El Laboratorio de Virología de Veterinarias, en la trinchera para luchar contra el coronavirus
Cuatro docentes doctoradas e investigadoras del Conicet se encargan del procesamiento de las muestras tomadas a pacientes sospechosos que se detectan en Tandil. Desde un laboratorio “sencillo”, de la Facultad de Veterinarias de la universidad pública, ofrecen un apoyo fundamental al sistema sanitario. El método y el protocolo, el equipamiento, sus sensaciones y el antecedente de la Gripe A fueron parte de una interesante visita a su espacio de trabajo.
La pasión, el compromiso y la voluntad se conjugan con el orgullo por la universidad pública y la investigación científica, en el Laboratorio de Virología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Unicen, que pertenece también al Civetan (Centro de Investigación Veterinaria de Tandil, Conicet). Cuatro profesionales altamente capacitadas –doctoradas y posdoctoradas-, se encargan de la gestión administrativa, la logística y el procesamiento de las muestras para determinar el diagnóstico de Covid-19 en este contexto de pandemia. Guillermina Dolcini, Carolina Ceriani, Sandra Pérez y Victoria Nieto (N.d.R.: sin barbijos para que sus rostros se vean en la foto) son las protagonistas de esta tarea trascendental para la comunidad que aguarda todos los días, a las 20, conocer la situación epidemiológica en Tandil.
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El laboratorio sigue “a rajatabla” el protocolo del Instituto Malbrán, utiliza los mismos reactivos y la técnica más sensible. Comenzó a analizar muestras el 3 de abril y ya procesó 83, entre las que detectó tres casos positivos. Como antecedente, había asumido el mismo desafío en 2009, frente a la pandemia por Influenza H1N1, poco después de la inauguración de las instalaciones del Laboratorio de Virología en el Campus y de la adquisición del equipo de Real Time qPCR.
Antes de comenzar esta etapa, las investigadoras se capacitaron online en el Malbrán y en el SISA (Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino) para poder cargar los datos como laboratorio autorizado.
Manos a la obra
La cuarentena ofrece un Campus desierto como nuevo contexto para el edificio del Departamento de Sanidad Animal y Medicina Preventiva. Las primeras heladas matinales de mayo, y varios perros comunitarios, reciben a las doctoras que arriban al Laboratorio de Virología cada mañana. El análisis de los hisopados insume, en promedio, unas cinco horas.
El equipo, que trabaja ad honorem, se distribuyó las tareas. La doctora Victoria Nieto, docente de Virología y personal de apoyo profesional del Conicet, maneja el equipo de Real Time PCR. Sandra Pérez, docente e investigadora independiente del Conicet, hace la extracción del ARN del virus, del genoma. Guillermina Dolcini, también docente e investigadora independiente del Conicet, se ocupa de organizar las compras del material, de las gestiones, de redactar los convenios y demás cuestiones administrativas, y Carolina Ceriani, bióloga, profesora asociada e investigadora independiente del Conicet, se encarga de recoger las muestras en el Hospital, que centraliza los hisopados de los tres centros de salud con internación.
Sandra Pérez, egresada de Veterinarias, doctorada y posdoctorada en Estados Unidos, arranca la jornada colocándose el atuendo indicado para manipular el material. Generalmente, son muestras nasales en dos hisopos colocados dentro de un tubo de 15 mililitros. Ya en el laboratorio externo, rocía el primero de los tres embalajes con alcohol al 70 por ciento, lo abre y repite la operación hasta llegar al tubo que contiene el hisopo.
El procedimiento continúa con el flujo laminar, que protege a las profesionales y a la muestra de cualquier contaminación externa, para inactivar el virus. “Es el primer paso para después trabajar tranquila”, explicó.
-¿Cómo se inactiva el virus?
-Se usa un kit comercial que tiene un buffer de lisis que se le agrega a una alícuota que tomamos de la muestra. Ese buffer de lisis tiene detergentes y sustancias que hacen que el virus pierda infectividad.
-Pierde su poder de infección pero conserva sus características…
-Claro. A nosotros lo que nos interesa extraer de la muestra es el genoma del virus, que es lo que después se detecta con la Real Time PCR.
-¿Guardan una parte por si hay que repetir el proceso?
-El Ministerio de Salud nos pide que tomemos tres alícuotas, dos para guardar y una que es la que procesamos. Es decir que cualquier cosa que tengamos que repetir, tenemos alícuotas de esa muestra.
-Una vez que el virus está inactivo, ¿cómo sigue?
-Una vez que se inactivó en el laboratorio externo ya podemos pasar al otro sector del laboratorio y empieza un proceso para extraer el genoma, el ARN del virus, que es lo que Victoria utiliza después para la Real Time PCR. Es con un kit comercial, son centrifugaciones, lavados, es como una receta de cocina.
La detección
Una vez que la doctora Pérez extrajo el genoma, entra en acción Victoria Nieto, la más joven del grupo. “Lo que hago en el laboratorio de biología molecular es preparar una mix, donde ponemos los genes que queremos amplificar del SARS-COV-2. Entonces, preparo la mix, pongo el genoma y lo introduzco en el equipo de Real Time PCR. Ese equipo lo que hace, por más que haya una pequeña cantidad de copias de virus, es amplificar exponencialmente para detectar si está presente o no, y la cantidad de copias que hay del coronavirus”, describió.
En tanto, la bióloga Carolina Ceriani detalló que “la máquina lo que hace es amplificar, es un ciclador: va amplificando con cada ciclo un fragmento pequeñísimo del virus, si es que el virus está. Lo amplifica una vez, después 2, 4, 8, en forma exponencial, y al final de la corrida, se puede ver si ese fragmento está presente y en qué cantidad. A su vez, emite un color que detecta el equipo y da un gráfico de curvas”.
Las sensaciones
Con la pandemia y en cuarentena, la sociedad hizo foco en el rol de la ciencia y de los investigadores que, si bien gozan de gran prestigio, rara vez logran los recursos suficientes para llevar adelante sus tareas con tranquilidad. Ser científico en este país implica desde lavar el piso del laboratorio hasta afrontar parte del costo del mantenimiento del equipamiento, pero también competir con muchos pares en pugna por el escaso presupuesto disponible.
“No lo siento como si estuviera haciendo un trabajo extra. Me gusta venir y hacerlo, no lo tomo como una carga. No lo siento como un peso sino que realmente me gusta estar colaborando”, explicó Sandra Pérez, quien vivió otra realidad durante su formación en Nebraska y Atlanta, pero decidió regresar a su país y a la universidad regional donde inició su formación. “Por ahí desde afuera se ve como que es algo extraordinario lo que hacemos y en realidad, lo tomamos como un deber nuestro”, remató con humildad.
Por su parte, Carolina Ceriani explicó que “son las técnicas que nosotros usamos habitualmente. Nosotros cuando no estamos haciendo esto, estamos haciendo lo mismo para nuestro trabajo de investigación. Entonces no salimos tanto de lo que es nuestra rutina de trabajo”.
En cuanto al rol que le toca en este inusual contexto, señaló que “me siento gratificada porque después de tantos años de trabajar en una universidad y de ser investigadora del Conicet es la oportunidad de devolver un poco lo que hemos estado cosechando todos estos años. Todas venimos de la universidad pública, todas somos del Conicet, entonces es una manera de devolver”.
Con 32 años, Victoria Nieto reparó en que “no estamos acostumbradas a trabajar con pacientes humanos, siempre trabajamos con animales. Si un animal es positivo o no es positivo, no es algo que sea tan grave. No nos podemos confundir en esto porque estamos poniendo en riesgo a la comunidad. Entonces, trabajar con esa responsabilidad moviliza cosas que antes no sentíamos”.
Sumado a eso, confió que “me siento orgullosa de nosotras. Somos un equipo firme. Además, nunca tuvimos un problema. Vamos las cuatro juntas siempre. Y estoy orgullosa de la universidad pública, de lo que hacemos con las pocas cosas que tenemos, somos un lugar muy humilde”.
La doctora Ceriani reforzó esa idea y definió que “tenemos un laboratorio bastante sencillo y es una Facultad de Veterinarias. Eso no hay que olvidarlo, no es una facultad acostumbrada a trabajar con humanos. Con lo que tenemos, tratamos de hacer las cosas lo más responsablemente posible. Como se hizo en la época de gripe, y lo que se hace ahora, y como se hará -Dios quiera que nunca vuelva a pasar- si hay otra pandemia y nos piden ayuda. Vamos a estar”.
Antecedentes, coraje y diez años de experiencia
De carácter firme y pragmático, la doctora Guillermina Dolcini se encarga de las gestiones y de la letra de los convenios. “En esta oportunidad ya teníamos el antecedente, el coraje y diez años más de experiencia, y directamente el Municipio contactó a la facultad y le preguntó al decano si el Laboratorio de Virología podía y obviamente, dijimos que sí”, contó sobre la génesis del acuerdo.
En marzo, cuando se dispararon las alarmas, se propuso contactarse con el Malbrán y tener el protocolo para que el Laboratorio de Virología estuviera en línea con los estudios oficiales, como ocurrió en 2009. “Todo eso tardó como una semana o diez días, en que yo tuviese una llamada de la doctora Elsa Baumeister para decir ‘sí, háganlo’ y tuvimos una capacitación online”, repasó en relación al contacto con la responsable del centro nacional.
En ese lapso, “un laboratorio privado que levantó la mano, dijo ‘podemos hacerlo’, pero con kits comerciales como lo estaban haciendo los centros privados. Entonces, nos preguntaron si podíamos capacitarlos y colaboramos con Vicky en el asesoramiento de todas de las medidas de bioseguridad para el laboratorio”, confirmó y agregó que acordaron que el procedimiento inicial para la inactivación y extracción del ARN del virus se deberá realizar en el Laboratorio de Virología, para lo cual también se firmó un convenio.
Todo a pulmón
En cuanto a las gestiones, Guillermina Dolcini adelantó que intentan firmar convenios con laboratorios privados que fabrican kits de extracción de ARN para probarlos con muestras biológicas y ver la performance. Estos productos ya están a la venta, pero necesitan de chequeos periódicos.
“Hasta ahora hemos hecho las cosas a pulmón. El Municipio compró los reactivos. Otras cosas las hemos puesto nosotros desde el laboratorio, como elementos de limpieza y de seguridad. La Universidad y Conicet pagan sueldos, luz, gas, internet y todo eso, pero no hemos recibido nada extra”, precisó sobre los recursos.
Como laboratorio de una universidad pública y espacio de investigadores del Conicet pueden recibir donaciones en equipamiento e insumos, que serían de gran valor para el mantenimiento de un espacio que podría no estar en condiciones en caso de otra pandemia.
“Los equipos con los que estamos trabajando necesitan mantenimiento. Tienen placas de calibración y demás, que son muy costosas. Por ejemplo, las cabinas de bioseguridad donde se inactivan las muestras, a los laboratorios de la red de virus respiratorios fueron técnicos de Nación a validar esas cabinas. Nosotros no tenemos siempre dinero para hacerlo, porque sale cerca de cien mil pesos hacer la validación anual”, precisó y agregó que con ese objetivo se presentaron a la convocatoria nacional de proyectos, en el marco del Covid-19, donde la Nación otorga hasta cien mil pesos para investigaciones. La competencia es ardua, con más de 500 inscriptos, y aún aguardan por los resultados de la selección.
Por otro lado, comentó que el equipo de Real Time PCR tiene “al menos dos kits de placas de calibración. Uno de ellos debe estar entre los 2 mil y 3 mil dólares y el otro entre 3 mil y 5 mil dólares. El más económico es una placa que se usa y se tira, y habría que pasarla una vez cada seis meses (dependiendo de la carga de uso del equipo), que no lo podemos hacer. Hace años que esas validaciones se las pedimos la Unidad Ejecutora Civetan, y lo paga. Las otras que validan los colores, las fluorescencias, salen unos 6 mil dólares, se pueden reutilizar, y estamos usando unas que compró Civetan en 2017 que ya están perimidas”.
El equipo que detecta el virus ronda los 70 mil dólares. Veterinarias lo incorporó en 2009, a poco de salir al mercado, y es un modelo muy robusto, de preferencia para muchos científicos. En tiempos de la Gripe A era el único avalado para el procesamiento de las muestras.
Hoy por hoy, en medio de una crisis económica que lleva varios años, la oferta de subsidios de investigación es escasa, lo que genera una feroz competencia entre los grupos y las universidades. Además, muchas de esas ayudas no se pueden destinar al mantenimiento del equipamiento, que suele estar dolarizado, con costos imposibles de afrontar para las casas de estudio.
Con la mística de la Gripe A
El Laboratorio de Virología de la Facultad de Veterinarias funcionó en la chacra experimental de avenida Don Bosco, hasta 2009. Poco después de la mudanza al Campus, casi se estrenó durante la pandemia de Gripe A, cuando procesó las muestras y permitió obtener los diagnósticos de H1N1 en el día.
La doctora Guillermina Dolcini, quien realizó su tesis de posgrado en Francia y estuvo varios años trabajando en Buenos Aires, tenía el contacto para encarar ese primer desafío. “En su momento, a nivel nacional no había una red de laboratorios. Después de la pandemia de 2009 se armó la Red de Laboratorios de Virus Respiratorios con el Malbrán a la cabeza y la doctora Elsa Baumeister. Por entonces, era todo una novedad, pero ellos siempre investigaron virus respiratorios y siempre estuvieron en investigación de Influenza”, contó.
También recordó que “conocí a la doctora Baumeister por la Sociedad Argentina de Virología, porque pertenezco a esa sociedad y cuando vivía en Buenos Aires estaba en la comisión directiva. La llamamos enseguida para ver si podíamos ir con Sandra a formarnos al Malbrán. No existía lo virtual, como ahora, entonces fuimos para allá”.
En 2009 superaron ciertas controversias en la Unicen, debido al miedo que reinaba en torno al virus de la Influenza H1N1. “Había mucho temor porque acá tampoco teníamos -como ahora- las condiciones de bioseguridad en relación a un laboratorio de bioseguridad 2, como debería ser, con presión negativa y todas las instalaciones como tienen en el Malbrán y en otros laboratorios, pero son muy pocos en el país”, aclaró.
En ese aspecto, precisó que “nosotros teníamos cabinas de bioseguridad 2, sabíamos hacer las cosas, sabíamos trabajar en virología, sabíamos lo que teníamos que hacer, pero desde el punto de vista edilicio no estábamos equipados, pero como le pasa a muchísimos laboratorios hoy día de la Argentina”.
Las virólogas se mantuvieron firmes en su decisión y viajaron al Malbrán para ver cómo era la técnica. “Teníamos el mismo equipo que ahora, pero recién comprado, nuevo. Por eso, en su momento, nosotros le dijimos al Hospital ‘podemos hacerlo’”, reseñó y consideró que ante la falta de una red de laboratorios nacional, realizar los tests era “una cuestión de voluntad”.
Hace una década, Sandra Pérez procesó hisopados de Influenza H1N1, en el mismo laboratorio donde hoy manipula muestras del temible coronavirus. “El procedimiento es el mismo: inactivar la muestra, extraer el genoma del virus y se hacía Real Time PCR igual que ahora. La parte de extracción es igual. Para la detección se utilizaban otros reactivos, pero la técnica, el procedimiento, el protocolo, es el mismo”, puntualizó y estimó que trabajaron con unas 30 muestras porque arrancaron tarde después de cumplir con las gestiones.
Al comparar aquellos días con la cuarentena actual, señaló que “hubo una alarma para la comunidad, pero nunca llegó a este nivel de estar todos pendientes de los resultados de las muestras. Fue menor la tensión”.
Secretaria de Redacción de El Eco de Tandil. Licenciada en Comunicación Social orientación Periodismo (UNLP)