HISTORIAS
Una vida por su gente
Por Adriana García, Selene Sánchez y Fernando Garay (*)
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No es grande. Su tranquilidad corre por las calles solitarias. Las bicicletas descansan sobre las veredas, y sus pintorescos adoquines sobre el bulevar. Dos viejos chusmeando en la esquina y los niños que juegan en las plazas con tranquilidad. Son las 13.30 de un día de bufandas y lo único abierto es la heladería, la gente está almorzando, menos él que nos está esperando. En Vela es conocido por preocuparse por la salud del pueblo y hasta una plaza lleva su nombre.
—Pasen, pasen, ¿hay sillas para todos?
Consultó nuestros nombres y nos reconoció a través de nuestras familias. A algunos nos identificó, de otros se había olvidado.
El sol cálido de una linda tarde atraviesa las cortinas que tapan su ventana. Abel Madarieta nació en 1937, tiene actualmente 85 años y tres hijas: Coti, Viviana y Paula. La pared conversa con un cuadro que tiene un mapa de Vela; el cuadro conversa con las plantas y las plantas con las sillas, en una de ellas está él, entusiasmado por mostrarnos su historia. Sin embargo, una lágrima se asoma y un nudo aprieta en su garganta cuando nos quiere contar sobre el recuerdo vivo de su mujer.
El trabajo y la familia son su equilibrio, afirma “Pocho”. Hizo la primaria completa, estudió música y luego enfermería, se recibió a sus 17 años. Se enorgullece mientras nos cuenta lo vivido y el amor por su pueblo y su gente. Pero borra su sonrisa en un instante, imaginándose un futuro de crecimiento que no fue, cuando recuerda que Barker se fue llevando nuestros habitantes poco a poco y sólo quedaron los fieles al pueblo.
—La gente venía en carruajes desde otros lugares sólo para atenderse, me propusieron trabajos fuera de Vela, pero yo me quedé en el pueblo en el que nací, crecí y vivo— dice, se acomoda en la silla y le brillan los ojos, mostrando de a poco su sonrisa.
“Pocho” es de la gente y la gente, de “Pocho”. Lleva más de 70 años trabajando de enfermero en su pueblo, sus días comienzan a las 6, recorriendo las casas de sus pacientes y atento a cualquier llamado que le pueda surgir.
—Seguiré trabajando hasta que no pueda valerme por mí mismo y mientras tenga toda mi lucidez actual.
En un momento de silencio nos cuenta que una tarde mientras tomaba la merienda, su nieto le dijo que quería seguir sus pasos estudiando medicina. Cumpliría el sueño no realizado de su queridísimo abuelo. La felicidad que sintió al contarnos la historia se expresaba con sus gestos. ¿Verá Vela nacer un nuevo “Pocho”?
(*) Con el objetivo de fortalecer la identidad y la vinculación con la comunidad, desde el espacio de Literatura de 5to. año B de la Escuela Secundaria 5 "Sargento Cabral" de María Ignacia, se les propuso a los estudiantes producir perfiles periodísticos sobre gente del pueblo. Luego de un largo proceso en el que eligieron sobre quién escribir, se informaron, realizaron entrevistas, sacaron fotos, escribieron y reescribieron, ahora comparten sus producciones y aprovechan para invitarlos a la Fiesta del Dulce de Leche que se realizará el domingo 4 de diciembre