Sucesos notables en la historia de Tandil
Vivió aquí el compañero de Juan Moreira - Cap. 1.
Fuente: archivo El Eco.
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Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).
Con su traje raído -bombacha oscura, camisa blanca y pañuelo anudado al cuello- llegó Julián a Tandil, allá por el año quince.
Debajo de su chambergo de ala gacha, exhibía un rostro moreno, curtido por más de una intemperie. Y también, por más de una penuria. Había estado cinco años en la cárcel de Mercedes, arrastrando doble barra de grillos. Cinco años que le habían parecido una eternidad. Después, tres años y medio en la Penitenciaria, que no le resultaron menos pesados. Y como si esto fuera poco, del 83 al 87 del siglo XIX había estado en Sierra Chica, donde le había tocado picar piedra y dormir en la paja, durante días y días, que fueron también de sabor amargo. Tanto, que llegó a creer que de allí no habría de salir con vida.
Lo habían condenado a cadena perpetua y sin recurso de gracia, para completar su desconsuelo. Hasta que conocida su verdadera historia, tanto el general Francisco Leiria como Ángel Falcon y los escritores Eduardo Gutiérrez y Julio Llanos -sobre todo este último- habían intercedido para lograr su libertad.
Cuando de pronto se vio de nuevo en la calle, no lo podía creer. Lleno de aire sus pulmones y... tomó rumbo hacia el pueblo de Azul, donde poco después contraía enlace con una muchacha del lugar.
Con hijos ya, rumbeó para los pagos del Tandil", como se decía entonces. Y ahí estaba, con el gesto adusto, templado en cien entreveros bravos, andando las calles de la ciudad, buscando la casa de Benito Machado. Y cuando pudo ubicarla en Rodríguez al 500, desde la intersección con San Martin hasta el Banco Comercial, procuró ingresar a la finca con rejas al frente para hablar con el coronel, que había sido baluarte principal de la lucha con el indio en la frontera sur.
Era bastante conocido de él y había estrechado más de una vez su mano, desde aquel día que los presentó en Azul el general Leiria.
Pero el coronel... había muerto seis años antes. Hubiera querido hablar con él. Sabía que había sido fundador del Club Hípico de Tandil, por lo tanto estaba estrechamente vinculado al quehacer turfistico que se desarrollaba en el más antiguo circo de carreras del país, y pensaba pedirle que le tendiera una mano para rehacer su vida trabajando, ahora que a los 66 años de edad había dejado definitivamente atrás su azaroso andar por los caminos de un destino cruel.
De cualquier manera, no tardó en encontrar trabajo, sin más carta de recomendación que la que le ofrecían los relatos de sus andanzas legendarias.
Así fue como se desempeñó como cuidador de parejeros en el hipódromo de Tandil. Trajo poco después a su mujer y levantó su rancho en Mitre 1351, donde habría de vivir hasta su muerte.
Había nacido en el pueblo de Navarro, en el 48 del siglo que se había marchado tres lustros atrás. Y estaba dispuesto a echar sobre la amelga del porvenir aquí, en Tandil, la semilla del porvenir, dejando atrás un pasado tortuoso del que sólo guardaba un penoso recuerdo y al que no quería volver.
Pero... ¿quién era Julián?
Julián era... ¡Julián Andrade!
¿Y Julián Andrade...?
¡El compañero de Juan Moreira!
¿Quién era Moreira?
Según Andrade, "era hombre blanco, de patilla cerrada; alto y fornido, muy buen mozo. No fue nunca un ratero ni nada parecido...".
"No tenía necesidá d'eso, mi amigo" le relataba entonces a un periodista tandilense.
"Trabajó e'tropero y jué sargento e polecia, sabe? Era guitarrero y mejor jinete, jugador a la taba y al billar. No jué nunca un malvao... ¡Qué va ser un fascineroso! Era hombre e' juicio y créamelo, defendió al desvalido. Era un alma e'coraje, vea!...".
Cuando le preguntaban cómo era aquella época que les había tocado vivir juntos, señalaba: "Se peliaban tuitos los días entre alsinistas y mitristas; él, Moreira... ¡hizo dos muertes a facón! Quien lo provocaba... tenía que pisar firme. Frente a la mesma iglesia, mató a un tal Leguizamón. Y al poco tiempo, cerca no más, al teniente alcalde Juan Córdoba. No rispetaban... ¿sabe? Y ellos mesmos buscaron la muerte".
- ¿Con quién estaba entonces Moreira?
- Estaba con los alsinistas, pues eyos le habían prometido el indulto; pero como no se lo dieron... concluyó pasándose al otro bando. Esta jué su perdición, mi amigo по". seguía diciendo Andrade- porque triunfo Alsina, y Moreira entró a andar mal con todos. Por eso, cuando le hablaban sobre política... ¡se ponía jurioso, vea! Los alsinistas ganaban siempre, aunque tuvieran pocos votos... Alsina era no más, por lo menos ayá en Navarro”.
Continúa.
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.