BÁSQUETBOL
El futuro llegó hace rato, en la selección hay pasta de sobra
Por Eduardo Aldasoro
Recibí las noticias en tu email
Bajo el ala protectora de Luis Scola, el grupo de jugadores del seleccionado argentino curtió una relación digna de la “generación dorada”. ¿Existe un deporte tan lógico como el básquetbol, donde siempre gana el mejor? El triunfo de España en la final fue indiscutible.
Haber sometido al equipo que mejor juego había desplegado en las dos semanas del Mundial es prueba más que suficiente. Así que la coyuntura indicaría que la respuesta es indefectiblemente “no”. Pero queda un sabor a injusticia. Aunque los protagonistas albicelestes hayan repetido a cada paso que España es un justo campeón. ¿No merecía Argentina un cierre con un título?
Es inevitable pensar en el juego que desparramó este grupo de jóvenes durante el Mundial. Un grupo que se crió en el último lustro y que heredó las buenas costumbres de la “generación dorada”. Un grupo que bajo el ala de Scola curtió una relación digna de aquélla a la que la mejor camada de la historia nacional le había dado forma desde los seleccionados juveniles. Un grupo cuyos integrantes se han juntado a pasar Navidad en Europa, que están en contacto permanente y que forjaron una amistad genuina y la trasladaron al parquet.
Alguna vez, ese milagro que fue la conjunción de los mejores talentos llegó a una final. En condiciones flojísimas de preparación y por un trabajo sublime del staff encabezado por Rubén Magnano, fue posible.
Cinco años después de que todo terminara de la peor manera, con el expresidente de la Confederación Argentina de Básquetbol procesado, las condiciones son otras. Las puestas a punto tienen otro color. De gimnasios de dudosa calaña se pasó a espacios como el Dow Center, en Bahía Blanca. De giras por el país para enfrentar a rivales menores, se pasó a viajes por el planeta para medirse con los mejores. De una CABB hecha añicos, se pasó a una entidad con bases sólidas, que les permitió a los jugadores preocuparse nada más que por jugar. El resto, lo hicieron estos muchachos. Entre ellos, Facundo Campazzo, ése que separaba las materias en la carpeta de la secundaria con carátulas con las imágenes de Emanuel Ginóbili, Fabricio Oberto o el propio Scola.
Patricio Garino, que se formó basquetbolísticamente en Estados Unidos pero es tan marplatense como la rambla, bien puede ser comparado con “Chapu” Nocioni, sin caer en la ridiculez de la comparación precoz que tanto puede lastimar a un pibe.
De Marcos Delía, muchos dicen que es invisible y silencioso, pero lleva 48 partidos consecutivos en la selección. Es un líder indiscutido, que predica con el perfil bajo y el laburo. Nicolás Laprovittola dio el ejemplo de nunca rendirse, ni en los peores momentos.
Gabriel Deck es quien se hizo titular en Real Madrid, con su esencia tallada en Colonia Dora (Santiago del Estero). Por allí, pasan los líderes del presente y futuro, acompañados por el núcleo que conformaron Nicolás Brussino, Luca Vildoza, Agustín Cáffaro, Tayavek Gallizzi, Máximo Fjellerup y Lucio Redivo. En otro futuro, más de mediano y largo plazo, llegarán otros. Ésos que mañana le pedirán a mamá o papá un aro y picarán una pelota por lo que vieron durante estas dos semanas de Mundial.
Y ya soplan aires de no dejar nada al azar, se dice que Boca Juniors ofreció contrato para Luis Scola, para que juegue en el país.