TENIS
“Si no se lesionaba, hoy Del Potro pelearía el número 1 con Nadal y Djokovic”
La sentencia es de Marcelo Gómez, formador del mejor deportista tandilense de la historia. Recorrido a fondo por la carrera deportiva del “Negro”.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
Recibí las noticias en tu email
fernandoizquierdo@hotmail.com
Tandil se erige en una ciudad mundialmente reconocida como semillero de tenistas de enorme valía.
La mayoría de ellos han pasado por las manos de Marcelo Gómez, ese eximio formador de talentos que ha pulido el juego de Mariano Zabaleta, Juan “Pico” Mónaco, Máximo González y Juan Martín Del Potro, la “joya más refinada”.
Tras la imposibilidad de acceder como jugador al profesionalismo, Gómez se las ingenió para llegar a ese ámbito desde otra función, la de formador y entrenador.
Tomó la posta en el club Independiente tras el paso de Raúl Pérez Roldán y hace alrededor de un lustro, a raíz de desavenencias con la dirigencia rojinegra, se mudó al Uncas Rugby Club.
A través de un extenso diálogo, el “Negro” Gómez comparte con El Eco de Tandil los detalles de un recorrido deportivo que lo catapultó al reconocimiento generalizado en el mundo tenis:
-¿Cuál es el origen de tu vínculo con esta disciplina?
-Un día fui a acompañar a un amigo al club Independiente y quedé fascinado con esas canchas rojas. El tenis no estaba, hasta ese momento, en mi consideración. En el país era un deporte de élite. Cuando volví a mi casa, le dije a mi papá que quería jugar y al otro día me anoté. Comencé una etapa como jugador y mis primeras competencias las tuve a los 15 años. Me fue bien en los provinciales y jugué a nivel nacional. Cuando se necesitaba dinero para viajar al exterior, tuve que dejar y me puse a estudiar. Me anoté en Ingeniería en Sistemas, no me gustó para nada y dejé. Mi viejo me dijo que algo tenía que hacer y empecé en Independiente como peloteador.
-¿Vilas era la gran, y acaso única, referencia en el país?
-Claro, era el ídolo. Pero a mí me gustaba Borg, no me preguntes por qué. Es más, yo quería tener una raqueta como la suya. Pero en el club tenía a Guillermo Pérez Roldán, era a quien yo seguía constantemente. Ya como entrenador, tuve muy claro dónde quería llegar. Formar jugadores y ponerlos en ese nivel que yo había visto en las giras, en las que vi jugar a Lapentti y “Guga” Kuerten. O al mismo Mariano (Zabaleta), que era más chico, pero viajaba conmigo y lo veía permanentemente. Me aboqué a ese objetivo. Armé grupos de chicos con proyección y me fue muy bien. De ellos salieron “Pico” (Mónaco), “Machi” (González), Juan Martín (Del Potro) y Diego Junqueira, chicos formados desde esa idea.
-¿Cómo fue tu primera estructura en Independiente?
-Arranqué con Raúl Pérez Roldán, hasta que él se fue a Mar del Plata, a mediados de los ’90. Quedó el club solo y continuamos con Oscar Rábago, con quien armamos la escuela de tenis. Construimos una primera estructura, un equipo de competición y la escuela formativa. En ese momento, yo hacía todo. Veía a los chicos de la escuela, los separaba del grupo y los llevaba a otro de élite o competición para tratar de formarlos bien. A jugadores como Juan Martín, “Pico” o “Machi” los agarré a los 7 ú 8 años y los empecé a entrenar de una manera diferente.
-¿Respetaste la línea impuesta por Pérez Roldán o de entrada impusiste un sello propio vinculado a tu idiosincrasia tenística?
-En ese momento, el tenis cambió mucho. Se pasó de jugadores como Borg o Vilas, a los Agassi, que jugaban mucho más rápido y más cerca de la línea de base. Se evolucionó mucho, se empezó a jugar más recto y con una velocidad superior. Las superficies y las pelotas se volvieron mucho más rápidas y aparecieron los sacadores. Entonces, hubo que modificar mucho. En la forma de trabajar, seguimos la línea de Raúl. Pero, con esos cambios del tenis, también tuvimos que instalar nuestra impronta. De hecho, Juan Martín se formó de una manera totalmente distinta al tenis anterior.
-¿Cuándo vislumbraste la adaptabilidad de Del Potro a superficies rápidas, cuando para el grueso de los tenistas argentinos el hábitat natural y casi exclusivo era el polvo de ladrillo?
-Cuando el tenis comenzó a cambiar, noté que se dirigía hacia las superficies rápidas y que, lamentablemente, el polvo de ladrillo iba a perder el terreno que finalmente perdió. Hoy, el 80% del circuito es sobre cemento. De canchas lentas sólo quedaron tramos muy puntuales en el calendario, como la gira latinoamericana y algo a mediados de año en Europa. El dinero y los torneos grandes están en el cemento. Eso me motivó a que Juan Martín sea un jugador como el que es, desde las características de juego que empezaba a mostrar.
-¿A qué edad suya notaste que sería lo que es, con la capacidad de tener un plus respecto a Zabaleta, Mónaco o “Machi” González?
-Era distinto. “Pico” era un jugador muy importante y yo sabía que se iba a meter arriba. Pero en Juan Martín, cuando tenía diez años, supe que era un potencial top ten, que llegaría a serlo de no pasar nada raro. Tenía otras cosas, era crack. Todo el mundo lo veía, no sólo yo. Había que pensar en su desarrollo y en cómo hacer para que tenga una buena formación con el objetivo de que esté ahí arriba. Para ser top ten, tenés que tener todo.
-¿Qué más podría haber hecho de no padecer tantas lesiones?
-Hoy, estaría peleando por el número 1 con Nadal y Djokovic, no tengo dudas. Ése es el segundo de sus objetivos de siempre. El primero, ganar el US Open, algo que pudo lograr. Por cómo ha evolucionado su juego y cómo estaba antes de romperse la rodilla, lo podría haber conseguido.
-¿A qué atribuís sus lesiones?
-La de la rodilla, a la mala suerte. Las otras se fueron dando por su tipología, por tener un físico muy grande para jugar al tenis, que sufre mucho.
-¿Lo ves con la fuerza necesaria para emprender un nuevo regreso?
-Lo veo como siempre lo vi, como a un chico que disfruta jugar al tenis. Es lo que le gusta hacer y lo va a intentar hasta que no pueda más. Me parece que todavía puede. Espero que se recupere de la rodilla. Si queda bien y tiene fuerzas para lograrlo, lo va a intentar. Lo que tengo claro es que, si no está al cien por cien para competir con los de arriba, no va a volver. No regresará si no puede jugar de igual a igual con los mejores, con los que él quiere derrotar.
-¿Cuál de los jugadores que formaste y llegaron al circuito ATP hacían o hacen en la cancha lo que vos pretendías de ellos?
-Todos. Siempre inculqué luchar, trabajar, insistir, ser humilde…Y cuando ellos entraban a la cancha los veía hacer eso. Daban todo y, en algunos casos, con lo poquito que tenían lograban cosas importantes. Cuando “Pico” entraba a la cancha, hacía lo que yo quería ver. Juan Martín es un jugador que tiene otros recursos, que hace cosas distintas, pero también en él veo que hace las cosas que se le inculcaron. El jugador, de grande, hace lo mismo que hacía cuando era chico. Obviamente, en otro nivel de perfección y de exigencia. Ver que hacen lo que les enseñaste es un placer.
-También hay una formación en cuanto a lo personal, faceta que siempre destacan quienes pasaron por la escuela rojinegra.
-Sí. Y el mismo objetivo tenemos hoy que estamos en Uncas. Primero está la persona y después está el jugador. Todos han sido muy buenos chicos. Por dar un ejemplo, cuando te hablan de Zabaleta primero te mencionan lo gran persona que es y, después, lo bien que jugaba al tenis. Es lo mejor que te puede pasar como formador. Similar pasa con “Machi”, “Pico”, Diego (Junqueira) o Juan Martín. Cuando hablan de ellos, se refieren a lo educados que son, a lo bien que se portan dentro de la cancha y a lo que transmiten. Hablo de quienes llegaron al circuito, después hay muchos que pasaron por la escuela y hoy aplican esa conducta en su trabajo, su estudio, su vida personal…
-En la búsqueda del profesionalismo, hay muchos jugadores que quedan en el camino. Y al factor económico se lo menciona como un obstáculo a veces insalvable.
-Sí. Pero, tarde o temprano, el dinero aparece si uno juega bien y tiene condiciones. Y, si no aparece, hay otros caminos que no son los de las “luces de colores” pero sí del esfuerzo y la dedicación. Si insistís y tenés buena predisposición, también podés llegar. Está claro que el dinero es algo indispensable, el tenis es un deporte muy caro que exige salir a competir al exterior, algo que representa gastar en dólares. En este país es complicado, pero el argentino está acostumbrado a adaptarse a todo lo que venga.
Vigencia y futuro
-¿Avizorabas esta prolongación de la vida útil del tenista?
-Se veían venir carreras más largas. La kinesiología ha mejorado terriblemente, ha permitido que el jugador se recupere muy rápido y logre jugar hasta una edad más avanzada. La alimentación ha cambiado totalmente, hoy es una ciencia exacta, tenés la certeza de que si consumís esto y aquello vas a estar impecable. También la preparación física ha evolucionado muchísimo. Hoy, vemos a Federer, Nadal y Djokovic todavía ahí arriba ya con cierta edad.
-¿A quién ves de la nueva camada para “tomar la posta”?
-Me gustan varios entre los jóvenes. Algunos como Tsitsipas, Zverev y Sinner juegan muy bien. Por supuesto, les falta experiencia y demás. Tanto ellos como Thiem y Medvedev van a estar muy metidos arriba. Pero creo que habrá más alternancia, me parece que ocurrirá como antes, que el número 1 irá cambiando de manos de manera más frecuente respecto a lo que ocurre actualmente.
-¿Y en Argentina?
-Hay épocas distintas y es complicado que el país vuelva a tener tantos jugadores en los primeros planos como pasó en determinado momento. Es normal, incluso hoy le pasa a España, que tiene a Nadal, Carreño Busta y no mucho más, cuando en otros tiempos tenía diez o quince grandes tenistas. Argentina tiene varios jóvenes disputando torneos Challenger que juegan muy bien, veo una muy buena camada.
El cambio
-¿Por qué pasaste de Independiente a Uncas?
-Fue algo normal. Siempre hay un desgaste entre la dirigencia y los entrenadores. Suele haber diferencias en los proyectos. En Independiente, se apostó más a tener una escuela formativa, a contar con muchos chicos y generar un movimiento, y lo han hecho muy bien. Nosotros apuntamos al tenis de élite, a la idea de sacar jugadores permanentemente. Al no congeniar los proyectos, buscamos otro horizonte. En Uncas nos recibieron muy bien, estamos muy contentos.
-¿El cambio te debilitó en algún sentido o lograste trasladar toda tu estructura de inmediato?
-Cuando nos fuimos, todos los chicos se vinieron con nosotros. Formamos una estructura muy grande en Uncas, un club que en tenis no tiene una historia en la alta competencia. Tenemos una academia con muchos jugadores, chicos en los primeros puestos del ranking nacional. Surgió Lourdes Carlé, hoy alrededor del puesto 400 del mundo. No se resintió nuestra estructura, se potenció. Tenemos unas canchas que son las mejores de Tandil y están entre las mejores de la provincia. Eso, nos permite hacer algunos trabajos que en otras circunstancias no podríamos. Estamos muy cómodos.
-¿Tu función actual es lo que más te llena o te seducen otros objetivos como acompañar a un jugador de élite mundial o ser capitán de Copa Davis?
-Tuve una experiencia maravillosa dirigiendo al equipo de Copa Federación. Disfruté muchísimo las tres series en las que estuve, pudiendo lograr un ascenso.
Ya no tengo ganas de andar por el mundo acompañando a un jugador. Lo hice con Juan Martín y fue un desgaste muy grande. Salvo que apareciera un proyecto que me encante. Ser capitán de Copa Davis me gustaría, obviamente, ¿a quién no? Pero hoy es algo que veo lejos, no estoy cerca del deporte de élite, sino más bien en la parte formativa.
La tarea del coach y los mejores
-¿Qué influencia tiene el entrenador en los jugadores ya consagrados? ¿La conducción pasa más por lo emocional y por las formas de desenvolverse en el circuito que por lo técnico?
-En el nivel de élite mundial, desde lo técnico el jugador mejora solamente cositas muy puntuales, trata de ver qué hacer mejor para ganarle al rival. El trabajo del coach que está con los mejores tiene que ver más con lo táctico que con lo técnico. Jugadores jóvenes de primera línea, como Zverev o Tsitsipas, buscan como entrenador a alguien que haya atravesado situaciones similares a las que hoy viven ellos. Como hizo Murray en su momento, que buscó a Lendl porque había perdido varias finales de Grand Slam antes de ganar su primer título de ésos, como le pasó a él mismo.
-Desde lo estético y, naturalmente, en función de sus logros, Federer se impone como el favorito de la gente. ¿Coincide con tu gusto?
-Yo miro mucho todo y no me quedo sólo con Federer. Tengo claro que es muy lindo verlo y que es admirable lo que ha hecho. Sin dudas, es un número 1 en todo. En los torneos, me asombraba verlo cómo se maneja. Atiende a todo el mundo, a la prensa, firma hasta el último autógrafo, desde la gente que está en el VIP con él hasta quienes lo están esperando afuera. Son pocos quienes hacen eso.
-¿Y el resto?
-Nadal tiene un juego que me sorprende mucho, siempre está evolucionando. Creo que es quien más mejoró técnicamente. Djokovic es un tipo que permanentemente está buscando ser el mejor. Federer es el preferido de la gente, pero todos ellos tienen algo destacable, saco un poquito de cada uno.
-¿Y Juan Martín?
-Lo que más me gusta es todo lo que pone para volver una y otra vez. Los regresos que ha tenido son inigualables. Es notable cómo vuelve, lo rápido que recupera el ritmo de partido y se mete bien arriba. Vienen los jugadores y me preguntan cómo hace, cómo logra volver a su nivel de inmediato después de haber parado dos años. Es algo que sólo él tiene.
Otros tandilenses
-¿Cómo ves a Mariano Zabaleta en su función de dirigente?
-Es un animal para todo lo que hace. Le mete mucha garra, empuja como loco. Está poniéndole muchas ganas, en un puesto (vicepresidente de la Asociación Argentina de Tenis) en el que no cobra, lo hace porque le gusta el tenis. Sé que le pone todo y que, en esta pandemia, le tocó bailar con una fea. Con el equipo de Copa Davis fuera del Grupo Mundial, lo que genera falta de ingresos. No lo tenía como dirigente y me sorprendió muchísimo, gratamente. Le deseo lo mejor y ojalá pueda cumplir todas sus metas, que son muchísimas.
-¿Cómo tomaste las declaraciones de Guillermo Pérez Roldán, a través de las cuales denunció un maltrato de parte de su padre Raúl?
-Siempre salir con algo así es liberador. En el club Independiente, Raúl era un tipo muy duro, todo el mundo lo sabía. En esa época, el maltrato verbal era normal y una situación que se normalizaba, distinto a lo que ocurre ahora. Sabíamos que, en algunos momentos, Guillermo la pasaba mal, pero no estábamos al tanto de todo lo que contó. Pero Raúl era duro y con sus hijos aplicaba una dureza extra, por momentos maltratándolos. Nunca vi una agresión física, yo era muy chico. Me alegro por Guillermo, que haya podido sacarlo, contarlo te libera de muchas cosas y te deja en paz con vos mismo. Tener eso dentro y no sacarlo muchas veces es perjudicial. Hablé con él, le brindé todo mi apoyo, le dije que lamentaba que hubiera tenido que pasar por eso y que cuente conmigo, aunque sé que es un tema muy particular de padre e hijo que deberán resolver ellos.