Un duro descargo de Guillermo Pérez Roldán
En una entrevista con el diario La Nación, el extenista tandilense acusó a su padre Raúl de maltratos físicos y defraudación económica
Guillermo Pérez Roldán lanzó duras acusaciones contra su padre, Raúl, en una entrevista publicada por el diario La Nación y firmada por el periodista Sebastián Torok. Las fuertes declaraciones, que se realizaron desde Chile, donde reside el exitoso extenista tandilense, tuvieron amplia repercusión en los medios nacionales e internacionales.
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Estos es un extracto de la nota publicada por el diario La Nación en su edición de este domingo:
“Es probable que las nuevas generaciones de amantes del tenis, aquellas que crecieron con Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, no sepan quién fue Guillermo Pérez Roldán. Hace algunos días, LA NACION lo buscó con la intención de repasar su carrera y de conocer su actualidad en el exterior. Sin embargo, después de encontrarlo en Chile, lo que se inició con una dirección viró en una confesión impactante y profunda, en el desahogo de un hombre fuerte pero herido, que necesitaba a los 50 años, por primera vez en su vida, exteriorizar y contar un caso de maltrato del que gran parte del tenis argentino, según sus propias palabras, tuvo conocimiento, pero que siempre calló.
Algunos jóvenes, quizás, apenas lo hayan escuchado nombrar como jugador o entrenador. Pero quienes tienen más de 35 años lo conocen bien. Rocky, como fue bautizado por la potencia de su drive y su fortaleza física, fue número 13 del mundo en 1988. Ganó 9 títulos individuales. El primero de ellos, en Munich 1987, lo convirtió en el tenista nacional más joven en obtener un trofeo de ATP: con 17 años y seis meses.
Quién es Raúl Pérez Roldán: su llegada a Tandil, la escuela de tenis y las giras por Europa con sus hijos que le dieron prestigio. En el método de trabajo de Raúl Pérez Roldán, creador de la exitosa escuela de tenis de Tandil en el club Independiente, la disciplina y la severidad fueron reglas innegociables. Pero, con esos métodos, de acuerdo con la confesión de Guillermo, Raúl cruzó la línea y sus hijos, Mariana (51° de WTA en 1988) y, sobre todo Guillo, lo sufrieron.
-Has tenido algunas diferencias con tu papá. ¿Qué tan rígido era él con su sistema de entrenamiento?
-Yo te voy a decir sin miedo a que lo puedas poner: creo que fue un visionario muy bueno, extraordinario en los detalles técnicos y un gran entrenador, pero lamentablemente yo fui su hijo. Hubiese preferido tener un peor entrenador y un mejor padre, simplemente eso. Me da mucha pena: fue tan bueno en lo que creó, fue un sistema que funcionó, debería haber sido Gardel y descargaba sobre mí una, no sé si exigencia, pero perdí un padre. Hubiese preferido, desde ese lado, que él fuera un gran profesor de tenis y yo un buen abogado, no sé. Es una parte negra. Ahora, como técnico, me saco el sombrero. Mientras esté en vida espero que alguna vez podamos acercarnos, porque al final de todo es mi padre.
-¿No tenés contacto?
-No, no. No tengo contacto de ninguna manera, lamentablemente ya no.
“Hubiese querido un mejor padre. A ver si algún día me da un abrazo y dejo de ser una cuestión económica, porque como era en la cancha soy en la vida. No me van a voltear nunca. Antes de ganarme me van a tener que dejar tirado. Es una lástima. Teniendo dos hijas, ahora viniendo el guatón (NdR: término chileno, se refiere al Gordo, que nacería en esos días), no puedo creer… Ay, Dios, duele, pero son muchos años ya”.
“La verdad es esa. Todos lo saben, pero nadie lo dice, yo no lo dije nunca a un periodista. Pero fue así. Terminé de jugar y me fui a vivir a un ambiente. Tuve que pedirle plata a mi abuela para alquilar. Yo estoy en paz conmigo mismo, feliz con mi mujer, mis hijas, mis amigos, mi trabajo. Pero de ahí para adelante. Es duro. Tuve una vida difícil. Siempre salí adelante. Me da más lástima por ellos, por mis padres y mi hermana. Pero más que nada es el cómo. La traición de un padre a un hijo es terrible. En el casamiento con Daniela, hace tres años y medio, lo invité, me pidió perdón delante de todos y me cantó una canción, pero al otro día me volvió a cagar. Así es la cosa. Uno siempre tiene que aferrarse a lo de uno y a la capacidad de voluntad. Yo me entreno cuatro horas por día porque sé que si me sueltan a trabajar después de este virus [N. de la R.: tiene tareas y cargos en Italia, en el desarrollo del tenis en el TC Cagliari y con la federación de ese país] tengo que tener diez horas por día en las piernas, porque tengo que vivir. Hay que salir a laburar, tengo 50 años y tengo más ganas que nunca de vivir”.
“Si yo te contara realmente las cosas fuertes, como perder un partido, entrar en una habitación y que te peguen una piña en medio de la boca con el puño cerrado. Y yo las corría todas, eh. O que te metan la cabeza en un baño o que te agarren a cintazos arriba de una cama. O un robo de cuatro o cinco millones de dólares. Todo lo que gané jugando al tenis, al otro día no lo tenía. Mi vieja [Liliana Sagarzazu] y mi viejo firmaron para sacarme la plata de mis cuentas”.
“Sufrí el maltrato físico. Todos sabían. La cosa fue conmigo. Y con mi hermana al principio. Pero cuando empecé a facturar yo, mi hermana pasó a un segundo plano. Tengo que decir que fue un técnico de la put.. que lo parió de bueno, pero un padre de mier…. No podía ser que ganar un partido era un alivio y en determinados momentos, en vez de poder disfrutar a los 19 años, ya no di más. Le dije: ‘Seguí por tu camino, cuando te necesite técnicamente te llamo. Comprate un campo, andá a los caballos, qué se yo, pero déjame tranquilo’. Después de él no tuve otros técnicos. Jugué muchos años solo. Entonces me llevaba a mis amigos, a algún entrenador sustituto, como Kiko Carruthers, con quien viajé a dos torneos y gané los dos y no pudo viajar más. Todo el mérito tenístico se lo doy a mi papá, porque creó un diccionario de lo que había que hacer, pero yo me estoy refiriendo a la parte familiar. ¡Qué se yo! Un año gané tres torneos de ATP, en el ’87, ¡era junior, tenía 17 años! Después de ganar Buenos Aires me voy a Itaparica, en la primera ronda me toca un muchacho que se llama Tore Mainecke, jugué en otra superficie, venía de una que era súper lenta, hacía un calor, perdí y [después del partido] se subió a la cama y me empezó a cag… a latigazos porque decía que no me había movido bien. No puede ser. Cosas así, groseras”.
-¿Y respecto de lo económico qué pasó?
-Terminé mi carrera y a los tres meses era pobre. No tenía ni coche. La estafa la descubrí en 1994. Así fue: llamé al banco de afuera, pedí una plata para irme de vacaciones y no había más. Y había varios millones de dólares. Además, teníamos casas, caballos de carrera, restaurante, departamento, etcétera. No cuento ni vivo con eso y sé que nunca la voy a tener. Yo me casé por segunda vez, en Chile, mi mujer me convenció de invitarlos [a sus padres]. Mi papá me pide perdón delante de todos, me dice que ahora vamos a arreglar las cosas, qué se yo y me volvió a cag… Me quiso hacer firmar unas cosas. Fui a Tandil y le dije: ‘Bueno, devolveme algo de lo que me sacaste’. Siempre yo tratando de ser generoso en el sentido de decirle: ‘Fijate, viví bien, si tenés que arrendar algunos departamentos yo veo cuando sea más grande’, pero ni siquiera eso. Nada. Entonces le propuse: ‘Dame un poco y quedate con todo’ . No, tampoco. Entonces, le dije: ‘Mirá, papá, sigamos cada uno por su camino y listo’. Yo cuento con mi trabajo. Que te cag… tus propios viejos…
“En 1993, después de Roland Garros, estábamos con mi padre en Génova, pero como yo tenía el día libre antes de jugar vamos a ver a [Mariano] Zabaleta, que jugaba el Avvenire en Milán. Cuando volvemos, paramos en una estación de servicio y me voy a comprar algo para comer y me pongo a hablar por teléfono. Cuando miro para afuera, dos tipos le estaban pegando a mi viejo. Salí, pegué dos tortazos, me puse hielo en la mano y seguimos. Al otro día cuando amanezco tenía la mano que parecía con elefantiasis. Después vine para Argentina, ya sabía que tenía algo roto, jugué todo el año infiltrado y muy pocos torneos. Después me operé varias veces y nunca quedé bien. Al día de hoy que todavía tengo la mano sin movimiento. No fue que me lesioné jugando y la cosa se me hizo peor, no. Jamás tuve un problema en la mano, ni en los codos ni en el hombro. Mis lesiones fueron abdominales. Sí tenía un problema genético de la espalda. Así que encima de estafado, la causa de mi retiro fue por defender a mi viejo, que como siempre, estaba haciendo quil… Creo que fue por ver quién estaba primero para cargar nafta, imagínate la bol… Y yo que tenía fuerza en ese momento y, put…, lo defendí; era mi padre. Yo no sé cómo fue mi viejo con los demás, pero conmigo fue ridículamente malo. Nunca le hice nada, ningún problema judicial, nunca un abogado, nunca nada”.
-Pese a todo, decís que te gustaría reencontrarte y recibir un abrazo de tu papá.
-Es que ya lo hizo, pero volvió a defraudarme. En mi casamiento lo hizo. Volví a confiar y de nuevo tuve otro puñalazo por la espalda. Entonces es difícil. Alguna vez me gustaría, antes de morir alguno de nosotros, entre los cuales me incluyo. Con mi mujer pasamos unas penas terribles. Se le murió la hermana de 36 años, la sobrina de 6 y de 9 en un accidente de coche. Fue hace tres años, acá en Chile. Entonces, nosotros vivimos cosas muy fuertes sentimentales. Imagínate si me puede importar a mí la plata. Pero, son tus viejos. Y quisiera entender alguna vez, al menos tener una charla y saber: ‘¿Por qué siempre cag…?’. Esa es la pregunta que me hago. ‘¿Qué satisfacción te da haberme cag… todo en la cara todos estos años?’. A nivel económico, por supuesto. Pero tenés que ser más que el diablo para ver que tu hijo.