HISTORIAS
Caminos de tierra
Por Franco Araya
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El día es nublado y húmedo. Una señora camina por la calle con el pelo como una esponja de acero. Más allá, un señor se queja porque le duelen las articulaciones. El pueblo refleja tranquilidad, podemos ver las calles llenas de polvo esperando convertirse en barro y las personas en busca de algo para acompañar el mate. En el camino se ve a la gente del campo volviendo a sus casas, agradeciéndole a la lluvia que está por venir que le da la oportunidad de descansar. A lo lejos se escuchan unos viejos renegando porque no salió el número de la quiniela y otros de sus temas de conversación es cuánto va a llover.
—Haceme caso pelado, no va a llover mucho, dos o tres gotas locas, donde se va a largar con todo va a ser para el sur, esos lados.
El otro le responde mirando a la nada y sin interés se sube a su bicicleta y se va.
En el camino de pastizales que rozan el cielo, me encuentro volviendo para su rancho a Carlitos Araya, que al ver que se estaba por largar me invita a pasar.
—Yo, cuando tenía cuatro años, estuve en un orfanato—arrancó el negrito como todo el pueblo lo conoce.
En su rostro se refleja una vida llena de obstáculos, llegó al orfanato no por una decisión de su padre sino del Estado que consideraba que sus hijos no podían quedar solos mientras el padre trabajaba.
—¿Estuviste mucho tiempo en el orfanato?
—No, no, a los 11 vuelvo a mi pueblo querido junto a mi padre.
Quizás de él, Policarpo, aprendió que, aunque la vida te ponga obstáculos, siempre hay que buscar la manera de resolverlos. Su padre luchó para poder volver a ver a Carlitos y lo logró.
Mientras el cielo retiene sus lágrimas, el Negro sentado en la punta de la mesa, cuenta que junto a su hermano pasaron gran parte de su infancia con una familia apellidada Montani. Don Juan y doña Ema fueron un gran apoyo cuando más lo necesitaba. Achina los ojos y se traba entre carcajadas cuando relata que estando en el orfanato se cayó de una escalera caracol por una apuesta con un compañero.
Ahora miramos los dos hacia la ventana en el instante justo en que un equipo de siembra rasguña el suelo seco. Cada arruga que decora la cara del Negro es una noche que estuvo lejos de su familia por su trabajo. Cuenta que no le bastó con volver a Vela, sentía que podía ayudar a su viejo, se fue en busca de trabajo una vez que terminó sus estudios. En esa búsqueda, se le dio la oportunidad de trabajar con Pedro Gorospe que le dio un tractor, y gracias a este oficio pudo conocer muchas provincias de su país, como Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Chaco, Misiones y Corrientes, y en cada aventura pudo ver amaneceres y muchos atardeceres.
—En mi primer trabajo, y perdóname que me ría, pero yo al no saber manejar me llevé los alambrados puestos
Otra vez, intenta ponerle alegría a la tarde gris y a un cielo que ya no aguanta más y se larga a llorar. Siempre hace lo mismo, nos roba una sonrisa en cualquier momento. Ahora sube los hombros y se balancea involuntariamente entre risas cuando recuerda una anécdota. Formó un equipo de fútbol, lo llamó “Papita pal loro”, el objetivo era poder jugar y ganar los reducidos.
—Pero nos salió mal porque en el primer partido perdemos 18 a 1, nuestro único gol fue porque ellos lo hicieron en contra y también me acuerdo que en otro partido del mismo torneo un jugador se había accidentado y pedían agua, pero no sabían que el agua estaba cortada con vino
Y así se pasa la tarde entre risas y mates, los recuerdos se van apagando mientras oscurece y la lluvia deja de llorar sus penas en nuestro pueblo. Mi abuelo me despide con una palmada en la espalda, vuelvo a mi casa por el camino que él ya recorrió.
—Ojo, está resbaloso, pero, aunque te caigas siempre te vas a poder levantar.
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* Con el objetivo de fortalecer la identidad y la vinculación con la comunidad, desde el espacio de Literatura de 5to año B de la Escuela Secundaria N°5 "Sargento Cabral" de María Ignacia, se les propuso a los estudiantes producir perfiles periodísticos sobre gente del pueblo. Luego de un largo proceso en el que eligieron sobre quién escribir, se informaron, realizaron entrevistas, sacaron fotos, escribieron y reescribieron. Ahora, comparten sus producciones y aprovechan para invitarlos a la Fiesta del Dulce de Leche que se realizará el domingo 4 de diciembre