Sucesos notables en la historia de Tandil
La visita del gobernador Dardo Rocha
Fuente: archivo El Eco.
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Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).
Empeñadas las autoridades municipales y el vecindario en el progreso del pueblo, dispusieron, comenzada la década del ochenta del siglo XIX, el traslado de los corrales municipales destinados al abasto que a la sazón estaban en la zona de lo que es hoy la Plaza Moreno, al pie del parque Independencia por considerar perjudicial que el movimiento de haciendas y matanza se hicieran tan cerca del sector poblado
A tal efecto se licitó el derecho de abasto presentándose cinco interesados: Manuel Eigler, quien ofreció 45.000 pesos; Martín Tavelli 32.000; Borghi y Machi ,40.000; Antonio Canziani ,36.000; y Juan Idoyaga. 31.200. Y como el municipal Juan M. Dhers objetó la presentación de Eiglet por una razón ética, ya que era integrante de la Corporación comunal, se llamó a otra licitación, la que fue ganada por Borghi y Machi, con una oferta de 56.000 pesos.
Inaugurada ya la Pirámide en la plaza principal como señalamos en la nota anterior se obligó a los vecinos a construir cercos y veredas, se encargó a un tal Augusto Escudié que hiciera un plano del ejido del pueblo y se le cedió al telégrafo provincial un sector del edificio donde funcionaban la comisaría, el correo, la escribanía y la oficina de avaluación, en el lugar que hoy ocupa el Teatro Estrada y playa de estacionamiento del Palacio Municipal. Y por iniciativa del Dr. Eduardo Fidanza, se habilitó una biblioteca en la casa contigua, de la que era propietario Santamarina.
Por aquella época también entre el 20 y 25 de Mayo del año ochenta con motivo del centenario del nacimiento de Bernardino Rivadavia, se efectuó un extenso programa de actos en su homenaje.
Y en oportunidad de la repatriación de los restos de San Martín, el 28 del mismo mes, tuvo lugar una ceremonia religiosa en la iglesia, embanderándose el pueblo con distintivo de luto y designándose a los vecinos José C. Gómez, Eduardo Fidanza, Enrique Spika y Valentín Delgadillo, para que representaran a Tandil en los actos realizados en Buenos Aires.
Además, se impuso el nombre de San Martin a la calle que antes se denominaba América.
Poco después comenzó a formarse un parque en el sector número 2 de la plaza Independencia que estaba dividida por la calle del mismo nombre y se retiraron los postes y cadenas que impedían el ac ceso de animales a los plantíos, colocándolos frente al cementerio nuevo.
En cuanto al cementerio viejo, se resolvió demolerlo, alisando el terreno y plantando eucaliptus.
Otras mejoras consistieron en aumentar a 170 los faroles en la vía pública que eran hasta entonces 130 -ubicándolos α 25 νaras de distancia entre sí y estableciéndose una multa al concesionario por cada farol que de noche no alumbrara.
Se permitió atar cuatro caballos en los carros que entraran cargados al pueblo, y también se ratificó la prohibición de galopar por las calles.
Se autorizó al vecino Pedro Anchen para que estableciera un servicio de volanta y se designó un comisario de impuestos -Lisandro de la Cuesta- quien tenía la función de hacer cumplir las obligaciones impositivas y pago de sisas, percibiendo el 10% de las infracciones que detectara. Y no debió andar muy bien don Lisandro en el complimiento de su cometido, ya que poco después fue reemplazado por Alejandro Cortina.
Se construyeron, asimismo, por aquella época, el puente sobre el arroyo "Las Chilcas encomendándose la obra a los vecinos Antonio Magistrali y Luis Rabufetti-y tres alcantarillas que llevó a cabo Justino Sabaria, en los parajes conocidos como "Tropezón", "Machuchina" y "Petersen". autorizándose al vecino Luciano Birabén para que cobrara peaje una sola vez en el trayecto por los puentes mencionados y por el arroyo "La Merced".
En otro orden y en razón de los escándalos que perjudicaban la moral pública, se emplazó a los dueños de casas de tolerancia y academias de baile, que estaban a la entrada del pueblo y en torno a la Plaza de las Carretas, para que se trasladaran a la parte Sudoeste.
Llegado el año 83 tal vez el más significativo del siglo por la habilitación de la vía férrea a Buenos Aires- se festejó carnaval con un corso en las calles céntricas, financiado con las entradas al baile, licencias de disfraz y multas que se originaran por el no cumplimiento de las disposiciones relativas al juego, entre ellas, la prohibición de arrojar huevos y otros proyectiles.
El cura se asoció días más tarde al progreso que en distintos aspectos iba registrando el pueblo y celebró la Semana Santa trayendo a fray Marcolino del Carmen Benavente, que era considerado, a la sazón, el mejor orador sagrado del país.
Poco después del arribo del primer tren a Tandil -en mayo de 1883- se produjo la llegada del gobernador Dr. Dardo Rocha. La visita del ilustre visitante dio lugar a un baile en el club Social y a que el vecino Benito Bagú hiciera gala de sus aptitudes pirotécnicas, quemando artificios en la Plaza Independencia, frente a la casa municipal.
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.