Pernía, a cuarenta años de empatar el superclásico
El 21 de septiembre de 1980, el tandilense puso el 2-2 definitivo para Boca frente a River. Los problemas con Rattín, aquel gol a Fillol, los duelos con Passarella y los tiempos de la selección nacional, en una charla repleta de recuerdos.
El día en que se iniciaba la primavera de 1980, la atención del país futbolero estaba puesta en una nueva edición del superclásico. Por la tercera fecha del campeonato Nacional, River y Boca se veían las caras en el Monumental. Choque de máxima rivalidad y el escenario más importante de Argentina. Un tandilense, Vicente Alberto Pernía, tuvo una participación decisiva en el resultado, al anotar con un cabezazo el gol del definitivo 2-2. El “millonario”, dirigido por Ángel Amadeo Labruna, ostentaba la condición de tricampeón, ya que se había adjudicado ambos títulos de 1979 y el Metropolitano del ’80. El “xeneize” tenía en el banco a Antonio Ubaldo Rattín, tras el exitoso ciclo comandado por Juan Carlos Lorenzo.
En aquella jornada, de la que hoy se cumplen cuarenta años, Ramón Díaz adelantó al dueño de casa a los 8 minutos del primer tiempo, y Norberto Outes logró la paridad a los 23′ de la misma etapa. Oscar Ortiz le devolvió la ventaja a River a los 9′ de la segunda parte y Pernía selló el resultado cuando iban 34′.
No fue el único gol del “Tano” en el duelo estelar del fútbol argentino, ya que había convertido en un Boca 1-River 2, en el Metropolitano de 1977, resultado decisivo para que el club de Núñez se adjudicara otro título.
Pernía fue un aguerrido marcador de punta y sus números lo ponen en un lugar importante de la historia boquense. Jugó 268 partidos oficiales, entre 1973 y 1981; y protagonizó seis títulos en la institución de la Ribera: Metropolitano 1976 y 1981, Nacional 1976, Copa Libertadores de América 1977 y 1978, y Copa Intercontinental 1978. Anotó 10 goles y sufrió 13 expulsiones.
En superclásicos, el tandilense también dejó su huella. Jugó 31 veces de manera oficial, con 2 goles convertidos y un saldo de 11 victorias, 11 empates y 9 derrotas. No quedó demasiado lejos de los que más veces defendieron la camiseta de Boca contra River, Silvio Marzolini (37) y Roberto Mouzo (35). El historial general es encabezado por Reinaldo Merlo, que se puso la casaca de la banda roja en 42 ocasiones.
Cuatro décadas después de aquel partido, Pernía repasó recuerdos de esa jornada y de su trayectoria futbolística.
-¿Aquel 1980 fue un año de transición para Boca?
-Fue un año malo, es la realidad. Nosotros veníamos de la época de Juan Carlos Lorenzo, el mejor entrenador de la historia de Boca, junto con lo que mucho más adelante hizo Carlos Bianchi. Llegó el nuevo cuerpo técnico, con Rattín. Se hizo todo muy difícil, ya no era lo mismo.
-¿Qué características tenía Rattín como técnico?
-El trato hacia el plantel no era bueno. Había gente grande, con títulos ganados, y él se manejaba de forma irrespetuosa. Una vez, le dijo a (Hugo Nelson) Lacava Schell que si llegaba tarde a un entrenamiento se iba a tener que pelear con él. El uruguayo era un pibe y se sentía muy mal. Ahí saltamos los más grandes y le dijimos qué pasaría si llegábamos tarde nosotros. Mirá si Lacava Schell o cualquier otro tenían un accidente por apurarse a llegar a horario.
-¿En ese momento evaluaste irte del club, lo que sucedió al año siguiente?
-No, yo me hubiera querido retirar en Boca. En 1981 se mejoró mucho en todos los aspectos, llegó Silvio Marzolini y refuerzos como Diego Maradona y Miguel Brindisi. Me fui porque noté que ya la dirigencia no quería jugadores de más de treinta años. La excepción era Antonio Alegre, un señor con todas las letras.
-¿Qué recordás de ese empate del ’80 en cancha de River?
-Fuimos perdiendo dos veces y metí el 2-2, en el arco que da al Río de La Plata. Encima fue mi único gol de cabeza.
-Está el video. Tiro libre de Carlos Córdoba desde la izquierda y ganaste despegándote de la marca por el segundo palo.
-Tal cual. Cuando “Cacho” Córdoba iba tomando carrera, yo amagué arrancar y me frené. El “Negrito” Ortiz, que era mi marca, me perdió. Vi que la pelota iba a caer por mi zona y que Fillol quedaba medio a mitad de camino. Me quedé con esa imagen y por eso metí el cabezazo por arriba. Salió justa y fue gol.
-¿Para los clásicos te predisponías de manera especial?
-Era el partido que no me quería perder, lo jugué varias veces lesionado, con esguinces a medio curar. Sentía que no podía faltar.
-¿El más recordado es la final del Nacional 1976?
-Ese y las semifinales de la Copa Libertadores del ’78. En el ’76, se dio el caso de que yo venía de una operación por rotura de ligamentos cruzados ochenta días antes, con el doctor Fernández Schnorr. Estuve treinta y cinco días con yeso, no veía la hora de recuperarme. Y no era como ahora, que les hacen un puntito. De esa operación me quedaron catorce puntos. Antes de la semifinal, Lorenzo me prometió que si pasábamos a la final me iba a poner. Cumplió, le ganamos a River 1 a 0 y fuimos campeones. Eso sí, si íbamos a alargue se me iba a complicar, casi no podía caminar.
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Selección dividida
-¿Tenías buena relación con algún jugador de River en tu época de jugador?
-Con el único era con el “Negro” (Juan José) López. Nos conocíamos de la selección, él no hablaba de River ni de Boca. Tocábamos otros temas, nos hicimos amigos.
-También tuviste otros riverplatenses como compañeros en la selección. ¿No había buen trato?
-Teníamos relación de compañeros, pero nada más. Ellos tenían su grupo. En las mesas, yo prefería estar separado de ellos.
-¿Por algo en especial?
-Por respeto a la camiseta de Boca. Estuve en la selección con Passarella, Ortiz, Gallego, Luque… Excelentes muchachos, no tenía ni tengo nada contra ellos. Pero es como si vas a jugar un partido contra tus amigos, capaz terminás dando el setenta por ciento. Y yo tenía que dar el cien por ciento.
-Además, te tocó una época en la que había pocas convocatorias a jugadores de Boca.
-Sí, parece que hubo alguna orden de arriba. Menotti me llevó porque no le quedaba otra, por el nivel que mostraba. Pero él tenía preferencia por otro tipo de jugadores. Creía que eran mejores los jugadores elegantes, en lugar de fijarse en el rendimiento. Fuera de eso, la relación con él era buena en lo personal. Y lo más importante es que se ganó ese Mundial ’78, aunque no me haya tocado estar en el plantel.
-¿Sentís que ese era el Mundial en que podías haber participado?
-Sí, pero también previo a Alemania ’74 me encontraba en gran nivel. Llevaba un año y medio en Boca, había estado en convocatorias. El técnico Cap prefirió llevar a “Quique” Wolff y a Glaría, de San Lorenzo.
Marcar a Passarella
-¿Con algún jugador de River había especial “pica”?
-No, cada uno defendía lo suyo. En el caso del defensor, siempre tiene la ventaja de que el delantero suele jugar de espaldas. Para mi, la rivalidad siempre fue la condición técnica del atacante contra la marca del defensor.
-¿Qué delanteros iban por tu sector en los clásicos?
-En distintas épocas Más, Ghiso, Ortiz… A veces se tiraba por esa zona Luque. Eran lindos duelos. Tampoco es que se trataba de ver quien era más guapo, sino que cada uno daba lo mejor por su equipo.
-¿Qué rol tenías en las pelotas paradas en contra?
-Generalmente, iba al palo. No tomaba marcas, por la altura y porque nunca me caractericé por ser un gran cabeceador. Hasta que previo a un clásico, me tocó casi de casualidad marcar a Passarella.
-¿Cómo se dio eso?
-Juan Carlos (Lorenzo) dio la charla, repartió las marcas y se olvidó de Passarella. Se lo hicimos notar y le dije que si quería lo marcaba yo. Me dijo “pero si usted no puede saltar ni una raya”. Le insistí, porque yo lo tenía bien estudiado, sabía cómo se alejaba de la zona para tomar carrera y los movimientos que hacía. Y lo convencí con un argumento simple: “¿Usted quiere que cabecee yo o que no cabecee Passarella?”. Me respondió “que no cabecee Passarella” y me asignó esa marca. Igual, el “Toto” tenía miedo de que yo cometiera penal.
-Entonces, se dio el duelo Pernía-Passarella.
-Cuando cobraron el primer corner para River, Passarella me vio cerca suyo y me miró como diciendo “¿vos me vas a marcar?”. Y me las rebusqué, lo desacomodaba en el inicio de la carrera, forcejeaba un poco. Él le reclamaba al árbitro, yo me prendía en la discusión y así iba cumpliendo mi objetivo. Terminé siendo la marca suya como en diez partidos y nunca nos hizo goles de cabeza. Yo no cabeceaba, pero él tampoco.
LA SÍNTESIS
RIVER PLATE 2
Ubaldo Fillol; Eduardo Saporiti, José L. Pavoni, Daniel Passarella y Alberto Tarantini; Juan J. López, Reinaldo Merlo y Norberto Alonso; Ramón Díaz, Omar Labruna y Oscar Ortiz. DT: Ángel Labruna.
BOCA JUNIORS 2
Hugo Gatti; Vicente Pernía, Francisco Sá, Armando Capurro y Carlos Córdoba; Jorge Benítez, Jorge Ribolzi y Mario Zanabria; Hugo Coscia, Norberto Outes y Carlos H. Salinas. DT: Antonio Rattín.
Cancha: River. Árbitro: Carlos Espósito. Goles: PT: 8′ Díaz (RP) y 23′ Outes (BJ). ST: 9′ Ortiz (RP) y 34′ Pernía (BJ). Cambios: en River: ST: 37′ Juan C. Heredia por Ortiz. En Boca: ST: 27′ Carlos Randazzo por Zanabria y 36′ Jorge Insfrán por Coscia.