Sucesos notables en la historia de Tandil
Los Juegos Florales españoles -Capítulo 2.
Fuente: archivo El Eco.
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Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).
El padre Teodoro Palacios, originario de Carcedo de Burgos, donde nació el Cid Campeador, resultó laureado -tal como señalamos en la nota anterior- en los juegos florales realizados en Tandil en 1913, organizados por la Sociedad Española de Socorros Mutuos y Beneficencia.
Su trabajo -"El testamento del gaucho", lema "La guitarra"- decía así:
"Un ombú majestuoso/ era el dios de aquellas pampas,/ y dormía un rancho humilde/bajo el toldo inmaculado de sus ramas".
"Sobre el tronco centenario/ de aquel árbol que ocultaba/en sus músculos leñosos/ un archivo de proezas legendarias,/ descansaba un noble gaucho/que era un viejo patriarca,/coronado de larguísimos cabellos/como rayos de la luna solitaria,/ que en la sombra blanqueaban como nieve/y en el sol resplandecían como plata".
"Y eran cuatro clavelitos/agitados a los besos de las auras,/las inquietas y minúsculas cabezas/de los nietos que miraban/ el hierático semblante del abuelo,/sepultado entre la selva de sus barbas".
"El anciano, enternecido,/ clavó al cielo sus pupilas apagadas,/ y estrechando entre las manos temblorosas/ el cordaje de su rústica guitarra,/ ante aquellos nietecitos que le oían,/rasgó el aire con el son de estas palabras./ que brotaron de sus. labios/como un río de cadencias y plegarias":
"Sepultura de mis penas,/hermosísima guitarra,/ manantial de los amores/ que fecundas con tus aguas/ los desiertos arenales de mi vida,/caldeados por el sol de mis nostalgias..."
"¡Vive siempre, palomita de mis ranchos,/que me cubres bajo el techo de tus alas,/abreviado paraíso de mis dichas,/ vive siempre en mi compaña,/ que al tenerte aquí en mi pecho,/ y al sentir el palpitar de mis entrañas,/ se me antoja estar meciendo entre mis brazos,/ las reliquias de mi madre idolatrada.../un jirón del mismo cielo.../ y la imagen siempre augusta de mi Patria!"
"¿Quién resiste a tus encantos/poderosa soberana?"
"Con tu cetro, que es de cuerdas y clavijas,/ como reina de los mundos te levantas".
"Cuando el sol en occidente/parpadea reclinado en las montañas,/ y la noche se avecina/ con su ejército de sombras y fantasmas,/ y es un templo el Universo/y la luna y las estrellas son sus lámparas;/ sentado en los umbrales de mi rancho/ como un bíblico monarca,/ te acaricio en mis rodillas, mi guitarra,/como al niño que su madre arrulla y canta/junto al mío que es de hielo/ con tu pecho que es de amor hirviente fragua,/y escondidos tus bordones y tus cintas,/ en el bosque de mis barbas,/y asomado a tus abismos/con los ojos de mi alma,/ miro absorto entre el murmullo de los siglos/-que al conjuro de tus notas se levanta-/cómo surge coronada de laureles/la figura esplendorosa de mi Patria,/con sus cielos que son marco de sus glorias,/ con sus ríos donde hermosa se retrata".
"Allí escucho los silencios armoniosos/ de las hondas soledades de mis pampas,/ el chasquido de las cuerdas que bolean,/ el crujir de las macanas,/ el jadeo de los potros,/el mugir de las toradas,/y hasta el plácido susurro de la rumia/ de la noble y dulce vaca,/ cuando ofrece los tesoros de sus ubres,/al inquieto ternerillo que amamanta”.
"Veo sombras de guerreros./ entre bosques de banderas y de espadas,/oigo arengas belicosas/ y fragores de batallas;/el pifiar de los corceles/y los choques de las armas/ y los ayes moribundos del soldado,/ que entre nubes de la pólvora que estalla./ ve escapársele su vida a borbotones/ por la boca de una herida ensangrentada".
"¿Y aun querrás que no te quiera/ y en el polvo yo te tenga sepultada?". "El que a ti te vilipendia y escarnece/ pisotea de su madre las entrañas!"
"Calló el gaucho venerable/y tembló su luenga barba,/ abrazóse a su instrumento/ y cubriéndolo de besos y de lágrimas,/con acento conmovido/prosiguió su narración de patriarca":
"Nietos míos, que cual aves trinadoras/ alegráis con vuestras risas estas pampas;/ estrellitas fulgurantes/que del techo de mi rancho estáis colgadas/ y llenáis de resplandores/estas noches de mis días que se apagan;/ escribid el testamento que os lego/ en los pliegues más recónditos del alma”:
"Cuando el sol de mi existencia/ vaya dando sus postreras llamaradas,/y se apaguen los murmullos de mis voces/ en las simas de mi hidrópica garganta,/y mi cuerpo sea un árbol desplomado/por los fieros huracanes de la parca.../ ¡ay! entonces, pedacitos de mi vida,/ acercad hasta mi lecho esta guitarra;/ que la vean las tinieblas de mis ojos,/que la sientan las arrugas de mi cara,/que la besen las cenizas de mis labios,/ que palpiten al tocarla mis entrañas,/y acompañe con sus tiernas vidalitas/ los rumores de mis últimas plegarias".
"Ellas fueron los vagidos de mi cuna,/los arrullos de mi infancia,/ el idilio de mis bodas,/el bautizo de las flores de mi casa,/ y yo quiero que también sean la vida/de mi muerte solitaria".
"Vive siempre palomita de mis ranchos/ hermosísima guitarra!/ que tus cintas, tus clavijas y tus cuerdas/ sean rosas de mi fúnebre mortaja,/ y las notas de tus dulces vidalitas/los responsos que se recen por mi alma..!"
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.