FÚTBOL
Gustavo Liggerini, otro tandilense de primera
Como ayudante de campo de Coleoni, logró el ascenso a la Superliga en Central Córdoba. Ambos, tuvieron revancha tras la final perdida con Santamarina en 2015. Dice haber cumplido “un sueño máximo”.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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Central Córdoba escribió, días atrás, una página gloriosa en la historia del deporte santiagueño, obteniendo el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino.
En definición por penales, postergó a Sarmiento de Junín en la final del Reducido de la B Nacional y consumó su segundo ascenso consecutivo.
El toque tandilense en esta gesta lo puso, desde el cuerpo técnico, Gustavo Abel Liggerini, ayudante de campo de Gustavo “Sapito” Coleoni.
Para ambos, fue una suerte de revancha, tras aquella frustración sufrida -en 2015 a manos de Patronato- en Paraná al frente de Santamarina.
Tras disfrutar de un multitudinario e inolvidable recibimiento en Santiago del Estero, Liggerini regresó a su ciudad y compartió una extensa charla con El Eco de Tandil:
-¿Puede catalogarse de logro inesperado en el sentido de que Central Córdoba recién había ascendido desde el Federal A?
-Cuando se armó el plantel, la idea era hacer un buen torneo y mantenernos lejos de la zona de descenso. Es un equipo que venía sufriendo casi todas las temporadas. Con el correr de los partidos, el equipo se fue potenciando. Cuando “Seba” Scolari era el ayudante de campo, yo venía siguiendo a Central Córdoba y lo vi bien en Copa Argentina, con Tigre, con Vélez y con Gimnasia, con el que perdió por penales tras sufrir el empate en el último minuto. Ahí, pensé que podía estar entre los seis o siete primeros. En enero, el equipo volvió a tener rodaje, aunque le costó un poco después de la pretemporada. En el tramo final, pegó un salto de calidad importante, lo cual nos permitió llegar al Reducido.
-¿En qué momento percibieron que estaban “para algo más”?
-Al ver que nos volvimos muy fuertes como locales y logramos cierta regularidad como visitantes, eso fue un plus. Sabíamos que, en los momentos importantes, nos jugaría a favor. En la parte final del torneo, a partir del partido ante Temperley, hicimos muy bien las cosas como visitantes. Nos convencimos de que entraríamos al Reducido. Y ése es otro torneo, como dijo Gustavo (Coleoni). Llegamos con varios de nuestros jugadores en un alto nivel. El equipo se llenó de confianza y sabía cómo jugar cada partido.
-Con un cambio de sistema en el tramo final de la temporada.
-Claro, empezamos con un 4-4-2 y pasamos a un 4-5-1, convertido en un 4-3-3 al momento de atacar. Nos acomodamos de acuerdo con los rivales y tratando de ver con cuáles de nuestras virtudes les podíamos hacer daño. Se encaminó todo hasta llegar a la final, donde encontramos este regalo hermoso que nos dio el fútbol para coronar el esfuerzo de todo un año.
-Y sacaron adelante una final en la que iban “de punto”, sobre todo tras el empate de la ida en Santiago.
-Sí. Encontramos a un equipo (Sarmiento) muy parecido al nuestro, estructurado, duro, muy físico, firme defensivamente, con pocos goles en contra. Y con dos delanteros importantes para la categoría, quienes sostenían al equipo y generaban mucho en ataque. El partido de ida fue parejo, aunque en el final del primer tiempo los metimos en un arco con muchas pelotas detenidas, algo que sufrieron. En el segundo, tuvimos la decisión de seguir buscando el gol y lo encontramos. Después, Sarmiento fue por el empate, nos superó en la mitad de la cancha y llegó merecidamente al gol.
-En la revancha plantearon un partido de igual a igual o se permitieron especular con la responsabilidad que manejaba Sarmiento por ser local.
-Un poco jugamos con eso, sabíamos que ellos cargaban con una “mochila”, por ser locales y venir de dos finales perdidas. Tratamos de quitarles espacios a los dos puntas suyos, jugando un poco más cerca de nuestro arco. Y que nuestros volantes fueran encima de los laterales suyos, para que no puedan lanzar con comodidad para esos dos “9”. Por momentos, lo logramos. Sus volantes no eran tanto de llegar al área, sino más bien lanzadores, como Garrido. Después, la idea era buscar el espacio para agredirlos. Fue un primer tiempo parejo y, en el segundo, Sarmiento tuvo veinte minutos en los que nos podría haber hecho uno y hasta dos goles. Tuvimos esa cuota de suerte para aguantar y llegar a los penales. Me hubiera gustado jugar un poco más cerca del arco rival, aunque tuvimos un par de aproximaciones cuando entró Melivilo.
Reencuentro y revancha
Tres años y medio después de sufrir una dura decepción en Paraná, donde Santamarina dejó escapar su chance de llegar a primera cayendo por penales ante Patronato, Liggerini y Coleoni volvieron a unir sus caminos.
Esta vez, no dejaron pasar el tren y cristalizaron su anhelo de llegar a la elite del fútbol argentino.
Sobre el primer contacto entre ambos, Liggerini recuerda: “Cuando Gustavo llegó a Santamarina, yo estaba como coordinador. Pablo Bossio y Alejandro Saurel me invitaron a formar parte del cuerpo técnico y me sumé. Fue cuando perdimos la final por el ascenso contra Patronato. Después, estuvimos un año más y ellos (Coleoni y Sebastián Scolari) se fueron a Ferro. Pese a no seguir trabajando juntos, con Gustavo nos mantuvimos en contacto. Yo decidí irme de Santamarina para buscar nuevos desafíos y con la idea de oxigenarme. En determinado momento, Scolari decidió tomarse un descanso para dedicarse a su familia y me fui para Santiago del Estero”.
-¿Viste a un Coleoni distinto respecto a aquél de Santamarina?
-Es el mismo en su esencia, muy abierto, con mucha llegada al grupo, con buena relación con los dirigentes. Como todos, a través del tiempo ha ido creciendo en su trabajo. Él tiene hoy un gran conocimiento de la categoría, pero Santamarina fue su primer equipo en la B Nacional.
-¿Aunque, naturalmente, la última palabra la tiene él, ocupás un espacio desde el que te sentís importante?
-Seguro. Él me pide que durante los partidos me mantenga sereno para tener una mayor capacidad de análisis y después hacer los ajustes. En eso he madurado, estoy mucho más sereno. Antes, vivía el partido mucho más tensionado, discutía mucho con los árbitros. En ese aspecto he crecido, me mantengo más lúcido. En la semana, yo intentaba mantener bien y contentos a quienes no les tocaba jugar, porque en cualquier momento podían tener su oportunidad. Y Gustavo quiere siempre un equipo intenso, que presione.
-¿Te pareció lógico que esta temporada Santamarina pelee el descenso?
-Lo vi con dificultades defensivas. No me refiero sólo a los cuatro defensores, sino en general a la hora de la contención. Pero de mitad de cancha hacia adelante noté un equipo muy respetable, sobre todo cuando se reforzó con Mariano González y Telechea. Me parece que tenía que haber sacado más puntos. Pero era un equipo cuando atacaba y otro en el retroceso. Tenía desconcentraciones y las pagaba caro. Igualmente, nosotros, en Tandil, por momentos la pasamos muy mal.
Nuevo desafío
-¿Cómo continúa el proceso con vistas a la Superliga?
-Nos empezamos a asesorar con gente vinculada a la primera división, tenemos muchos conocidos. En cuanto al plantel, decidimos desafectar once jugadores. Hicimos un estudio para determinar qué futbolistas podían estar en un nivel físico y técnico que les permita jugar en primera, categoría en la que se juega más rápido con la pelota, hay mejor recepción, mejor entrega y demás.
-¿Y hacia dónde apuntan en pos de la reconstrucción?
-Me parece que debemos buscar jugadores de buena técnica y que tomen decisiones correctas. Fuimos un equipo duro, pero muy directo en el juego.
-¿Deberán buscar mayor elaboración?
-Claro. En primera, si no tenés cuatro o cinco jugadores que construyan, vas a tener dificultades. Creemos que sin esos futbolistas se nos haría muy difícil crear situaciones de gol y sufriríamos en muchos partidos. Necesitamos jugadores con precisión para el primer pase, ese volante mixto que nos ayude a controlar al rival pero que también sepa distribuir. Y carrileros rápidos, que se impongan en el uno contra uno y tomen buenas decisiones. Queremos ser una especie de Defensa y Justicia en cuanto a la captación de jugadores.
-¿Y en cuanto al sistema?
-Nos acomodaremos de acuerdo con el material que tengamos y con lo que proponga cada rival. No es lo mismo jugar contra uno de los diez primeros que con alguno del resto.
-¿Qué otras diferencias notás entre el juego de la B Nacional y el de primera?
-La jerarquía. En primera, te generan dos situaciones y te hacen un gol, en la B Nacional necesitan cuatro llegadas. Ahora, te distraés y la vas a buscar adentro. Considero que en los niveles más altos el jugador es más inteligente, aparte de estar mejor preparado en un montón de cosas.
-¿Tomás esto como un trampolín para lanzarte hacia tu oportunidad como entrenador en categorías superiores?
-No lo pensé. Cuando, con Santamarina, perdimos la final por penales ante Patronato dudé acerca de tener otra posibilidad de estar tan cerca de primera división. Y tuve una nueva oportunidad, esto es lo lindo que tiene el fútbol, uno se tiene que ir regenerando. En cada lugar que he estado, he trabajado con pasión y dedicación. Ahora, el desafío es demostrar que estamos a la altura, que podemos ser un equipo competitivo.
-¿Qué es aquello que más te entusiasma de haber llegado a primera?
-Es un sueño máximo. Ha sido difícil mantenerme en el camino. Recibí la ayuda de mis padres, con quienes estaré eternamente agradecidos. Me han tocado momentos malos, en los que tuve que volverme a Tandil o a Olavarría, y ellos siempre me respaldaron para que vuelva a impulsarme. Hoy puedo darme el gusto de trabajar en el fútbol profesional, pero podría estar dando clases en una escuela o trabajando en un club local, algo que también haría con muchas ganas.