Los curiosos orígenes de un clásico a nivel mundial
Hacia el año 270, nació en Italia Silvestre I, el 33° Papa de la iglesia católica. Habiendo estado bajo la dirección del presbítero romano Cirino, fue elegido como obispo de Roma el 31 de enero del año 314. Sucedió al papa San Melquíades. Murió el 31 de diciembre del año 337, fecha que con el tiempo pasaría a ser el día de San Silvestre, según el santoral católico.
En la vida y el pontificado de San Silvestre no se describe ningún evento relacionado con las carreras populares. Tampoco con el atletismo. Sin embargo, actualmente su nombre es el mismo de una de las pruebas pedestres más tradicionales a nivel global.
Es que cada 31 de diciembre miles de aficionados del running despiden el año y reciben el próximo haciendo lo que más les gusta: correr. La costumbre se repite en varias ciudades del mundo y se remonta a un siglo atrás, cuando se estrenó en la década del ’20 la San Silvestre, como es llamada en el ambiente runner.
Esta prueba fue ideada por el periodista brasileño Cásper Líbero. Se le ocurrió tras una visita a París, donde fue testigo de una curiosa manera de celebrar el año entrante: observó aquella vez a un grupo de corredores trotando por las calles parisinas portando antorchas en sus manos.
Más allá del atractivo visual de las antorchas, Líbero -amante de la práctica y que por entonces era director de un segmento que hoy es el diario Gazeta Esportiva– quedó encantado con la iniciativa de festejar corriendo y se propuso replicarla en su ciudad, San Pablo.
La primera edición se corrió en 1925. Empezó a las 23:40, en vísperas al brindis, y terminó comenzado el 1926. Asistieron 48 de los 60 atletas inscriptos. Desde entonces, se organiza anualmente.
La San Silvestre se comenzó a consolidar a nivel internacional veinte años más tarde. A partir de 1945, tras la muerte de Líbero, se impulsó la participación de corredores extranjeros. Se sumaron fondistas de varios rincones del mundo hasta convertirse en una cita de élite. El histórico atleta argentino Osvaldo Suárez se impuso en tres ocasiones en tierras paulistas.
En 1975, su fama se propagó y la cantidad de adeptos creció aún más con el estreno de la carrera femenina. En la primera edición, se inscribieron 17, asistieron 14 y completaron el circuito 12.
Año a año las distancian fueron cambiando. Durante décadas no hubo un límite impuesto. Recién a partir de 1991 se estableció 15 kilómetros como recorrido fijo con la inclusión de la competencia en la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés). No obstante, en otras ciudades las extensiones no cumplen esta regla.
La San Silvestre no fue una idea original de Líbero. Pero a diferencia de otras que se corrían en cierres de año, fue la que prosperó y tomó gran popularidad. Hoy la movida se repite en Italia, España, Portugal, México, Colombia, Costa Rica, entre muchos otros. También en Argentina.
La San Silvestre porteña se organiza en la ciudad de Buenos Aires desde 2010. Es un clásico en el microcentro de la capital. Se disputa con el Obelisco como epicentro de recorrido. Para su novena edición se esperan cerca de 12 mil corredores.
(Fuente: Infobae)