Aquel Gimnasia de los campeones del mundo
De la mano de Daniel Romeo, en 1979 llegaron para jugar en Tandil Pachamé, Malbernat y Flores, tres integrantes del recordado Estudiantes de La Plata que obtuvo tres Copas Libertadores y la Intercontinental en Manchester
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Gimnasia y Esgrima tuvo, en 1979, tres refuerzos singulares para disputar el torneo Local. Eran tiempos en los que era común ver en el fútbol del Interior jugadores que poco tiempo antes habían actuado en equipos importantes. Llegaban atraídos por arreglos económicos que no estaban tan lejos de los que podían conseguir en los clubes de Primera, y le daban atractivo y jerarquía a la competencia casera.
El caso del club de la calle Sarmiento tuvo otros matices. Para el torneo de 1979, Daniel Romeo, que había regresado a la ciudad y jugaba en el club que lo vio nacer, se hizo cargo de la dirección técnica. Y enseguida tentó a tres ex compañeros del Estudiantes de La Plata de fines de los 60, ganador de tres Copas Libertadores y una Intercontinental, derrotando en la final a Manchester United, en Old Trafford.
Así, los domingos llegaban a Tandil para integrarse al 11 Mensana, Oscar Malbernat, excapitán de aquel exitoso equipo Pincharrata, Carlos Pachamé y Gabriel “Bambi” Flores. “Cacho” Malbernat, fallecido el año pasado, había pasado por Boca y Racing antes de retirarse, y llegó a Tandil con 35 años, mientras que “Pacha”, que tenía la misma edad, había tenido un paso por Colombia y Estados Unidos tras dejar Estudiantes. Por su parte, Flores, arquero suplente de Alberto Poletti en el equipo de Zubeldía, tenía apenas 31 años y se mantenía en forma pese a haber dejado el fútbol en 1973 para dedicarse a su trabajo en el rubro aerocomercial.
Romeo, que surgió de las inferiores pinchas y llegó a disputar siete partidos en la Copa Libertadores de 1970 y 1971, además de integrar la Primera división hasta 1974, volvió a Tandil para jugar en el club de sus primeros pasos en el fútbol, y un tiempo después se dio el gusto de compartir el equipo con sus amigos. “Yo estaba jugando en Tandil, había dejado de jugar en Estudiantes porque mis rodillas no daban más para ese nivel. Y empecé a jugar en Gimnasia, mi club de toda la vida, porque era algo que siempre había querido. Acá jugaba con mucho dolor, no podía entrenar como quería, pero al menos me alcanzaba para darle una mano al equipo, no desentonaba. Siempre fui respetuoso de mí Tandil, y quería devolver de alguna forma todo lo que me habían dado”, cuenta el que fue técnico de aquel Santamarina que llegó al Nacional en 1985.
“Los tres eran muy amigos míos, principalmente ‘Pacha’, que es padrino de mi hijo y yo soy padrino de su hija. Yo estaba jugando acá, pero seguía yendo a La Plata por algunos negocios que tengo, y les tiré la idea de sumarse al equipo. Se entusiasmaron enseguida y se sumaron. Se venían los domingos por la ruta 3, porque no existía la 29, y después del partido se volvían a La Plata”, agrega Romeo, que era técnico y jugador de ese equipo.
Ver a tres símbolos de Estudiantes vistiendo la camiseta de Gimnasia causó algo de revuelo en la Ciudad de las Diagonales: “Me acuerdo que los cargaban bastante, sobre todo después de que salió una foto en el diario El Día. El capitán del Estudiantes campeón del mundo con la camiseta del eterno rival, medio que hacían cola para insultarme. Pero no fue más que una anécdota de aquellos tiempos, en los que la pasamos muy bien. Acá los recibieron muy bien, ellos estaban muy contentos y además dejaban todo en cada partido”.
“La gente de Gimnasia había organizado unas loterías para volcar los fondos al fútbol, y con eso les pagaba el premio por partido más los gastos del traslado desde La Plata. Todos estaban contentos, porque ellos ganaban algún dinero, la gente del club estaba conforme y también iba mucha gente a ver al equipo”, recuerda Romeo.
Un equipo combativo
Con la experiencia de los tres refuerzos, más la presencia de algunos buenos jugadores que ya venían jugando en Gimnasia, el Lobo se preparó para dar batalla en ese torneo clasificatorio de 1979. Más allá de los desacoples lógicos de un equipo que recién comenzaba armarse y al que se sumaban los tres refuerzos, sólo los domingos, Gimnasia mostraba el sello que le imprimía la personalidad de Pachamé y Malbernat. Los que vieron a ese equipo recuerdan la tenacidad y las ganas con las que disputaban cada pelota, sin importar que estuvieran en una liga menor, en el final de sus carreras.
Una formación habitual de Gimnasia por esos días tenía a Flores; Oscar Mendoza, Antonio Bertolín, Carlos Bernazza y Luis Ramella; Malbernat, Pachamé, Hugo Silva; Mario Ricci, Romeo y Jorge Gorostidi. También integraban el equipo Elissondo, Martino, Palazzo, Aiello, Aguilar y Rivero.
Tras un comienzo con algunas dudas, llegó la etapa decisiva del torneo, que clasificaba a los cuatro primeros para el Mayor. Allí Gimnasia hilvanó tres triunfos seguidos, ante La Movediza, Juventud Unida y Ferrocarril Sud, al que venció 3-2 después de una desventaja inicial de dos goles, y llegó a la última fecha en el cuarto puesto, y con chances de meterse en la definición del título.
Claro que enfrente estaba Independiente, puntero e invicto del Clasificatorio, con figuras como Julio Nocito, Norberto Alonso y Raúl Sommi. Gimnasia, obligado a ganar, cedió gran parte de sus chances con las expulsiones de Romeo y Malbernat, que abrieron el camino a la goleada rojinegra por 4-0. La victoria de Loma Negra le dio el cuarto puesto al equipo de Villa Cacique, que se sumó a Ferro, Santamarina e Independiente en la lucha final por el título. Finalmente, el campeonato quedaría ese año para el Santamarina de Oscar Medina, Rubén Conti y Carlos Méndez, entre otros.