De rebeldes, separatistas y nuevas normalidades
Diferencias de criterios, presiones de distintos sectores, cuestiones económicas y el siempre latente reclamo de mayor autonomía pusieron de manifiesto a lo largo de los meses de pandemia un marcado conflicto entre la administración comunal encabezada por Miguel Lunghi y el gobierno bonaerense, a cargo de Axel Kicillof. Sin duda, el punto más alto de las controversias surgió a principios de septiembre, cuando desde Tandil decidió salirse del sistema de fases para manejarse con un criterio propio en base a los colores del semáforo.
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Los medios nacionales calificaron de “intendente rebelde” al jefe comunal tandilense, mientras el jefe de Gabinete de la Provincia dijo que le pareció estar “frente a la república separatista de Tandil”.
Pero los inconvenientes entre Tandil y La Plata surgieron a poco de comenzada el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio.
Hacia fines de mayo, a poco más de un mes de decretada la cuarentena por parte del Gobierno nacional, el intendente Miguel Lunghi y sus pares de Ayacucho, Azul, Balcarce, Lobería, Olavarría, Rauch y San Cayetano armaron un frente común y elevaron al gobernador Axel Kicillof el pedido formal para que la zona sea considerada una región sin circulación interna de Covid-19, y se puedan reiniciar gradualmente las actividades.
La petición apuntó a diferenciar la situación del interior provincial, del panorama que se cernía por entonces sobre los grandes aglomerados urbanos, donde la propagación viral lejos estaba de detenerse.
La respuesta de la Gobernación llegó a través de la ministra de Gobierno, María Teresa García. “No es la idea del gobierno nacional ni del provincial considerar el territorio por regiones”, remarcó la funcionaria a la vez que utilizó el ejemplo de lo que había sucedido en Necochea con el famoso baby shower, que provocó una disparada en os contagios.
Para García, la división en regiones significaba un error, “solamente por la única voluntad de abrir algunas actividades que desean”. Consideró el pedido como una movida política y reafirmó que “el intendente de Tandil ha sido atendido por este gobierno todas las veces que lo ha solicitado. Yo personalmente hablo con él con todos los requerimientos que han pedido. Se han abierto todas las actividades que pidió”.
Horas más tarde llegó la réplica del propio Lunghi, al asegurar que “de ningún modo se puede hablar de jugada política de los intendentes por el pedido que efectuamos para que se puedan ir abriendo determinadas actividades en la región”.
La realidad pareció darle la razón a la funcionaria bonaerense, puesto que a poco de elevado el pedido, comenzaron a aparecer un gran número de casos en los distritos que habían firmado el reclamo. Así las cosas, la situación retornó a una instancia de tregua, con un dato no menor ocurrido a fines de junio, cuando Tandil no adhirió al convenio para trasladar pacientes críticos a la ciudad en caso de que otros distritos se vieran colapsados.
“La Provincia ya aclaró que el convenio remitido a los municipios no es obligatorio y nosotros hemos decidido que no vamos a firmarlo”, reafirmó el jefe comunal y el tema no pasó a mayores.
A inicios de agosto, el presidente Alberto Fernández firmó un decreto profundizando las restricciones a distintas actividades dado un alarmante incremento en los casos de contagios no ya en la zona del AMBA sino en todo el país.
Desde Tandil, el jefe de Gabinete Oscar Teruggi consideró que “un poco extraña” la decisión del mandatario nacional “dada la diversidad de situaciones que se dan en el país”.
“Me parece que nosotros vivimos una situación muy distinta por Buenos Aires con el resto del país, y entre el interior de la misma y el área Metropolitana (AMBA)”, sostuvo el funcionario local. Luego de ello, expresó una frase que no cayó para nada bien en las esferas nacionales y provinciales: “a esta altura, después de 150 días de pandemia, ningún DNU nos puede decir lo que tenemos que hacer”.
Una vez más, fue la ministra María Teresa García la encargada de salir al cruce de esas declaraciones, calificándolas como “acto de irresponsabilidad tremenda”
“No suelo responder cada cosa que se dice, pero hablo para poner cierta cuota de razonabilidad en el tema -expresó la funcionaria-. Ningún municipio de la Provincia de Buenos Aires está libre de Covid. Tandil, por caso, tuvo 8 casos y tiene más de 10 sospechosos, volvieron a tener positivos después de mucho tiempo. El mensaje que tenemos que brindar no es ese”, a la vez que recordó el cortocircuito surgido en mayo.
Al mes de este nuevo choque, llegó el momento más tenso entre ambas administraciones. Y esta vez no se debió a declaraciones que pudieron ser malinterpretadas.
El lunes 7 de septiembre, a través de un comunicado, el Municipio confirmó lo que venía analizando desde hacía unos días. A partir de la rebeldía de los gimnasios y sus reaperturas más allá de las normas, y con su convicción que ante el creciente número de casos por venir y tras los densos meses atravesados con restricciones y sectores pugnando por trabajar, era tiempo de rever los criterios, mirando más la capacidad de camas, respiradores y, principalmente, recurso humano para atender la demanda sanitaria, que la cantidad de contagiados en una ciudad que el virus circula comunitariamente.
En consecuencia, volvió a patear el tablero y por motus propio –“previo acordar con un amplio acuerdo con instituciones y sectores de la comunidad”, aseguraron-, resolvió cambiar el criterio a la hora de marcar el ritmo de la actividad productiva local.
En efecto, el nuevo esquema de semáforos implementado por Tandil tenía como objetivos principales “en primer lugar, cuidar y reforzar la salud pública a partir de la capacidad de respuesta del sistema sanitario de la ciudad ante la pandemia; contar con un sistema local de alertas temprano y confiable; tener previsibilidad, planificación y orden para transitar los próximos meses; y disponer de criterios objetivos y precisos que conozca toda la comunidad para implementar las medidas necesarias ante la evolución y los cambios de las situaciones sanitarias”.
Pero esta vez no fue la ministra García la encargada de enfrentar las “rebeldías” tandilenses. La mano derecha de Kicillof, su jefe de Gabinete, Carlos Bianco confrontó con la decisión del Ejecutivo local.
A poco de conocer el apartamiento del sistema de fases, el funcionario bonaerense se mostró sorprendido: “Parecería la república separatista de Tandil”, definió.
Bianco le pidió a Lunghi “reflexionar” y “dar marcha atrás con la medida porque estamos en medio de una pandemia”, a la vez que dijo no ver otro sentido “más que un aprovechamiento político” en la medida que adoptó el Municipio.
Bianco formuló esas declaraciones al encabezar en La Plata, junto al ministro de Salud, Daniel Gollan, y su vice, Nicolás Kreplak, una conferencia de prensa para informar detalles sobre la situación epidemiológica en la provincia de Buenos Aires.
“Es una falsedad que el Intendente haya adoptado esa decisión tras acordarlo ´con todos los tandilenses´, como dijo, ya que “no consultó a la oposición, que sacó el 40 por ciento de los votos, ni al Colegio de Médicos, ni la Universidad”, le enrostró.
“Aun así, de avanzar en esta decisión, quiero que sepa el Intendente que va a estar desobedeciendo a decretos nacionales y provinciales, lo que es grave desde el punto de vista legal”, alertó el jefe de Gabinete, y pidió evitar “una anarquía o desorden”.
Pero no solo tuvo sus consecuencias con el Gobierno bonaerense el cambio al sistema del semáforo. La oposición local, encabezada por el Frente de Todos, también criticó duramente la decisión de Miguel Lunghi.
El líder del espacio frentista, Rogelio Iparraguirre, calificó de “temeraria e improvisada” la medida, en tanto que sostuvo que “hablar de acuerdo con los sectores más representativos sin sentarse siquiera a dialogar y debatir con la oposición a la que hace apenas diez meses atrás votó nuestra sociedad es en sí mismo una afrenta a la democracia. Repite ‘consenso’ cada diez palabras y se olvida de nosotros”, indicó.
La tensión llegó a una nueva escalada cuando el 21 de septiembre, Axel Kicillof anunció el lanzamiento del Fondo Especial Municipal para la Reactivación Cultural y Turística, por un monto total de 300 millones de pesos, creado en el marco del programa provincial de Asistencia a los Sectores Afectados por la Pandemia. De los 135 distritos bonaerenses, sólo Tandil quedó desvinculado de la propuesta. Las razones respondieron al criterio autónomo del Municipio de salirse de los los lineamientos sanitarios estipulados por la esferas nacional y provincial, una de las condiciones requeridas para formar parte del esquema de asistencia.
La decisión generó fuertes repercusiones más allá de las fronteras serranas, no obstante desde el gobierno provincial se prometió que las partidas iban a llegar a Tandil, luego de buscar las instancias formales y legales, promesa que se cumplió semanas más tarde.
La polémica pareció distenderse en la noche del 22 de septiembre cuando Lunghi y Kicillof pudieron dialogar, a distancia dadas las circunstancias propias de la pandemia.
En el extenso encuentro ambos mandatarios lograron, en base al diálogo institucional, coincidencias y establecieron pautas básicas para continuar la cooperación y el trabajo conjunto entre el Municipio y el Gobierno de la provincia de Buenos Aires para enfrentar la pandemia desde el punto de vista sanitario, económico y social.
Todo pareció retornar a la normalidad. A una nueva normalidad, también en términos políticos.
Sobre el final del año y a la hora de hacer un somero balance de la situación, el intendente Miguel Lunghi volvió a mostrar sus críticas a la administración bonaerense. “El Estado provincial en salud no me ha mandado nada, el pueblo de Tandil lo ha bancado. Recibimos apenas alcohol en gel y algunos elementos de protección para el personal que trabaja en los hospitales y centros”, sostuvo.
Y resaltó que “ya estaba todo armado por el Municipio porque he tenido una política de estado coherente. Agradezco al pueblo que me haya votado en cinco oportunidades y espero no haberlos defraudados”.
Esta vez, quien salió a replicar no fue un funcionario de la Gobernación, sino el exconcejal Darío Méndez, actual jefe de la Regional de Anses.
“Es muy difícil desarrollar política pública en emergencia sin los tres niveles de estado complementados. El Estado provincial asistió al Gobierno municipal a través de diferentes fondos económicos para que se pueda tener la operatividad diaria, reforzó el sistema de salud, también con el Servicio Alimentario Escolar, además de lo que es la Tarjeta Alimentar, el IFE, el ATP, los diferentes bonos, becas y subsidios para Cultura, también en Provincia se generó un ATP bonaerense… en todo este esquema qué acompañó el Municipio de Tandil, en nada. Absolutamente en nada. Nosotros decíamos que tenía que existir una ayuda del Municipio en diferentes sectores porque con los ATP y los bonos no alcanzaba. Pensemos que las tasas municipales subieron casi un 60 por ciento en éste año, extraña forma de ayudar tiene el Municipio. No contribuyó en nada para los diferentes sectores” replicó Méndez.
Para quien “en el peor contexto de la historia argentina (desde el Ejecutivo) se dedicaron a hacer política de baja calaña”.