OPINIÓN
Naoya Inoue, el mejor entre los mejores
Excepcional, inédita y desmerecida por los conservacionistas del boxeo, la dimensión del japonés Naoya Inoue excede la del buen campeón del mundo o la del excelente campeón del mundo “de categorías chicas”: hablamos, sin más, del mejor libra por libra.
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Esto es, del mejor boxeador del planeta. Del boxeador capaz de reunir trayectoria, títulos, destrezas y jerarquía en el alto nivel.
Por alguna razón, seguramente ligada al presupuesto de que el biotipo del ser humano oscila entre los 60 kilos para arriba, la noción de “libra por libra” es aplicada a pugilistas que van del peso liviano al peso pesado inclusive.
¿Dónde está escrita esa premisa?
En ninguna parte y en todos, desde el momento que se desconoce su interpelación, salvo la tácita y grata excepción de la revista especializada “The Ring” que, sin embargo, hasta donde se sabe tampoco considera a Inoue por delante del mexicano Saúl “Canelo” Álvarez y del ucraniano Vasyl Lomachenko: lo ubica tercero.
Otros postulantes son los muy reconocidos Gervonta Davis, Terence Crawford, Tyson Fury, Errol Spence, Oleksandr Usyk. Y hasta no hace tanto nadie se escandalizaba si se mencionaba a Manny Pacquiao y Gennady Golovkin.
Desde luego que no existe un aparato capaz de discernir entre variables de elementos diversos, complejos y de lupa subjetiva, y por subjetiva, arbitraria.
En todo caso, el humilde autor de estas líneas ejerce el derecho de poner la sobre la mesa sus cartas argumentales: su fundamentación.
Con flamantes 29 años, el japonés es el de campaña más espectacular entre los 82 campeones mundiales nacidos en la Tierra del Sol Naciente.
Un portento de brillante campaña en el campo aficionado, de inmaculado récord profesional (23-0 y 20 KO), tres títulos (mini mosca, supermosca y gallo) y unos cuantos de vencidos célebres, como por ejemplo el argentino Omar Narváez y el filipino Nonito Donaire.
A “Flash” Donaire, otro crack y rey múltiple, el martes lo demolió en el Súper Arena de Saitama y salvo noticias en contrario también lo forzó a colgar los guantes.
Demasiado boxeador como para ser etiquetado como un mero peleador, demasiado peleador como para ser etiquetado como un boxeador, Inoue es una máquina de gobernar el centro del ring, de abrir camino, de disponer el punto de cocción y saborear el plato más tarde o más temprano.
Y todo con una generosa variedad de golpes, una puntería pasmosa y una cintura que llenan los casilleros de la defensa clásica y del rigor estético.
Fue campeón en la franja de los 49 kilos, sin pasar por mosca también fue campeón entre los de 51, hoy reina entre los 53 y monedas y, si se lo propone, que se preparen los que pisan fuerte en supergallo: los invictos Stephen Fulton y Murodjon Akhmadaiev.
Naoya Inoue, 165 centímetros y 54 kilos de fenómeno químicamente puro: el más bueno entre los buenos.