Mario Vener, aquel goleador que explotó en Chile
Se destacó en varios deportes en Tandil, pero dio el gran salto de calidad con el fútbol, construyendo una exitosa carrera profesional en el país trasandino
Por Fernando Pedersen
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De esta Redacción
Mario Vener pertenece a ese reducido círculo de personas nacidas para hacer deporte y destacarse. Una mente y un físico privilegiados para adaptarse con facilidad a cualquier disciplina y hacerse notar por su capacidad y sus logros. Se vinculó al deporte desde muy chico, aprovechó su velocidad y elasticidad para lucirse en básquetbol y en handball, pero fue el fútbol el que le terminó marcando a fuego su destino. Casi sin proponérselo, se encontró jugando en profesionalmente en Chile, en 1990, y a partir de allí no paró de sumar logros y goles en diferentes clubes. Hoy, con 56 años y una vida totalmente desarrollada en el país trasandino, recuerda sus comienzos y repasa todo lo que vivió en su carrera de goleador.
“Desde chico mis padres me inculcaron hacer deportes y tuve la suerte de nacer a dos cuadras de Unión y Progreso y a la misma distancia de Ferrocarril Sud. Entonces éramos muchos los chicos del barrio que nos pasábamos todo el día jugando y los amigos eran los que te incentivaban y te iban llevando de alguna forma a hacer diferentes deportes. Unos iban a jugar al fútbol o a la pileta a Ferro, otros al básquet en Unión. Y en el colegio jugaba al handball. Tenía facilidad para los deportes, buena psicomotricidad. Eso me permitió poder jugar en varias disciplinas. Es algo que hacen muchos deportistas y es lo que se aconseja para todos los chicos, porque te sirve de mucho. Haber jugado al básquet me sirvió mucho para el fútbol, porque trasladé muchas pequeñas cosas y saqué ventaja de eso”, explica Vener desde Antofagasta, donde reside actualmente.
-¿Cuál es tu actividad actual?
– Soy profesor de educación física y trabajo en un colegio deportivo de Antofagasta. Soy el encargado de la cátedra de fútbol de Tercero a Octavo año de primaria. Es como una materia más del colegio. Tengo que planificar, evaluar y presentar todo como si fuera un profesor de matemática o Ciencias Sociales. Es un trabajo muy agradable porque es lo que más me gusta. Y el hecho de haber sido profesional hace que los chicos se motiven y que traten de averiguar lo que hice como jugador.
– También hacés otras actividades más relacionadas con el fútbol.
– Sí. Aparte trabajo en una empresa minera, donde estoy a cargo del fútbol amateur, con los equipos de Primera y Senior que participa en las ligas locales. Tenemos entrenamientos dos veces por semana y partidos los sábados o domingos. Y mi otro trabajo lo hago a través de la misma empresa, que auspicia al equipo profesional de fútbol femenino de Deportes Antofagasta. Soy el preparador físico y participamos en el campeonato chileno. Ahora obviamente está todo parado y la única forma de entrenar es online.
– Después de 30 años debés estar totalmente adaptado a la vida en Chile.
– Estoy lógicamente muy adaptado porque desde 1990 vivo en diferentes lugares de Chile y acá hace varios años que me radiqué en Antofagasta. Llegué por primera vez una ciudad que se llama Linares, en el centro del país y a partir de ahí empezó mi periplo, que me llevó por diferentes equipos. Profesionalmente pude lograr mis objetivos y en eso fue fundamental ser profesor de educación física, porque me dio los parámetros para poder realizarme de la mejor manera. Me favoreció haber jugado mucho tiempo como amateur en Tandil y la región. Dar el salto al profesionalismo fue algo nuevo, pero pude adaptarme bien. Siempre me cuidé mucho, me gustaba la seriedad, el trabajo, dar el cien por ciento en todo. Y lo mismo hice a nivel profesional, donde hay cosas que te favorecen mucho, porque en lo único que tenés que pensar es en entrenar, a pesar de que muchas veces la organización de los clubes no era la mejor.
– También constituiste tu familia.
Claro. Estuve casado 23 años con una chilena y hace cinco que nos separamos. Tengo una hija de 25 años que esta pronta a recibirse de nutricionista y ya me dio un nieto hermoso que tiene cinco, y un varón de 21 que estudia ingeniería en previsión de riesgos. Muy feliz con todo lo que me ha dado la vida como familia.
– ¿Pudiste adaptarte rápido al profesionalismo?
– No me costó mucho, teniendo en cuenta que mi llegada fue a una edad avanzada. Debuté a los 26 años en la Segunda división de Chile, y a los 28 en Primera. Entonces, no tenía mucho margen de error. Tenía que hacer todo de la mejor manera para no quedar relegado. Me enfoqué en eso y pude jugar 11 temporadas como profesional, nueve de ellas en la máxima categoría.
La carrera de Vener en Chile se desarrolló en 10 años intensos en los que vistió la camiseta de nueve equipos (Deportes Linares, Deportes Puerto Montt, Deportes Antofagasta, Deportes Temuco, Regional Atacama, Santiago Wanderers, Deportes Iquique, Huachipato y Deportes Concepción), todos seducidos por ese delantero rápido, fuerte y escurridizo, que llegaba al gol con facilidad. Entre 1992 y 1993 tuvo su experiencia europea, en el Cadiz español: fue goleador de Chile en 1996, jugando para Santiago Wanderers, con 30 goles en el Campeonato Nacional y tres en la Copa Chile. En ése mismo club logró la marca histórica de cuatro hattrick y fue distinguido con el premio fair play, en una votación de los árbitros chilenos.
En total, anotó 132 goles en Chile.
– Te destacaste a fuerza de goles.
– Sí. Creo que en los dos primeros años en Segunda hice 38 goles. Después me compró Antofagasta. Y también los dos primeros años en Primera fueron muy buenos. Hace poco hicieron una votación sobre el equipo ideal de todos los tiempos y me eligieron como uno de los delanteros, algo que me llenó de orgullo. Hasta el año 98 fue muy bueno mi rendimiento. Los últimos dos años tuve un par de lesiones, menos protagonismo, pero yo ya sabía que era la parte final de mi carrera. Preferí irme yo antes que me retirara el fútbol.
Los primeros pasos en Tandil
“Me inicié en los pulguitas de Ferro y después pasé a Gimnasia. Seguí mi formación en el baby, que siempre fue muy reconocido. Hice todas las inferiores y debuté en primera muy joven, con muchos jugadores que admiraba desde chico, muchos que eran una imagen en al que yo me quería reflejar, entre ellos Daniel Romeo, que fue el que me hizo debutar. Jugué un par de años en el Lobo, primer con Omar Corsi como técnico y después con el “Gallego” Menchón, que armó un equipo que jugaba bárbaro en 1986. En ese momento, el fútbol de Tandil era muy fuerte, muchos jugadores de renombre.
– Después llegó el regreso al barrio de la Estación.
Sí, el destino me llevó de nuevo a Ferro, en el 87. Yo estaba estudiando en Olavarría el profesorado de educación física. Me entrenaba solo los martes y miércoles y me volvía los jueves para Tandil. Estaba en el último año, así que tenía esa facilidad. Se había armado un equipo con muchas figuras y salimos campeones. Fue uno de los mejores planteles que integré. Fuimos al Regional y si bien no cumplimos los objetivos, nos tocó enfrentar a muy buenos equipos, como Estación Quequén y Deportivo Norte.
-Al año siguiente te sumaste a Loma Negra.
– En el último partido del Regional con Ferro tuve una lesión contra Estación Quequén, me rompí la rótula al chocar contra un poste. Estuve tres meses para recuperarme, sin poder hacer actividad. Ahí me vino a buscar a Loma Negra y también salimos campeones. Se armó un plantel con muchos buenos jugadores y grandes personas, tanto los que íbamos de Tandil como los de Villa Cacique. Jugamos el regional, con una buena actuación, pero no pasamos la fase de grupos,. Fue mi última actividad en Tandil como futbolista. Ya en marzo del 90 arranqué como profesional en Chile.
Con las manos también
En su etapa de juveniles, Vener desarrolló simultáneamente varios deportes, que lo tuvieron como protagonista en diferentes seleccionados. Jugó al básquetbol en Unión y representó a Tandil en todos los seleccionados, desde mini hasta Primera división, y también integró los famosos equipos de la Escuela Técnica 1 (Hoy EET Nº 2) que dominaron los campeonatos provinciales y nacionales de handball en los primeros años de la década del 80.
“En handball Técnica tenía grandes jugadores y grandes equipos. Siempre llegábamos a las definiciones en los torneos Nacionales. Y cómo yo, había varios que se destacaban también en el fútbol o en el básquet. Estaba Osvaldo Bonavento, que también jugaba al basquet en Unión, y otros que llegaron a ser futbolistas de primera, como Gustavo Ghezzi o Walter Sisa. Fuera de Tandil, nadie sabía que yo jugaba al handball. Hace poco, en el colegio donde trabajo, con un profe amigo que da handball, les propusimos a los chicos de 5to. y 6to. año que armaran un equipo para jugar contra los profes. Los chicos sabían que yo jugaba al fútbol, pero no se imaginaban que podía jugar bien al handball. Empezamos a jugar, hice algunas jugadas y anduve bien, viejito y todo. Ahora, los chicos no solo me conocen como el profe de fútbol, también saben que puedo jugar bien al handball, se quedaron sorprendidos por mi nivel”
– También con el básquetbol te destacaste.
– Jugué en todas las selecciones de Tandil desde mini basquet a Primera. Esos equipos juveniles eran muy buenos. Estaban Carlitos y Jorge Zulberti, Mauricio Bascoungnet, Jorge Martignoni, Miguel Russian, Miklos Zudor, “Petete” García, el “Bocha” Rodríguez, “Galli” Domínguez. Mi vida en general siempre fue un juego, porque me encantan los deportes y llegar a jugar en el nivel que jugué fue un plus, porque nunca fue mi objetivo ser profesional en un deporte.
-¿Dónde queda Tandil en tu vida?
– Tandil me encanta, es mi ciudad, tengo amigos, muchos afectos. Se extraña mucho la tierra en la que uno nació, sobre todo después de estar tantos años afuera. Voy seguido para ver a mi madre. La visito todo lo que puedo, porque está sola. Mi padre falleció en 2018. Está bien, está contenta, y la idea es seguir viéndola, aunque ahora es complicado por esta pandemia.
Su relación con Bielsa
Vener, que también fue entrenador de Deportes Antofagasta en 2008, forjó un vínculo con el ex técnico del seleccionado argentino y chileno, actualmente en Inglaterra. Su conocimiento del fútbol trasandino hizo que lo contactaran en la previa al Preolímpico de 2004. “Lo conocí en ese torneo que se jugó en enero de ese año. Yo había tenido como técnico a Oscar Garré y a través de él me contactaron de la AFA porque necesitaban a un argentino que conociera Viña del Mar, donde se iba a jugar la segunda parte de la competencia. Querían que los orientara con los hoteles, las canchas de entrenamiento y otras cuestiones. En ese tiempo era complicado, porque no había mucha ingfaestructura y además era plena temporada de verano. En julio de 2003 vino Luis Bonini, el preparador físico del seleccionado y trajo un cuaderno con recomendaciones muy amplio de parte de Bielsa. Tuvimos tres días a full recorriendo lugares, teniendo en cuenta los problemas que podían tener, como el tránsito, el lugar para entrenar, las canchas, la privacidad de los lugares de entrenamiento. Bonini volvió en octubre y definimos todo. Y por suerte pudimos hacer todo como para que Marcelo quedara conforme.
-¿Pudiste conocerlo a Bielsa?
– Hicimos una gran relación. Un día me llamó para que lo acompañe a ver un partido del Preolímpico, que jugaban Brasil y Colombia. Para mí fue una satisfacción enorme y un orgullo. Y durante el torneo también me pidió algunas cosas extra, como un lugar para que el plantel pudiera comer un asado. Conseguí una parrilla de un amigo que pudimos cerrar para ellos un viernes.
Después, cuando ellos vinieron a Chile para dirigir el seleccionado, me llamaron muchas veces para pedirme información de jugadores juveniles con proyección de Antofagasta, que era donde yo estaba en ese momento, También me invitaron a la concentración del seleccionado en Santiago, pero yo preferí no ir porque no quería molestar y también porque se prestaba a cometarios o malos entendidos, algo que pasa mucho en el fútbol profesional.
Después tuve más relación con Bonini, que falleció en 2017. El profe me dijo que Marcelo me apreciaba mucho. Con eso ya fue tarea cumplida con ellos y con la AFA. Todo se completó con el título de Argentina en ese Preolímpico, así que orgulloso de haber aportado mi grano de arena.