TURISMO CARRETERA
Daniel Uranga: “Mi principal desafío es ser competitivo a nivel nacional”
El director del UR Racing refleja su objetivo prioritario en el automovilismo. Un repaso a través de los más de treinta años que este tandilense lleva preparando autos de TC.
Por Fernando Izquierdo, de esta Redacción
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Para Daniel Uranga, no podría haber sido mejor la reanudación del automovilismo argentino.
Nicolás Trosset resultó ganador en la primera final de Turismo Carretera en pandemia. Su Dodge es atendido en Tandil por el UR Racing, estructura liderada por “Chispa”, que también tiene a su cargo la unidad de Juan Martín Trucco.
La victoria en San Nicolás puso a Trosset en el cuarto puesto del campeonato, permitiendo que Uranga avance en su gran objetivo de “ser competitivos a nivel nacional”.
Claro que antes de quedar al frente de una de las estructuras más renombradas del TC actual, el tandilense debió recorrer un indispensable camino de experiencia y aprendizaje, buena parte de él como ladero de Fabián Acuña.
Ese prolongado itinerario fue abarcado por Uranga en su extensa charla con El Eco de Tandil:
“Con Fabián Acuña, éramos parte de un grupo de amigos a los que nos gustaba el automovilismo, íbamos a las carreras. Nos juntábamos en la casa de ‘Quique’ Tolosa. Después, cuando Fabián Acuña comenzó a armar un auto para correr, empezamos a juntarnos en su taller, en calle Garibaldi. Además del taller, había un quincho en el que hacíamos las peñas. Arranqué en el TC del 40. Primero como mecánico y después de acompañante. Fuimos avanzando hasta llegar al TC”, comienza relatando Uranga en torno a sus primeros pasos en el deporte motor.
-¿Cómo fue ese inicio desde lo deportivo?
-Bueno. Fabián fue campeón del TC del 40 y rápidamente llegó al Turismo Carretera. Fue a probar una Dodge que había en Olavarría, de Sidoti. Hicimos unas tiradas en ruta y fuimos a dar la prueba de suficiencia a Buenos Aires. Ése fue el comienzo en el TC, hace más de treinta años. Primero estuve en el equipo de Fabián, como mecánico y acompañante, y después me independicé. Abrí mi taller propio y, de a poco, fui formando mi equipo, el UR Racing.
-¿Nunca te interesó ser piloto?
-No. A pesar de que me gusta la velocidad, no me atrae demasiado manejar. Sólo corrí una carrera, en la categoría Bora. Mi pasión siempre ha sido construir y preparar autos, hacer la parte de ingeniería, investigar qué hacer para que vayan más rápido, ése es el desafío que nos compete a nosotros como equipo. A veces, en ruta, lo probaba al auto, pero no más que eso.
-¿Cómo adquiriste tus primeros conocimientos?
-Arranqué con Rubén Palavecino, un preparador de la ciudad, quien me enseñó lo básico sobre automovilismo. En esa época no había demasiado material disponible, no existía internet. Agarraba todo libro que tenía cerca, siempre estuve muy dispuesto a aprender, a buscar información, a relacionarme con otros preparadores. Hoy, día a día, sigo capacitándome de diferentes formas. No pude estudiar ingeniería, lo suplí siendo un gran entusiasta.
-¿Por qué Tulio Crespi te apodó “Chispa”?
-Porque siempre tenía una respuesta a mano para dar. Por ser espontáneo, creativo.
-¿Cómo fue trabajar con él?
-El auto de TC lo hacíamos totalmente en Tandil, pero contábamos con su asesoramiento. Con él fui aprendiendo en cuestiones de preparación. En otra época, también trabajamos con Alberto Canapino, cuando Fabián corría con Chevrolet.
-¿Cómo chasista te era útil ser el acompañante y ver desde la butaca derecha el comportamiento del auto?
-Sí. Mi función como acompañante siempre la tomé como una responsabilidad pensando en hacer funcionar mejor al auto. Aparte de que me gustaba la velocidad, estar ahí me brindaba cierto conocimiento acerca de cómo se comportaba el auto. Cuando corríamos en ruta, mi tarea era también la del navegante que va informando los tiempos, llevaba una tabla con un cronómetro y le iba pasando datos a Fabián. Las filas largaban cada siete segundos, en algunos puntos, como un retome, trataba de divisar otros autos y comparaba.
-¿Acuña tomaba en cuenta tus sugerencias o era más de hacer la suya?
-Siempre se trabajó en equipo, se charlaba de todo. Era una época totalmente diferente a la actual. Pasamos del Zonal a una categoría nacional, los dos fuimos aprendiendo, no tuvimos la posibilidad de hacer una experiencia en autos de fórmula u otra categoría intermedia. Fabián era un piloto muy talentoso, en ruta tenía ventaja porque se daba cuenta fácilmente las distancias de frenado y las velocidades que tenía que aplicar. En autódromos, nos costaba un poco más por no tener esa experiencia que fuimos obteniendo con el tiempo.
-¿Cómo fue tu proceso de independencia?
-Después de la última victoria de Fabián, en Balcarce, lo acompañé un par de carreras más y me abrí, buscando mi progreso. Fui a un taller que me prestó la familia Orsatti, hasta que me instalé en el que estoy actualmente, en calle Ameghino. Primero estuve solo y después comencé a trabajar con Pablo Romera, él dedicado a la construcción y yo a lo vinculado a la ingeniería y la atención en pista. En Turismo Carretera, trabajé dos o tres años con Alejandro Occhionero, después tuvimos el auto de Jonatan Castellano, y más tarde se incorporó “Tati” Angelini, quien permaneció con nosotros hasta que tuvo el accidente. En TC Pista, estuvimos con Gustavo Solís.
¿Cómo es un día de trabajo tuyo?
-Lo empiezo alrededor de las 8, con tareas de planificación en la oficina que tengo montada en mi casa. Cerca de las 9 voy al taller, me junto allí con mi hijo Nicolás y diagramamos los trabajos que tenemos que hacer sobre los autos. Luego, empiezo a trabajar sobre cada auto, al igual que los otros integrantes del equipo. Pero hay veces que nos dedicamos exclusivamente al desarrollo, y estamos todo el día en la oficina. Hoy, con esta pandemia, el equipo está reducido, somos cuatro personas, pero hemos llegado a ser doce. Después, cuando hay carreras, contrato otra gente para trabajos en pista. Este receso de seis meses nos complicó mucho.
-¿Cómo conviviste con la pandemia?
-Cerramos completamente durante los primeros 25 ó 30 días. Después, empecé a ir al taller, pero de a poco, porque no se sabía qué pasaría.
El TC de hoy
-¿Preferís el Turismo Carretera actual o el de tus comienzos?
-Siempre me quedo con lo actual, considero que la evolución siempre es favorable. La seguridad de los autos es muy superior actualmente, a partir de las normas que se han implementado. Hay diferencias, hoy los autos son muchos más parejos, con lo cual los espectáculos se han vuelto diferentes.
-¿Por qué Dodge no obtiene campeonatos de Turismo Carretera?
-Uf, es una muy buena pregunta. Es una marca a la que se le tiene que dar todo once puntos para ser competitiva. Las marcas que siempre están un paso adelante son Ford y Chevrolet, y Torino suele funcionar muy bien. Las cosas se han equiparado un poco últimamente, pero en cuanto a la performance de los autos, si las demás marcas están en un diez, nosotros tenemos un nueve. Para ganar un campeonato, nos tiene que salir un año muy redondito.
-¿El reglamento es justo desde lo técnico?
-Sí. El fin de semana pasado, los dos triunfos fueron para Dodge. También depende del circuito, en algunos la marca funciona bien y, en otros más rápidos, nos cuesta más porque reglamentariamente Dodge está un poquito falta de potencia. Es lo que hay, el desafío que tenemos hoy es convivir con eso.
-¿Qué es lo que más disfrutás de tu trabajo? ¿Cuando uno de tus autos va como pretendés, un tiempo que se baja, un triunfo…?
-El éxito. Poder ganar u obtener un buen puesto en el campeonato. Hoy, podemos decir que conseguimos un objetivo, haber ganado una carrera, también la serie (N. de R.: con “Niki” Trosset, el fin de semana pasado en San Nicolás). Estar cuartos en el campeonato nos llena de satisfacción. Y tener la posibilidad de compartir con mi hijo Nicolás la parte de ingeniería es algo muy especial. El desafío más grande que puedo plantearme es que seamos competitivos a nivel nacional.
-¿Es Trosset un piloto llamado a hacer cosas importantes?
-Sí. Es un chico con una gran capacidad, muy maduro y profesional. Demostró que está a la altura de los mejores pilotos de TC, que puede ganar y pelear un campeonato.
-¿Quién ha sido tu referente en la tarea que desempeñás? ¿Hay un “Maradona” de los chasistas?
-Con mi equipo siempre hemos trabajado para ser los mejores. Pero, sin dudas, alguien que ha marcado un hito en el país entre los preparadores es Oreste Berta. Él ha significado una referencia, es un modelo a imitar en cuanto a lo exitoso que ha sido.
-¿Cómo recordás a “Tati” Angelini?
-Fue una persona con un brillo especial. Un piloto excelente, pero mejor como ser humano. Por donde pasaba, dejaba su huella de persona de bien. Compartimos momentos muy buenos, tanto desde lo deportivo como en lo personal. Tenía un enorme talento natural, era un artesano que corría. Un talentoso del automovilismo.
Un triunfo especial
La de 1992 fue una de las mejores temporadas de Fabián Acuña en el Turismo Carretera, siendo tercero en el campeonato.
Al año siguiente, con expectativas potenciadas, logró el 11 de julio en Rafaela su segunda victoria en la categoría, luego de aquel festejo de bautismo en San Lorenzo, el año anterior, con el inolvidable 1-2 tandilense protagonizado junto a “Pepino” Malisia.
Para Uranga, esa victoria en el óvalo tuvo un significado muy particular:
“De todo mi recorrido junto a Fabián, lo que destaco es aquel triunfo en Rafaela. El viernes sufrimos un despiste fuerte, se reparó el auto, clasificamos terceros y el domingo ganamos. Ese día nos entregó el trofeo ‘Lole’ Reutemann, de quien yo era fanático, lo seguía mucho cuando él corría en Fórmula 1. Recibir el premio de manos suyas fue lo mejor que me había pasado hasta ese día, es un recuerdo muy grato”.