MARCELO GÓMEZ SUPERÓ EL CORONAVIRUS
“Por más fuerte y sano que estés, la podés pasar muy mal”
El entrenador de tenis estuvo ocho días internado. El virus le causó un efecto devastador. “Llegué al Sanatorio deteriorado, casi sin poder caminar”, contó el formador de Del Potro.
Pese a su juventud, su óptima condición de salud y los cuidados que tomó, en Marcelo Gómez el coronavirus llegó e hizo estragos.
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El formador tenístico de Juan Martín Del Potro padeció un severo impacto y aún convive con secuelas del paso por su organismo del virus que mantiene en vilo al mundo.
Gómez, entrenador del club Uncas, le contó su experiencia a Claudio Andiarena y Andrea Sánchez, en el marco del programa “Cosas que pasan”, emitido por Tandil FM, 104.1:
“El virus me pegó muy fuerte, como le ha pasado y le pasa a gente de Tandil. Estuve internado ocho días, sin respirador pero con oxígeno todo el tiempo. La pasé bastante feo, no me di cuenta de que tenía el virus, estuve una semana incubándolo. Sufrí una pulmonía bipulmonar, pero sin tener síntomas, nunca sentí falta de aire, no tuve tos ni mocos. Cuando fui al Sanatorio Tandil, donde me atendieron muy bien, lo hice muy deteriorado, casi sin poder caminar. Me evaluaron el oxígeno en sangre y tenía muy poco, me lo proporcionaron y me internaron aislado”, comenzó narrando el “Negro”.
-¿Sabés cómo te contagiaste?
-Me cuidaba mucho. He seguido constantemente los protocolos del club. Después de hacer las compras, le ponía alcohol a todo, apartaba la ropa para lavar, tomaba recaudos, no sé cómo el virus entró en mí. Primero, cuando me sentía mal, lo tomé como una gripe. Todo fue empeorando, fui al Sanatorio y me hicieron el test, en estos días me confirmaron que fui positivo. Es feo saber que podés dañar a otro, no sólo te aíslan sino también vos tratás de no contagiar a nadie, eso es terrible para la cabeza.
-¿Qué secuelas te quedaron?
-Físicamente, bajé ocho kilos, me vino muy bien. Mientras tenía el virus me dolía mucho todo el cuerpo, un síntoma que tienen casi todos los infectados. Te deteriora en lo físico, no tenés ganas ni de levantarte de la cama. Durante los primeros días de la internación, me ayudaban a ir al baño. Yo, acostumbrado a trabajar al aire libre con temperaturas bajo cero, nunca tuve una gripe o neumonía. Fue impensado hasta para mí terminar con una neumonía. No fumo, soy deportista, estoy en movimiento permanente y todo el tiempo estoy al aire libre. Siempre me sentí fuerte y pensaba que jamás me podría pasar algo así. De algún modo, esto me dejó una enseñanza, me hizo ver que por más fuerte que te sientas, te puede tocar y la podés pasar muy mal.
-¿Qué recomendarías en cuanto a las precauciones?
-Que extremen los cuidados. El barbijo es fundamental en los espacios cerrados, aunque yo ahora también lo uso en los abiertos. Las reuniones familiares o de amigos hoy son bastante peligrosas, podés contagiar al no saber que tenés el virus. Cuando me internaron, hice el repaso de las personas con las que había estado y empecé a avisarles una por una. Si mantenés muchas reuniones, es alta la cantidad de gente a la que podés contagiar. Eso puedo recomendar, que la gente se mueva poco. El virus no va a parar, lo digo porque lo pasé, tomé todas las precauciones e igual me tocó. No salía a tomar una cerveza, a comer a un restaurante o cosas por el estilo. Trabajo con muchos adolescentes y si hacía esas salidas podía ser perjudicial para ellos.
-¿Atravesarlo en soledad te generó cierta angustia?
-Es la peor parte del virus. En mi caso, podía manejar el celular porque no estaba entubado. Sólo tenía una bigotera, un elemento que te ponen en la nariz para darte oxígeno. Pero, los tres primeros días me sentía muy mal y no tenía ganas ni de agarrar el celular. A la habitación, entraban una vez al día, a limpiarla, a ayudarte a bañar, y el médico venía a decirme cómo iba evolucionando y demás. Cuando se van, no vuelven más y te quedás absolutamente solo 23 horas y media. Te quedás pensando, con la cabeza trabajando a mil, evaluando si vas a salir de ésa, si te van a quedar secuelas… Vengo de hacerme una ecografía computada y me dijeron que tengo restos del virus. Me quedó algo en el pulmón y tengo que volver a hacerme estudios porque no se sabe si va a desaparecer. Es una cuestión muy seria. También me hice un estudio de cardiología, no me quedaron arritmias, pero a algunas personas les ha pasado.
-¿En ese momento, uno valora de manera diferentes las cosas?
-Sí, te pega por todos lados. Te cambia la perspectiva de las cosas. En mi caso pensé mucho en mi familia y amigos. En que quizá le toca a alguien de tu entorno que es mayor que uno, como mis padres o mis amigos más grandes que yo. Pensar que el virus los puede llegar a matar es muy duro. La conciencia es más importante, hay que estar atentos a los síntomas. Apenas tenés alguno, es clave consultar al médico.
-¿Tuviste miedo?
-Sí. Se te pasan mil cosas por la cabeza, como dejar a tus hijos. Lo peor es sentirte indefenso y no saber qué va a pasar con todo esto. No es que te dicen “son tres días en los que la vas a pasar mal y listo”. En cada persona, el virus actúa de manera diferente. A mí me tocó pasarla horrible.