HISTORIAS
A toda marcha, Lila
Por Ian Maldonado, Adriana García, Luis Mansilla, Selene Sánchez y Arturo Morales (* )
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Era un día de calor, andábamos esperando a Lila grande, a la que sus antiguos estudiantes le decían Tronchatoro, y todavía seguimos preguntándonos por qué la llamaban así. Su carácter no es el mismo, ni su altura, sus ojos del color del cielo y su pelo como el oro o un limón -según el día- afirman que no se parecen en nada. Sobre todo, se distingue por su amabilidad y buen corazón.
Fue difícil ubicarla, la buscamos tantas veces que la escuela parecía un laberinto y ella era la salida. Unas veces el problema fue el auto; las otras, el reloj se le atrasaba y le robaba minutos a su trabajo.
Su nombre completo es Lila Luisa Ciano, el mundo le abrió sus puertas en 1956 y hoy, 66 años después, la sigue viendo entre estudiantes y animales, siempre activa.
Atrás de la vía, en lo que era la lechería vieja del pueblo, vive ella en una casa antigua de ladrillos, con una cerca de tejido de alambre. Si fuera un castillo, sería su reina. Allí, convive junto con su hija, yerno y nieta. Pero también, con sus príncipes sin corona: Olivia, que se encarga de mantener el pasto corto, Chocolate, Morro, Crispis y Francisco, mucho más que mascotas.
—El que se quema con leche, ve una vaca y llora — dice a los gritos mientras sacude sus manos inquietas y espanta el fantasma del matrimonio. Le preguntamos sobre su vida amorosa y nos enteramos de que se casó, tuvo una hija y aguantó siete años.
—Antes de casarme otra vez, que me agarre el tren a la pasada.
Una mañana cualquiera, Lila desayuna un pucho con mate, mientras enciende a Herbie, su Falcon, despide a sus animales y sale para la escuela. Si un alumno la cruza, sabe que lo va a levantar y que probablemente llegue tarde junto con ella.
Cuando sube a Herbie se convierte en Toreto. Pisa su auto y avanza fuerte y a paso firme como lo hizo toda su vida.
Hoy se encarga de tomar asistencia, cuida y acompaña a sus “blancas palomitas”, trabaja doble turno en la Secundaria 5 de Vela, pero hizo muchos esfuerzos para poder llegar donde la vemos.
—Logré hacer lo que me gustaba, pero me costó mucho tiempo —dice Lila en el SUM de la escuela, apurada y entre risas por seguir con su trabajo, mientras nos cuenta que en su pasado fue barrendera también y, por suerte, pudo estudiar de grande lo que le gustaba.
Cuando sale de la escuela y llega a su castillo, se apaga el atardecer, Herbie deja de rugir hasta que vuelva a salir el sol y a toda marcha de nuevo.
* (Con el objetivo de fortalecer la identidad y la vinculación con la comunidad, desde el espacio de Literatura de 5to. año B de la Escuela Secundaria 5 "Sargento Cabral" de María Ignacia, se les propuso a los estudiantes producir perfiles periodísticos sobre gente del pueblo. Luego de un largo proceso en el que eligieron sobre quién escribir, se informaron, realizaron entrevistas, sacaron fotos, escribieron y reescribieron. Ahora, comparten sus producciones y aprovechan para invitarlos a la Fiesta del Dulce de Leche, que se realizará el domingo 4 de diciembre).