Frases en la historia
“Llora como mujer por lo que no supiste defender como hombre”
(Boabdil, último rey nazarí de Granada, 1460-1533)
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Cuando, en 1483, Boabdil accede al trono en Granada, la superficie de su reino sólo era de alrededor de 30 mil kilómetros cuadrados. El dominio islámico, que había llegado a casi toda España salvo a pequeños territorios, estaba completamente reducido.
Después de casi 800 años de su llegada a Europa y de haber enriquecido la cultura visigoda, los musulmanes estaban acorralados por el proceso que fue llamado La Reconquista y que los historiadores juzgan como iniciado por Don Pelayo en la batalla de Covadonga.
Boabdil se hace del poder mediante una insurrección contra su padre, el sultán Muley Hacen, y su tío Hazal, hoy contaminados por la leyenda de haber matado 35 caballeros de una familia aristocrática –los Abencerrajes-, luego de sorprender a uno de ellos trepando por una escala para visitar a una dama de la familia real. Muhammad XII (tal era el nombre de quien los cristianos llamaban Boabdil) huye de la Alhambra, donde era familiarmente vigilado, y se hace nombrar Emir.
Los tres, padre, hijo y tío, combaten separadamente a los reyes de Castilla y Aragón (Isabel y Fernando), pero con distintos resultados. En tanto, los mayores obtienen victorias, Boabdil es hecho prisionero y entra en tratativas con los reyes cristianos, que aprovechan las divisiones internas entre los musulmanes y la debilidad de carácter e intereses personales de su cautivo. Estas victorias fortalecen y unifican la monarquía de Castilla que había sufrido también rivalidades entre sus poderosos nobles.
A cambio de su sumisión otorgan importantes concesiones a Boabdil y su corte. Pero el pacto no gusta a los granadinos. Debe huir reiteradamente y refugiarse en Córdoba. Entre marchas y contramarchas se hace sucesivamente enemigo o aliado de los reyes cristianos. Finalmente, con el dominio real reducido a la ciudad de Granada, acepta entregarla a cambio de beneficios personales, para su familia y su corte.
Es conocida la importancia que tuvo en estos tratos la amistad que Boabdil tenía con Gonzalo Fernández de Córdoba y la habilidad negociadora de quien luego sería llamado el Gran Capitán.
Las capitulaciones implicaban, a cambio de la fidelidad de Boabdil y los suyos, tierras para vivir con tranquilidad su exilio, pensiones generosas, sus propias leyes y jueces, el respeto de su religión, la libertad de emigrar y otros beneficios particulares a Boabdil.
Fue esta actitud poco decorosa –quizá- la que le valió después el menoscabo que la frase implica. Sin embargo, no hay constancia de que haya sido pronunciada.
No obstante, en una carta del siglo XVI, el obispo Antonio de Guevara cuenta que un miembro del séquito del rey escucho a Aixa, la madre de Boabdil, mujer de gran carácter, decir -sin dirigirse especialmente a él-: “Justa cosa es que el rey y los caballeros lloren como mujeres, pues no pelearon como caballeros”.
Poco después de su rendición, el 2 de enero de 1492, Boabdil se exilia en Fez (Marruecos). La leyenda, piadosamente, lo apoda al-Zuguybi (el desafortunado) y el lugar donde se supone fue pronunciada la frase y donde Boabdil contempló por última vez Granada es aún hoy llamado “el Suspiro del Moro”.