Sucesos notables en la historia de Tandil
La Sociedad Empleados de Comercio y su lucha por el descanso dominical - Cap. 1
Fuente: archivo El Eco.
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Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).
Corría el año dos del siglo XX, cuando los trabajadores mercantiles entendieron que la unión hace la fuerza. Eran tiempos duros, de singular crudeza y, por consiguiente, de bolsillos flacos. Y era necesario agruparse para defender los intereses del trabajador expoliado.
Así lo entendieron Pío Proverbio, Faustino Pazos, Dámaso Rodríguez, Ambrosio Coira y Benigno López, quienes lograron la adhesión de José Thalp, Lino Martínez, Ernesto Briera, Luciano Sabattė, Emeterio Meaza, José Petite y Honorato Bosata, entre otros.
As ftue como reunidos el 22 de junio de ese año, acordaron la fundación del Centro de Empleados de Comercio de Tandil, al que dieron vida días despues, el 10 de julio de 1902.
Ubicado Proverbio al frente de la institución, pronto se abocó el gremio a defender los intereses del sector, formando parte de la Federación Obrera que comenzaba a gestarse, con participación fundamental de los obreros canteristas y ferroviarios y con la adhesión -menos importante pero igualmente efectiva- de cocheros, panaderos y ladrilleros, entre otros.
Tras algunos momentos de vacilación y de incertidumbre, a consecuencia de tropiezos inevitables vinculados con las dificultades de la época, decayó el accionar de la entidad que, durante algún tiempo, se denominó Asociación Unión Dependientes de Comercio de Tandil: hasta que debió ser refundada al año siguiente -el 22 de mayo- bajo la denominación de Sociedad Empleados de Comercio de Tandil, tal como se la conoce en nuestros días.
Un nuevo intento de recrear la Sociedad -alicaída nuevamente por los avatares de la época- tuvo lugar el 22 de mayo del año cuatro.
Agrupaba a la sazón a sesenta y seis empleados de distintas actividades. Estaban entre ellos, además de los nombrados precedentemente, Cándido García, Pedro Bonilla, Luis Morando, Alberto Méndez, Victoriano F. Ramos, Ángel Machado, Rodolfo Zerboni, Adriano González y Francisco Bouvé. A quienes se sumaban Fernando Tomás, Ignacio Laburro, Teodoro Álvarez, Bernardo Brussatori, Cipriano Salcedo, Héctor Rangoni, José Gallardo, Primo Speroni, Ciro Franchi, Juan Gutiérrez, Ricardo Guanella, Cesáreo Díaz, Pedro Agnelli, Segundo Ucha, Miguel Laurenz. También se encontraban Donato Plazas, Antonio Parga, Feliz Etcheverría, Luciano Sabatté, Santos Salcedo, José García, Dámaso Rodríguez, Avelino López, Ramón Guzmán, Cándido Gutiérrez, Juan López, Eduardo Arenales, Antonio Gallegos, Damián Galdós, Juan Legaz Tierno, Miguel Ibarburu, Carlos Mendite, Álvaro Montiel, Garcilazo Villeta, Antonio Vidal, Francisco Palma, Alfredo Santisteban, Juan B. Martínez, Indalecio Fernández, Filiberto García.
Y seguía la lista: Santiago Martínez, José Balverde, Ángel Barbieri, Fidel Fernández, Idelfonso Huarte, Miguel Schaviague, Inocencio Rossi, Lino Martínez, Fulgencio Barranco, Juan L. Brun, Pascual Troncoso, José Bruno.
Presidió la primera comisión Juan Gutiérrez, secundado por Ángel Machado en la vicepresidencia, Dámaso Rodríguez como secretario y Adrián González como tesorero.
Por aquel entonces se trasladó a Buenos Aires el empleado de tienda, Ernesto Briera. Y la entidad, solidaria con su necesidad de exhibir sus antecedentes para obtener trabajo, certificó que el nombrado “... fue uno de nuestros compañeros que con más entusiasmo propagó la idea de la fundación de este Centro y la idea del descanso dominical”, que hasta entonces no se respetaba.
Solidario también con la idea de que el domingo debía destinarse al descanso de los trabajadores, con fecha 11 de setiembre del año dos, el Centro de Empleados de Comercio de Tandil remitía una nota a dos comerciantes locales -Daniel Capiel y Manuel Bertone- pidiéndoles que no abrieran sus negocios los domingos por la tarde, para que sus empleados pudieran descansar semanalmente ese medio día. Y, además, para que no fueran imitados por otros patrones que habían aceptado un convenio acordado tiempo atrás, según el cual se confería tal pausa laboral a sus empleados.
La nota expresaba textualmente: "Animados por la confianza que tenemos en que su extremada bondad ha de dispensar una grata acogida a la presente solicitud, hemos aceptado la honorosa misión que el Centro de Empleados de Comercio nos ha confiado para que, en representación del mismo, le hagamos entrega de ella, lo que hacemos con el mayor gusto y con toda consideración a que es merecedor".
"Nuestra misión quedaría altamente recompensada si Ud., teniendo en cuenta cuan grato sería para nosotros ver cumplidas nuestras pobres aspiraciones, pusiera una de las piedras fundamentales para sostenerlas, pues con ello creemos no sufrirían sus intereses y en cambio gozaría del agradecimiento de todo el gremio de dependientes de esta ciudad".
La insólita nota -insólita para nuestros días, pero normal entonces- no terminaba ahí. Veremos cómo sigue.
(Continúa)
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.