Mario Pardo, el primer tandilense de selección
El exdelantero, formado en Santamarina, debutó con la albiceleste en 1967. Tres años después, fue campeón de primera división con Boca. Extenso recorrido a través de su derrotero futbolístico.

Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailfernandoizquierdo@hotmail.com
Asunción, viernes 13 de octubre de 1967. Para el seleccionado argentino, dentro de su rica historia, es un partido más. No para Mario Pardo, que en el amistoso de ese día en el estadio Defensores del Chaco hace su estreno con la albiceleste absoluta.
Se transforma así en el primer tandilense en gozar de dicho privilegio, abriendo una huella por la que luego transitarán jugadores como Vicente Pernía, Bernardo Romeo, Ariel Garcé y Mariano González.
Sólo faltó la victoria para que aquélla de hace más de medio siglo sea una jornada ideal para Pardo, autor del gol argentino en el 1-1 ante Paraguay. Anotó ese día su única conquista, en la primera de sus seis apariciones en la selección.
En las postrimerías de ese año, Pardo había cumplido su quinta temporada en Gimnasia y Esgrima La Plata y se aprestaba a atravesar el primero de sus dos ciclos en Boca (donde sería dirigido por el inolvidable Alfredo Di Stéfano).
Velocidad y gol fueron las armas de este delantero -que se reconoce como “poco técnico”- para hacerse un lugar en el “xeneize”, tomando “la peor decisión de mi carrera”.
Pardo, que mañana cumplirá 77 años, recuerda con llamativa precisión los vaivenes de una carrera deportiva que define como “complicada”, a raíz de su vida en el campo cuando era un adolescente y debía presentarse a jugar en Santamarina, y sus lesiones; hasta los quince días en los que estuvo detenido en la cárcel de Devoto cuando era jugador de Boca.
Todos esos temas fueron abarcados por Pardo en la extensa charla que, desde La Plata, sostuvo con El Eco de Tandil:
“En mis comienzos, me costaba mucho jugar al fútbol porque vivía en el campo. Trabajaba en la fábrica de quesos de Magnasco, en Fulton. Con el tiempo, me acerqué más a Tandil porque me trasladaron a otra que estaba por La Vasconia. Santamarina mandaba a alguien en auto a buscarme para jugar, pero muchas veces llegué tarde y el equipo empezaba el partido con diez. Yo era titular, y no ponían a otro jugador porque me esperaban. Tenía 16 ó 17 años”.
-¿Cómo se dio su llegada al aurinegro?
-Por intermedio de Quinteros, el padre de Norberto. Él me contactó cuando yo jugaba en el campo, en Fulton. En ese momento, todavía no se había armado la Liga Agraria, se jugaba partidos amistosos los domingos. Con Iraola, De la Canal…
-¿Con quiénes compartió plantel en Santamarina?
-Con “Mingo” Pastor, el “Colorado” Ghezzi, “Yiyo” Conte, Néstor Cebreiro, Norberto Quinteros, Hugo Russiani… El técnico era Cagliolo, quien también dirigía a la selección de Tandil. En Santamarina fui campeón y salí goleador.
-También integró el seleccionado tandilense.
-Sí, recuerdo que jugamos un amistoso contra la selección nacional en el estadio San Martín, en 1960. El “5” era Néstor Rossi, el arquero Domínguez, en la defensa estaban Dellacha y Vairo, y uno de los delanteros era Corbatta. Entré en el segundo tiempo y lo primero que escuché fue a “Pipo” Rossi diciéndole a un compañero suyo “ojo, este chico es atrevido”. Yo lo había pasado con una velocidad terrible, tenía 16 ó 17 años. Ese día, el estadio estaba lleno. El partido venía 0-0 y la gente se quejaba por lo poco que jugaba la selección nacional. Ante ese reclamo, se enojaron y nos hicieron ocho goles en quince minutos, era un equipo de aquéllos, muy superior al nuestro. La culpa fue de la gente, que los hizo enojar, jaja.
Con la albiceleste
-¿Cómo fue su ciclo en la selección nacional?
-Participé en una gira que comenzó en Paraguay. El día de mi debut, anoté el gol en el 1-1 contra esa selección en Asunción. Renato Cesarini era el entrenador. Algunos recuerdos los he perdido, resigné mucho material en la inundación que hubo en La Plata en 2013. Jugar en la selección me dio la posibilidad de conocer Europa, y de jugar en estadios históricos como el de Real Madrid y el Azteca mexicano. Cuando me convocaron, yo justo pasaba de Gimnasia a Boca.
-¿Cómo fue aquel gol ante Paraguay?
-El pase me lo dio Ermindo Onega. Me tiró la pelota al vacío y, lanzado en velocidad, al defensor lo pasé “como alambre caído”. Cuando el arquero se me acercó, ya le había definido.
-¿Con quiénes compartió plantel en el seleccionado?
-En la delantera, el día del debut con Paraguay me acompañaron “Pichino” Carone, Daniel Willington, Ermindo Onega y “Lobo” Fischer. El arquero era “Gato” Marín, el de Vélez. De ahí, nos fuimos a jugar contra Uruguay, que tenía jugadores como Ubiña y Montero Castillo, no sabés lo que eran. Te daban “para fruta”. Nuestra selección se desintegró, Renato Cesarini tuvo que apartarse por una neumonía. Algunos jugadores se bajaron pero otros, como Albrecht, hicieron toda la gira.
-¿Qué pasó después de esos primeros seis partidos con la selección?
-Estuve nombrado para algunos amistosos que terminaron suspendiéndose, pero no volví a jugar con la camiseta de la selección. Los jugadores íbamos rotando, para eso era la selección. Mi carrera no ha sido sencilla, también por las lesiones. Jugando para Banfield me pisaron y me cortaron el tendón de Aquiles. Años después, tuve una operación en La Plata, de la cual hoy pago las consecuencias estando en una silla de ruedas.
-¿Qué opina de la selección actual?
-Para mí no son los jugadores los que fallan, sino la dirigencia. Ahora, llevaron a este pibe (Lionel Scaloni), que creo que va a ser “carne de cañón”. Cuando vuelva el fútbol, no va a disponer de los jugadores, entre ellos Messi. Igual, es apresurado dar un pronóstico sobre cómo puede rendir el equipo, hoy los jugadores no están preparados, hay que ver qué pasa cuando todo se reanude.
-¿Messi es comparable con las figuras de su época?
-Es muy superior a ellas. Solamente Maradona lo supera futbolísticamente. Diego, con sus problemas y todo, ha sido el único que le puede “mojar la oreja”. Fuera de la cancha, Messi es un tipo más centrado, que ha sido organizado con su familia y demás. Pero ya tiene sus años y, en Europa, lo han golpeado mucho. Ya se le ve que, cuando recibe la pelota, trata de soltarla rápido porque sabe que los rivales lo castigan, se juega fuerte.
Preso en Devoto y “el error de haber ido a Boca”
Cuesta creer que haber jugado en Boca sea considerado como el gran error de su carrera por Mario Pardo. Lo que para que cualquier futbolista argentino puede verse como un sueño hecho realidad, el tandilense lo toma como el trago más amargo de su ciclo deportivo.
“Si hay algún error que cometí, fue ir a Boca. En el plantel había jugadores muy pesados, futbolísticamente hablando, con mucha trayectoria. Me acerqué a Di Stéfano y le dije ‘mire, Don Alfredo, me quiero ir del club’. Me dijo que no podía ser, que él me tenía en cuenta. Pero yo no tenía la continuidad que necesitaba. Jugaba en Reserva e iba al banco de la primera”.
-Y termina yéndose…
-Claro, mi salida terminó en un conflicto entre Di Stéfano y Armando, presidente de Boca en ese entonces. Di Stéfano no quería que me fuera y Armando le explicaba que el club tenía muchos jugadores. Pasé a Banfield, donde hice un “campañón”, anoté nueve goles en once partidos. Con la mala suerte de que me rompí la rodilla en un partido contra San Lorenzo.
-Ese paso por Banfield le permite regresar a Boca.
-Claro, en 1970. Fuimos campeones del Nacional, jugué un par de partidos de ese torneo. Fue un lindo recuerdo, como también el hecho de que cuando debuté con la camiseta de Boca, dos años antes, lo hice anotando un gol en un superclásico contra River, un día que empatamos 1-1 en la Bombonera. Abrí el marcador y empató Matosas, de penal.
-Un ciclo en Boca que le dejó buenas y malas…
-Claro. Hay gente en Tandil que no lo sabe, pero a mí me metieron preso después de un superclásico de Reserva. En una época, el Gobierno nacional había determinado que el jugador que fuera informado por un árbitro debía ir detenido. A mí, como a otros jugadores de ese partido, nos informó el árbitro Martínez Mayo y pasé quince días en la cárcel de Devoto. Me dolió que Armando, como presidente de Boca, ni nos fuera a visitar. No tanto por mí, sino porque otro de los presos era “Cacho” Silveira, un uruguayo que era ídolo del club. Así fue que le tomé bronca a Boca.
-¿Qué hizo usted para ser informado?
-Nada. Participé en un par de tumultos con jugadores de River. Pero sin que pase a mayores, insultos y empujones simplemente. Ni siquiera me expulsaron.
-¿Cómo era Di Stéfano?
-Como jugador, no llegué a verlo. Era alguien serio, responsable, de pocas palabras, un gran señor. En Boca, tenía la última palabra porque era una especie de director general. En la semana o antes de los partidos, el que hacía las veces de director técnico era José D’Amico.
Chile y el retiro
Dejando atrás su segunda etapa en Boca, Pardo cruzó la Cordillera para afrontar su primera experiencia en un club del exterior:
“Me fui a jugar a Huachipato. Firmé un contrato por cuatro años, que terminó reducido a uno. En ese entonces, Allende, presidente chileno, dictó una ley que establecía que todos los extranjeros que trabajasen en Chile debían ganar en Escudo (moneda trasandina en esos años), cuando yo tenía un contrato firmado en dólares, con el cual cobraba mejor que en Boca”.
-¿Regresó pensando en dejar?
-Sí, no quería jugar más. Pero me vinieron a buscar de Temperley, donde me fue muy bien, querían incluso que fuera director técnico, pero me negué. Después, pasé a Deportivo Morón. En ambos casos, en la B. Y mi último equipo fue Kimberley, en la Liga Marplatense.
Un día un comentarista me mencionó como “el veterano Mario Pardo”. Al día siguiente fui y le dije “a mí no me digas veterano” y ahí me retiré. Tenía 33 años.
-¿Cuáles eran sus características futbolísticas?
-Era rápido y goleador. No muy técnico, pero hice goles en todos los equipos en los que estuve. Una vez, cuando Zubeldía era el técnico de Estudiantes le preguntaron: “Si el club tuviese mucha plata y debería traer un jugador, ¿a quién elegiría?”. Y él respondió que a Artime o a Mario Pardo. Eso fue una satisfacción grande para mí.
Era una época de líderes en el fútbol argentino, de tipos “pesados”. Por ejemplo, jugaba contra Independiente, y me marcaba Navarro o el “Negro” Rolan, Ferreiro era marcador de punta, ésos te daban. Ibas contra Racing y chocabas con Perfumo o Federico Sacchi; en Estudiantes te enfrentabas con el “Negro” Aguirre Suárez, era un “cable pelado”, también estaba Pachamé, jugadores con personalidad. Boca tenía un lateral como Marzolini, que estaba desperdiciado en ese puesto, por sus condiciones técnicas. Es como poner a Maradona de 4 o a Messi de 3.
-¿Qué vínculo mantiene con Tandil?
-Tengo allí a mis hermanos, y amigos como “Carlitos” Marzoratti. Es una ciudad que había elegido para irme a vivir, pero finalmente me instalé en La Plata. Ahora ya no puedo por mi salud, pero en los veranos acostumbraba a ir. De Santamarina veo algún partido cuando lo pasan por televisión. Como también estoy al tanto de que el intendente Lunghi ha hecho bien las cosas respecto a esta pandemia, quiero felicitarlo por ello.