponencial cuando ganó el torneo de Maestros en 1974, cuando lejos estaba aún de ser uno de los favoritos. Pero además, el zurdo argentino solía entrenarse con jugadores locales como Ken Rosewall, John Alexander o Peter McNamara, entre otros, y hasta intercambiaba pelotas con un por entonces niño Pat Cash, quien varios años después llegaría a ganar Wimbledon. Era una relación bien abarcativa.
No obstante, para Vilas fue un proceso el poder llegar a sentirse a gusto al competir en tierra aussie, pues le llevó su tiempo acostumbrarse al calor, a las ‘incansables’ moscas y, en definitiva, a la superficie, que no lo favorecía para su juego. Pero con su habitual conducta de trabajo y la decisión de querer destacarse terminó por aprender los secretos para jugar sobre hierba.
De hecho, el tenis sobre pasto y, en particular, Wimbledon, era casi una obsesión de una figura que estaba popularizando el tenis en su país como nunca antes. El pasto del All England siempre fue un gran anhelo junto a su entrenador, el rumano Ion Tiriac, conquistar el All England.
Finalmente, si bien el pasto londinense sería el único torneo de Grand Slam ausente en su historial de conquistas, Vilas logró en Australia convertirse en un jugador todoterreno y mucho más que un especialista en cancha lentas: había sido finalista en enero de 1977, cuando cayó ante Roscoe Tanner y pudo obtener su primer título en Australia en el certamen de 1978; por entonces, el torneo se jugaba a fines de diciembre, y por eso la final se disputó el 3 de enero de 1979, con victoria ante el australiano John Marks por 6-4, 6-4, 3-6 y 6-3.
El zurdo repitió la conquista el 2 de enero de 1980, al ganarle al norteamericano John Sadri por 7-6, 6-3 y 6-2, en la prueba correspondiente a 1979, en una final que duró 2 horas y 44 minutos bajo un calor agobiante.
En aquella edición, el argentino siguió su racha triunfal y se llevó victorias ante el estadounidense Chris Lewis, los australianos Gardiner, Peter McNamara y Phil Dent, Víctor Amaya (EE.UU.), en la semifinal por 7-5, 3-6, 7-6 y 7-6 y a Sadri, en el choque decisivo.”Creo que en este tipo de finales, más que jugar un tenis exquisito, se necesita otra cosa. Mantener la mente fría, sobre todo en los puntos fundamentales, moverse con velocidad y aplicar todos los golpes que desconcierten al rival. Algo así salió esta tarde. Creo que no jugué un tenis maravilloso pero sí, un tenis inteligente”, comentaba Vilas en la crónica del día siguiente en los diarios argentinos.
Esa conquista, en tanto, significó el último título del un tenista latino en Australia y, por entonces, el último Grand Slam conseguido por un tenista argentino hombre hasta que Gastón Gaudio rompió la racha 25 años después ante Guillermo Coria en Roland Garros. 40 años después sigue resonando con fuerza.