Historias de tandilenses
Relatos para no olvidar
Virginia Muñoz es tandilense y tiene 64 años, escribe desde su juventud y prefiere los cuentos a la novela.
Por Romina Aldana Camejo (*)
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En un interesante encuentro, Virginia Muñoz contó cuánto le gusta la escritura y los relatos de viaje, su entusiasmo por el taller al que acude sábado por medio y cómo lo utiliza de método de entrenamiento.
La tandilense se conecta con la escritura por placer y ha pasado por varios géneros.
-¿Por qué empezaste a escribir?
-Por necesidad, cuando era adolescente. A partir de ese momento, seguí escribiendo, lo hago como hobby, no escribo con un objetivo concreto. Tuve distintos momentos en los que escribía más, menos y en distintos formatos; transité por la poesía, relatos, relatos de viaje. Mucho tiempo no escribí y ahora, jubilada, empecé. Primero como storytelling, porque me gustaban mucho las redes, tenía un emprendimiento y le había puesto mucha marca personal e historia detrás y ahora estoy tratando de soltar la mano para volver a escribir.
-¿Cuánto hace que empezaste a escribir?
-Tendría diez, once años cuando empecé con la necesidad de escribir, escribí mucho en la adolescencia. Luego viajé, viví un tiempo fuera y la escritura me dio un punto de apoyo para ir narrando las cosas que me pasaban, tanto desde lo emocional como lo que vivía. Inventaba historias en estos lugares que no eran mi sitio y después fui buscando otros lenguajes, hice teatro y la escritura fue quedando y la retomé ahora, volví a esa necesidad de escribir.
-¿Sobre qué escribís? ¿Podés escribir sin consigna?
-A mí me gusta mucho el relato de viaje, inclusive viajes que son imaginarios. Me gusta mucho viajar y siempre encontré inspiración en el hecho de estar pisando un lugar desconocido. Mi idea, cuando retomé la escritura, era formalizar algún libro de relatos de viajes y también tenía la idea de contar historias de mi familia como para dejarle escrito a mi nieto, que nació fuera de Argentina, contarle un poco la historia de su abuela y de su familia. Ahora estoy trabajando con el concepto de cuento que es cuando tengo la consigna. En realidad, me gusta mucho más el relato libre, de contar historias.
Sobre los talleres de escritura
A Virginia los talleres de escritura le dieron herramientas para escribir cuentos.
-¿Por qué participás y qué has aprendido de los talleres de escritura?
-Participo porque sentía que quería entrenar y aprender esta cuestión de pasar del relato a un formato de cuento, eso fue un aprendizaje para mí, yo ni sabía lo que escribía antes de eso, hacía relatos y no tenía la intención de hacer un cuento. De pronto, encontrarme con ese formato y sentirme acompañada y empezar a desafiarme a mí misma, fue un aprendizaje. También me pasa que cuando escucho a mis compañeros, admiro mucho lo que escriben.
-¿Qué es lo que más te ha costado escribir?
-En los talleres hay consignas que no te llaman la atención o no te sale escribir nada. Patricia Ratto nos da un amplio margen con muchas consignas, así que alguna encontrás que sea de interés, a mí me pasa que como no tengo el oficio de escribir, necesito que me aparezca alguna concordancia con esa consigna, que me haga acordar de algo o encontrar tal situación que me lleve a eso, entonces escribo a través de la consigna, sé que hay muchas cosas que están ahí, me encanta coleccionar las consignas, son como mi sala de entrenamiento. Quizás lo policial no sería lo mío, me sería una consigna difícil de abordar.
-¿Crees en los bloqueos creativos? ¿Te ha pasado?
-Sí, es lo más común del mundo y a todo el mundo le pasa, por eso es importante el entrenamiento. Yo no tengo el oficio de escribir. Sí o sí es necesario un entrenamiento, aunque te limita y te bloquea esta cuestión de la espontaneidad.
Hábitos y preferencias
Virginia prefiere los cuentos, también gusta de la poesía y ama escribir relatos.
-¿Cuál es tu género favorito?
-De la lectura me gusta mucho el cuento, esta posibilidad de síntesis que tiene. En pocos párrafos puede generar intensidad, eso me gusta. También estoy en un taller de poesía, empecé a apreciarla. Es una poesía totalmente diferente a la que leía cuando era joven, más contemporánea y también tiene mucha riqueza. Estoy con una sensación de que estoy entrenando, voy a los talleres de escritura y lectura como si fuese al gimnasio.
-¿Cuál es el libro o autor que más influyó en tu vida?
-Un libro que me marcó fue El hacedor porque sentí que me representaba. Siempre me atrapó mucho la filosofía, la sensación de circularidad y una cosa que se repite. A los 13 años, haber leído ese libro fue pura ganancia, en el sentido de encontrar un autor que se suponía que para esa edad era inaccesible, sentí mucho acompañamiento.
-¿Recordás un libro con el que te hayas emocionado?
-Hace poco leí un libro, hablaba de un inmigrante oriental que subía a un tren con una nieta y la cuidaba, como su obligación de sobrevivir, venían de una zona de guerra y traía a su nieta como si fuese una sobreviviente. Todo el tiempo va narrando las peripecias tratando de protegerla y en realidad era un muñeco y en ese muñeco uno había generado un vínculo, se llama La nieta del señor Linh.
-¿Cuántas horas de tu semana le dedicás a la escritura?
-Hay semanas en las que me engancho y capaz que estoy todos los días dos o tres horas y hay semanas en las que llega el viernes y no hice nada, me siento y capaz que son dos horas en la semana. En mi actualidad, donde no tengo horarios, encuentro momentos en los que estoy súper enganchada con la actividad y otras veces, no.
-¿Hay un escritor que leas frecuentemente?
-No tengo un escritor que lea frecuentemente, empecé con Borges y siempre vuelvo. Mi primer libro fue El hacedor, de Borges, y ese tipo de escritura es lo que yo siempre intenté replicar.
-¿Tenés algún ritual para sentarte a escribir?
-Me gusta estar sola y en silencio, que no haya nadie en la casa, es cuando más disfruto de escribir. Tengo mi escritorio y antes de ponerme a escribir, me gusta ordenarlo, también un poco de silencio visual.
-¿Alguna vez participaste de un concurso literario?
-Cuando era chica me gustaba participar, una vez tuve una mención, pero cuando era adolescente, nunca más volví a participar, no me entusiasma, estoy escribiendo para mí.
-Cuando leés lo que escribís, ¿qué sentís?
-Ahora me pasa que siento que no encuentro las palabras, estoy muy crítica conmigo, empiezo a escribir algo que tenía en la mente y después, cuando lo llevo al papel, ya se me perdieron algunas palabras y siento que me falta esa expresión exacta que transmita lo que quiero, en el taller tengo buenas correcciones, pero a veces me quedo con que yo tenía otra cosa más para decir.
(*) Esta entrevista fue realizada en el marco de la Practica Profesional 1 de la Tecnicatura en Comunicación Social para el desarrollo local del ISFDYT 10 de Tandil, bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi.