Guillermo Depietri es sinónimo de fútbol formativo en la ciudad.Con poco más de treinta años, optó por cerrar su carrera como jugador y meterse de lleno en la enseñanza, faceta en la que permanece desde 2001.Tras un frustrado paso por la carrera de Abogacía, el “plan B” fue Educación Física y, con ello, la reafirmación de su apego al deporte.Bajo la tutela de Néstor Auza, desembarcó como formador en Unicen, institución a la que sigue ligado y en la que, eventualmente, estuvo a cargo del plantel de primera división de la Unión Regional Deportiva. La actualidad encuentra a “Memo” nuevamente volcado de pleno a los más chicos.&nbsp;En su casa emplazada en la manzana que supo albergar el estadio Francisco Fiego, Depietri recibe a El Eco&nbsp;para entablar una charla a puro fútbol:“Comencé a jugar siendo muy chico. Cuando tuve la posibilidad de irme a estudiar afuera, continué haciéndolo hasta que tuve una lesión. Me rompí los ligamentos cruzados, volví a Tandil e inicié la carrera de Educación Física. Me recibí en 1996 y, a partir de ese entonces, estoy abocado al fútbol en baby e infantil”.-Como parte de una familia muy ligada al fútbol y a Santamarina en particular. De hecho, tu papá fue un referente a nivel dirigencial.-Uno de los deseos de mi papá era que Santamarina llegara a lo más alto del fútbol nacional. En el ’85, ganó el Regional, haciendo su primera incursión en el fútbol nacional. Estoy súper contento de haber tenido un “viejo” como él, era un tipo muy pasional que dejó la vida por el club de sus amores.&nbsp;-Hoy, vivís en la manzana en la que estaba el estadio Francisco Fiego.-Me crié en este barrio, cuando era chiquito vivía a media cuadra de la cancha. Me la pasaba jugando al fútbol o en la pileta durante el verano. Hoy, vivo donde estaba la cancha y todo el tiempo aparecen anécdotas sobre lo que vivimos cuando éramos chicos.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri_3.jpg" alt="Depietri"></figure>-¿El sueño era jugar en la primera de Santamarina?-No pensaba en ser un jugador de fútbol profesional, sí me gustaba jugar como también al básquet. En los dos deportes, tuve grandes entrenadores como Luis Quintela y “Bocha” Larsen. En determinado momento, tuve que decidirme por dónde seguir y opté por el fútbol. A veces, coincidían los horarios de los partidos y era un problema porque yo quería cumplir en los dos lugares y era imposible. El fútbol pudo más.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri.jpg" alt="Depietri"></figure>-¿Tenías condiciones o llegaste a primera desde el sacrificio?-Siempre me gustó entrenar. Técnicamente, no era de los mejores pero tampoco estaba entre los más malos. Traté de ser prolijo, algo que intento inculcarles hoy a los chicos. Siempre les pido que sean “distintos”, la palabra que uso a la hora de vivir el fútbol.-¿Qué posiciones ocupaste?-De chiquito, era zaguero central. Enrique Torres, uno de mis padres futbolísticos -el otro es Luis Quintela- me ubicaba de central. De grande, Carotti, un entrenador que vino a Santamarina, me utilizaba de lateral o volante por derecha. Me gustaba el despliegue, tenía bastante dinámica para ir y venir. Me sentía más cómodo a la hora de jugar que para marcar.-¿Qué compañeros de Santamarina recordás en particular?-“Cholo” Petrucci era el jugador “distinto” que teníamos. También se destacaba Marcelo Anechine, por su velocidad y por ser un tremendo goleador. Después, había otros chicos que terminaron dedicándose a otras cosas como Emiliano Mouilleron, Luis Roselli, Mauricio Ferrari…también compartí plantel con los Kabalín y José Solimanto, quien estaba en sus últimos partidos.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri_4.jpg" alt="Depietri"></figure>Una formación de Santamarina en 1994, en el Francisco Fiego. Germán Stagnoli, Walter Espíndola, Gustavo Pérez, Hernán Coldeira, Leonardo Rossi y Guillermo Depietri. Carlos López, Fernando Vergel, Marcos Palladini, Santiago Silva y Leonel Casciano.&nbsp;-Un aprendizaje permanente.-Sí, además tuve grandes profes. No me canso de decir que Luis Quintela fue uno de mis maestros, es una persona que sabe muchísimo de fútbol y, más aún, de la vida. Uno va aprendiendo de todas esas cosas.-¿Durante tu ciclo de jugador ya vislumbrabas que te abocarías a la docencia algún día?-Siempre me interesó todo lo que es enseñanza de la práctica deportiva. En principio, elegí Abogacía, pero no si no era eso, hubiese escogido Educación Física. Cuando volví a Tandil, en ese momento acá no había Abogacía. Mi idea era quedarme en la ciudad y me incliné por la otra carrera que me gustaba: Educación Física.<figure class="media"><div data-oembed-url="https://www.youtube.com/watch?v=8Toj0-XyTzc&amp;t=189s"><div style="position: relative; padding-bottom: 100%; height: 0; padding-bottom: 56.2493%;"><iframe src="https://www.youtube.com/embed/8Toj0-XyTzc" style="position: absolute; width: 100%; height: 100%; top: 0; left: 0;" frameborder="0" allow="autoplay; encrypted-media" allowfullscreen=""></iframe></div></div></figure>-¿Puede decirse que la decisión de tu retiro fue repentina?-Sí. Cuando vino Carotti a dirigir a Santamarina, trasladó ciertas cuestiones del fútbol profesional como las concentraciones, algo a lo cual el jugador de Tandil no estaba habituado en esa época. En las primeras fechas del Argentino B, me tocó concentrar un día que tenía el cumpleaños de 15 de la hija del rector de la Universidad (Néstor Auza), un compromiso ineludible para mí. Tenía que volver al hotel a las 11 de la noche, un horario en el que la fiesta recién estaría arrancando. Arreglé con el técnico para regresar a las 12. Cuando volví a la habitación, le dije a Damián Luengo, mi compañero: “Mañana juego mi último partido”. No quería eso, tenía más de 30 años y consideraba que era cuidadoso a la hora de manejarme en la actividad deportiva. Entonces dije: “Hasta acá llegué”.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri_1.JPG" alt="Depietri"></figure>-¿Llegaste a arrepentirte o fue una decisión que sostuviste a través del tiempo?-También tuvo que ver que ya no estuviese mi fan favorito, que era mi viejo. En los últimos años empecé a entender que está bueno jugar para alguien, al menos a mí me pasaba. Yo sabía que mi viejo disfrutaba viéndome jugar. Él falleció en 2002 y empecé a notar que me faltaba ese estímulo extra. No me cerraba el tema de las concentraciones y había perdido a mi fan número 1, entonces tomé la decisión.-¿Cómo era tu papá?-Muy pasional, con mucha garra, intentaba lograr todo lo que se proponía. Cuando terminaban los partidos me decía, de acuerdo con su visión, qué había hecho bien y qué mal. Particularmente, no me molestaba. Él había jugado y yo sabía que tenía su visión sobre el fútbol, y a mí siempre me gustó escuchar opiniones futbolísticas. De ahí en más, uno puede tomar o dejar lo que le dicen. Pero me gustaba escuchar a mi viejo y yo disfrutaba que él estuviese en la cancha acompañándome. Ahora, desde mi rol de padre, siempre traté de acompañar a mis hijos en el fútbol.&nbsp;&nbsp;Otra etapa&nbsp;-¿Cómo se inicia tu ciclo como formador?-Empezó todo en 2001. En ese entonces, el rector de la Universidad era Néstor Auza, quien quería incluir a los chicos en el seno de la Unicen y que a partir de ahí hagan todo un camino, pasando por el jardín de infantes, escuela primera y secundaria, hasta tener la posibilidad de llegar a una carrera profesional. Y, paralelamente, que hagan actividad deportiva. Aclaro que no tengo partidos políticos, pero tenía (Auza) una visión muy interesante. Empezamos en 2001 y, ya en 2005, teníamos los primeros egresados del baby. Nos pasaba que algunos chicos se iban a otras instituciones porque no teníamos fútbol infantil para brindarles una continuidad. En diciembre de 2004, Néstor me dijo que en marzo del año siguiente la Universidad iba a tener el infantil, a mí me habían venido a buscar de otra institución. En marzo de 2005, empezamos con el infantil.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri_1.jpg" alt="Depietri"></figure>-¿Qué es lo que más te “llena” como formador, siendo que estás abocado a categorías en las que el resultado no debe ser lo prioritario?-Es muy importante ir formando al chico en todo sentido. Hacerlo progresar, desde lo técnico y lo táctico, y en lo físico si se trata del fútbol infantil. Hacerle entender que, llegado el caso, hay una competencia y que, de a poco, hay que ir puliendo ciertos aspectos como para decir: “Esto deja de ser baby y empieza a ser fútbol infantil, el momento de darle importancia a cierto tipo de aspectos, sin sobrevalorar los resultados”. Lo que más me llena es algo que me pasó hace un par de años, dirigir en primera a jugadores a los que les había dado clases de baby. Muchos de ese plantel de primera de Unicen comenzaron con nosotros en el Centro Cultural, continuaron estudiando alguna carrera, incluso algunos se recibieron en la Unicen, y terminaron jugando en primera conmigo dirigiéndolos. Fue una satisfacción ver cómo esos chicos, a lo largo de tantos años, perduraron en la Universidad, jugando al fútbol y a la vez estudiando. Fue una misión cumplida.&nbsp;De primera&nbsp;-¿Qué representa la transición del baby o infantil a estar al frente de un plantel de primera?-Yo cerraba el entrenamiento de primera a las 3 de la tarde y, a las 5 ó 6, estaba con chiquitos del baby. Había que cambiar el chip, la información y el trato que das son totalmente distintos. Sí creo que la pasión que tiene uno se traslada tanto al jugador de primera división como al de baby fútbol. Pero la forma en la que te tenés que dirigir a ellos es completamente distinta, lo mismo que los trabajos. No fue fácil no confundir las cosas, la experiencia con la primera división fue muy linda, me quedó un recuerdo hermoso. Pero, hoy por hoy, mi “carpintería” está con los más chicos.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri_2.JPG" alt="Depietri"></figure>-¿Proyectás volver algún día a dirigir un equipo de primera?-No es un objetivo prioritario. En la medida en que se dé, estoy dispuesto a dar una mano en la primera de Unicen. Pero dirigir en esa categoría no es algo que me quite el sueño. La pasé muy bien y me encantó ser parte de un cuerpo técnico con Valentín Fernández Michelini y Matías Boulanger, dos profesionales “de diez”, pero me siento más a gusto brindándoles a mis alumnos lo mucho o poco que puedo saber.&nbsp;&nbsp;El gran obstáculo&nbsp;Durante años, la enfermedad de Gianfranco (conocido como “Dano” para la sociedad tandilense) desestabilizó a la familia Depietri.&nbsp;Hoy, con su hijo menor restablecido, la tranquilidad es ostensible en “Memo”, que al mismo tiempo apela a la cautela, viviendo “día a día” y rogando que no emerjan recaídas.&nbsp;-¿Cómo fuiste soportando lo de “Dano”?-Cuando nació, en 2004, lo hizo necesitando un trasplante de hígado. Mi señora se quedó con él en Buenos Aires y Valentín, conmigo en Tandil, siguiéndome a las clases y los entrenamientos. Por la noche, estábamos con mi vieja. Yo iba y venía desde Buenos Aires, se dificultaba bastante. Si hay algo que como familia aprendimos con lo de “Dano” es que nunca hay que bajar los brazos. En cada alumno al que le daba clases, yo veía a “Dano”. Entendía que no me podía caer y tenía que dar lo mejor de mí, no me podía permitir estar triste. Más de una vez, terminaba las clases llorando porque era como que volvía a la realidad, llegaba a casa y no estaba “Dano”, estaba en el hospital. En familia, fuimos transitando todos estos años, “Dano” la sigue remando, y ahí vamos…<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/dano.jpg" alt="Dano"></figure>Dano, con su hermano Valentín.&nbsp;-¿Con él recuperado te permitís disfrutar cosas desde otra plenitud?-Sí, pero no es fácil tener un hijo con problemas de salud. Siempre es “día a día”, disfrutar que lo ves bien y esperar que no recaiga y tenga que volver a un hospital.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/depietri_2.jpg" alt="Depietri"></figure>Los Depietri, en familia. Guillermo, Telma, “Dano” y Valentín.&nbsp;Valentín&nbsp;Valentín, hijo mayor de “Memo”, irrumpió como una figura destacada en Unicen antes de sumarse al plantel de Santamarina en la B Nacional.Haber estado a la altura de las expectativas -o, incluso, por encima de ellas- en el aurinegro le valió una primera experiencia en el fútbol internacional al ser contratado por Fortaleza, club en el que llegó a disputar el jerarquizado Brasileirao y la Copa Libertadores de América.Hoy, en Talleres de Córdoba, el hábil atacante continúa afianzándose en el fútbol grande.-¿Cuándo supiste que tu hijo Valentín sería el futbolista que es?-Él es “el señor de los silencios”, nunca fue de muchas palabras. Cuando tenía edad de sexta división, el “Negro” Quintela quería llevarlo a entrenar y jugar con la primera. Valentín, con 15 años, se negó, le dijo que prefería seguir jugando con sus amigos. Hasta que lo convencieron. Pero a Luis le dijo: “Mirá que yo no me quiero ir a ningún lado, quiero jugar y salir campeón en la Uni”. En una final contra Sarmiento, en Ayacucho, lo fue a ver Guillermo Pereyra, que dirigía a Santamarina. Cuando lo llamó, Valentín le dijo que quería completar los seis meses que le faltaban para terminar la secundaria y hacer el viaje de egresados con sus amigos. Y que, cuando volviera, si él lo aceptaba, se incorporaba a Santamarina. Pereyra lo felicitó por priorizar el estudio, terminar la secundaria y después ver qué pasaba con el fútbol. Al año siguiente se sumó a Santamarina y al mismo tiempo comenzó la carrera de Ciencias Económicas. Se le complicaba con los horarios y tomó la decisión de volcarse de lleno al fútbol. Siempre tuvo un perfil bajo, se propuso ir de a poquito y llegar hasta donde se pueda.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2024/02/valentin.jpg" alt="Valentín"></figure>-¿Futbolísticamente lo aconsejás o preferís dejarlo en manos de sus entrenadores?-Hablamos mucho sobre fútbol. En más de una oportunidad, él me ha consultado sobre cuestiones tácticas, acerca de alguna posición que normalmente no ha ocupado y le acaban de asignar. Cuando estuvo en Brasil, en la previa de los partidos siempre estaba mi voz de aliento, pidiéndole que disfrute. El lugar que ocupó en Brasil o el que hoy tiene en Talleres es para elegidos, no para cualquiera, y lo tiene que disfrutar. Siempre le digo lo mismo, que disfrute como si tuviese 33 años. El tiempo pasa muy rápido. Cuando dejé de jugar, empecé a disfrutar y entender el fútbol de otra manera. A los 22 ó 23 años, no me daba cuenta qué estaba haciendo en la cancha, no lo disfrutaba tanto. Entonces, le pido que la pase bien, que no pierda su esencia, que haga lo que sabe. Y lo aliento a que siga adelante, más allá de que le vaya mal o bien.

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“Memo” Depietri, doctor en fútbol